La propuesta de retroceder al pasado para superar el presente amenaza con imponerse en múltiples escenarios. Los demagogos aprovechan las insatisfacciones de los votantes con la actualidad para apelar al retorno a una antigua gloria imaginada y captar la atención y los votos de multitudes en los escenarios más disímiles.

Insatisfecha con el presente, mucha gente siente terror del futuro desconocido, pensando que será la extensión o intensificación de la actualidad: más de lo mismo o peor. Adelante ve solo un callejón oscuro sin salida y siente nostalgia por el imaginario de un pasado luminoso que es un compuesto de los mejores instantes de siglos del devenir humano, en otras palabras un imaginario construido a partir de pequeñas realidades que nunca coincidieron en espacio y tiempo. Esa visión ignora las guerras, pestes, hambrunas y demás menudos estorbos  que narra la historia como episodios periódicos, y magnifica la vida idílica de la literatura pastoril, distorsionando la cruda realidad documentada. La demagogia exagera selectivamente lo anecdótico, opacando las estadísticas que narran una historia de progresiva disminución de los flagelos de la humanidad, a pesar del exponencial crecimiento de la población.

La insatisfacción con el presente es un sentimiento saludable, potencial impulsor de un esfuerzo por construir un futuro mejor. El conformismo no es motor de mejora continua y progreso; pero el retroceso no es la solución tampoco. Es una falacia pensar que retrocediendo nos acercamos a la utopía, y mucho menos que la alcanzaremos por esa vía. El porvenir no debe ser una recreación del pasado “glorioso”, sino la generación de un mundo mejor aprovechando el conocimiento de los errores del pasado para no repetirlos. Viajar al pasado, retroceder, no es manera de forjar el porvenir. El pasado se estudia para conocer los caminos trillados, no para volver a recorrerlos; para conocer los senderos que no conducen a nada bueno,  y no repetirlos.

Cuidado con los demagogos que pregonan el retorno a un pasado glorificado, “cuando los puercos se amarraban con longaniza”, pues lo que callan es que también la gente moría de un estornudo. Si en aquellos tiempos idílicos prevalecía el orden y respeto, era en base a imponer el exilio a muchos y encarcelar y fusilar a otros. El bienestar de pocos se basaba en la esclavitud de muchos.

Rechacemos toda propuesta de cambio y progreso en base al retorno al pasado, pues la retrocesopía es una propuesta falaz. Retrocediendo no nos acercamos a la utopía.