En la República Dominicana como en cualquier otra sociedad o nación del mundo no pocas personas se preguntan sobre el ritmo de los cambios ¿Cómo acabar con la pobreza? ¿Cómo lograr un pleno desarrollo económico-social? Pero más concretamente y asumiendo que se ha avanzado relativamente en la salud, educación, viviendas, empleo o democracia electoral, entre tantos, se desprende otra pregunta: ¿Es el ritmo el apropiado? ¿Cómo acelerar el ritmo de los cambios?
Esas interrogantes nos remiten al concepto de Revolución. Aunque ha habido de todo detrás de ese concepto es justo decir que no pocas personas han hecho sinceramente extraordinarios sacrificios y quienes hasta han entregado sus vidas de forma auténtica procurando avanzar el ritmo del progreso humano orientado principalmente a reducir las carencias o precariedades sociales de alimentación, salud, educación, entre varios inclusive considerados como derechos humanos, entre los que se han destacado la libertades de expresión y política.
Pero ¿qué ha sucedido con los propósitos revolucionarios más auténticos? ¿Es posible superar en un relativo corto plazo las degradantes condiciones de vida de millones de seres humanos? Y en un mundo en el cual se convive con sorprendentes niveles de inequidad e injusticia social.
Partiendo de tantas iniciativas revolucionarias y sus resultados ¿No debería ser apropiado evaluar la efectividad de esos caminos así como de explorar otros más próximos al real o natural ritmo de los cambios de la sociedad humana?
Procede analizar los distintos aspectos asociados al desarrollo de la sociedad a partir de los objetivos de todo propósito transformador que ha de contemplar la variable histórica, la economía, la política, las distintas formas de organización de la sociedad y especialmente del Estado.
Más por el momento quedémonos en cuanto a explorar distintos significados del término Revolución y algunas consideraciones sobre su datación.
Mucho se ha hablado de la Revolución Industrial, o la Revolución Científica y más atrás en el tiempo, de la Revolución Cognitiva; la última de las cuales data de aproximadamente 70 mil años y en la que se dieron cambios principalmente en el cerebro del homo Sapiens que entre otros explican el gran salto evolutivo a partir de entonces y que no había sido posible por más de 2 millones de años atrás en cuanto a superar una condición como especie animal muy por debajo de otras especies en la llamada escala evolutiva, ocupando hoy una posición de absoluto dominio.
Es el tiempo relativamente prolongado que toman los cambios, ya en lo económico-social, un factor que podría darnos una primera señal de lo que ha de ser el ritmo y efectividad de esas transformaciones.