Leonel Fernández estuvo en Mao, llenó un recinto deportivo y quedaron muchísimas gentes fuera. Leonel llegó ese día y juramentó a las más diversas figuras del entorno pueblerino; tropel de perredistas, exfuncionarios del cabildo, travestis de la criolla y relamida política nuestra. Leonel llegó y lo hizo a lo grande, como si hubiese llegado aquel rey bíblico de Persia, echando a sus gatos a todo aquel de fe opuesta, esos pocos que se arriesgan a enfrentarle; un tal Guillermo Moreno, un nadie sin estirpe, un recoge bates enclenque y acusador del que se siente traicionado, latoso, buscador de cuchara.

Leonel recibió en bandeja de plata cabezas y torsos, corazones.  Un inmarcesible Leonel, henchido por la gracia divina de las iluminaciones, gran sofista sin dudas; abrazó a los nuevos acólitos, repartió sus funditas, beso los excitados rostros de la populachera barriada del entorno; dio pareceres, cedió entrevistas, se tomó un café especial de heces de civeta, muy gourmet el “señor postulante”, imposible de imaginarle de otro modo.

Leonel como Midas, Leonel impartiendo instrucciones. Detrás de Leonel, movida a la derecha, en aquel recuadro de una foto, una mosca frotándose las patas.  Y allí estuvo Leonel, y con Leonel los incendiarios de la casa de Milón, la muchedumbre que salvó a Barrabas, unos cuantos de la división azul, en fin: lo más granado de las calurosas tierras del noroeste.

¿Qué decir? (-♪Qué nombre le pondremos, matarile rile ro…♫-) Sin dudas que este es un pueblo extraño, poseso, desmemoriado. Digno de cepos.

Así y como siempre han estado las cosas en nuestro país, en nuestro gran leprocomio de indolentes y serviles; en nuestra gran chamacada  ajena a la podredumbre, inconsciente de sí misma, indiferente a la enorme llaga que le traga y regurgita en un festín de absurdos fraguando metástasis para el 2016.

Y todo era festejo, desborde, algarabía “el camino bueno siendo nuevamente anunciado”  ¡Vuelve y vuelve el León!    -♫Recogiendo limosnas no lo tumban, no lo tumban nooo, no lo tumban♪- .

En tanto a mis recuerdos llega el titulo inmenso de aquel libro de poemas del dilecto amigo Sergio Ramírez “de tropeles y tropelías del señor presidente”.

¡Busquen la ambulancia! ¡Llévatelo Fausto!…