Las necesidades, demandas y derechos de niños, niñas, adolescentes y jóvenes
Desde la perspectiva de sus implicaciones económicas y sociales, uno de los cambios demográficos más importantes de los ocurridos en el país en las últimas décadas, ha sido la concentración creciente de la población en las edades correspondientes al ciclo de actividad económica (15-64 años) y la reducción importante en la proporción de niños y adolescentes (menores de 15 años), aunque estos últimos crecieron en términos absolutos -por la inercia demográfica- hasta inicios de la década pasada. Desde la primera década del presente siglo la población joven (15-34 años) supera en términos absolutos la infantil y adolescente (menores de 15 años) y seguirá creciendo hasta el 2025.
Si bien la población de niños y niñas (menores de 10 años) y los adolescentes de 10-14 comenzaron a descender en la década pasada -los primeros aumentaron hasta 2000 y los segundos hasta 2005-, debido a los rezagos y déficit acumulados en la inversión social dirigida a estos segmentos demográficos, aun son enormes los retos que tienen el país para mejorar su calidad actual de vida y garantizarles unas trayectorias educativas y laborales promisorias.
Desde la perspectiva de la transición demográfica, si bien la estructura por edad de la población de República Dominicana se encuentra aún un período en el que se incrementa la concentración de la población en el segmento juvenil y el bono demográfico se extenderá hasta en 2035, debe tenerse en cuenta que este dividendo constituye sólo una oportunidad para elevar las tasas de crecimiento económico per cápita y los niveles de bienestar de la población, y que también implica retos y desafíos. Su aprovechamiento, el convertir esa oportunidad en realidad, depende de la eficacia de las políticas activas del mercado laboral y educativas que propicien el acceso de los jóvenes y adultos a empleos decentes.
Si bien desde los años 90 se han logrado importantes avances en el país en materia de cobertura en educación básica, secundaria, técnico-profesional y terciaria, persiste los rezagos en calidad de la oferta educativa, y niveles relativamente altos de deserción y repetición escolar. En general, los niveles de conclusión de la educación secundaria aún son bajos entre niños y adolescentes y solo una minoría logra ingresar a un nivel postsecundario. Los resultados de las pruebas internacionales estandarizadas de conocimientos siguen siendo adversos para el país y tanto el acceso como la calidad de la educación siguen siendo muy desiguales entre grupos sociales
Con respecto a la inversión en educación básica, media y la formación técnico profesional, si bien debido al reducirse de la proporción de menores de 15 años el país ha disfrutado del bono en educación, al aumentar potencialmente los recursos por beneficiario destinado a educación en13% en la última década sólo por ese efecto demográfico, apenas recién se ha logrado incrementar significativamente hasta cerca de 4% del PIB.
Los estudios, diagnósticos sobre niños, niñas, adolescentes y jóvenes realizados en el país indican que los principales problemas u obstáculos que en la actualidad enfrentan estos para su desarrollo biológico, psicológico, intelectual y social para los jóvenes desarrollar sus proyectos de vida son el acceso a empleo dignos o decentes, el desempleo juvenil, la alta mortalidad infantil y neonatal, la deserción escolar, la baja calidad de la educación básica y media, el matrimonio infantil y las uniones tempranas, el embarazo adolescente, el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva.
En el caso de los jóvenes, la baja calidad de la oferta educativa de tercer y cuarto nivel, aunado a los desajustes entre la demanda y la oferta en el mercado, afectan su empleabilidad. En particular, el alto desempleo en jóvenes con nivel de educación terciaria y técnico-vocacional estaría indicando escasez de buenos (decentes) empleos, lo que es congruente con la creciente inserción de la fuerza laboral con mayores niveles educativos en ocupaciones que requieren menos destrezas y habilidades. Por tanto, el incremento de la educación no se habría traducido tanto en mejoras de los ingresos laborales, sobre todo entre los que se emplean en los sectores de más elevada productividad.
En relación con el empleo juvenil, los resultados del mercado de trabajo dominicano están indicando que la economía dominicana dista mucho de utilizar plenamente la abundante fuerza laboral potencial que se ha producido por la dinámica demográfica. El mercado de trabajo dominicano acusa un agudo desajuste entre oferta y demanda de fuerza laboral, con resultados marcadamente deficientes: baja participación de la población en edad de trabajar en la actividad económica y en el empleo -sobre todo de mujeres y jóvenes-, insuficiente generación de empleos de calidad y alta incidencia de empleos precarios (informalidad o autoempleo de subsistencia),
Las limitaciones en la esfera productiva y en cuanto a políticas activas del mercado laboral se potencian con el crecimiento acelerado de la población en edad productiva, como resultado del descenso de la fecundidad. Ello indica que las ventajas de la reducción relativa de la población en edad dependiente (menor de 15 años) y el incremento de la población en edad productiva no ha sido suficientemente aprovechado, sino más bien que este último ha sido un obstáculo para una mayor incorporación de los jóvenes en actividad económica en condiciones de trabajo decente, desaprovechándose en cierta medida cuatro décadas de elevado crecimiento y de bono demográfico.
Este es, a grandes rasgos, el panorama que, en términos de las condiciones de los niños, niñas, adolescentes (NNA) y jóvenes, encontrará la gestión gubernamental que se iniciará el 16 de agosto próximo. Con respecto a las políticas orientadas a la infancia, la adolescencia y la juventud, ¿cuáles son las propuestas que el presidente electo Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) han presentado al país sobre esta temática?
En sus Lineamientos Generales del Programa de Gobierno del Cambio 2020-2024 el PRM se comprometió a: i) fortalecer el sistema de protección de niños, niñas y adolescentes: ii) promover y garantizar los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes, sin discriminación alguna, implementando políticas, programas y acciones oportunamente financiados; iii) reducir la pobreza y exclusión infantil; iv) garantizar la educación; v) protegerlos contra toda forma de violencia; vi) garantizar la atención integral; vii) garantizar la recreación y salud.
En el caso de los jóvenes, el PRM prometió en su programa de gobierno: a) crear empleos para la población joven; b) mejorar la educación para la juventud; c) programas especiales de salud según las necesidades de la juventud; d) reducir y prevenir los riesgos de los jóvenes en conflicto con la ley; e) Planes sociales para los y las jóvenes; f) sembrar el país de atletas ; g) desarrollar el arte y la cultura para la gente; h) incentivar la gestión del desarrollo amigable con el medio ambiente.
Para lograr hacer efectivas estas promesas electorales, el próximo gobierno que encabezará Luis Abinader deberá no sólo aumentar significativamente la inversión en NNA y jóvenes, sino también reorientar el gasto re dirigiendo más recursos a la salud de los primeros y a la inserción laboral de los segundos. La inversión pública debe reorientarse asignando mayores recursos a la salud de NNA, especialmente en la primera infancia (0 a 5 años) -actualmente apenas 5% del gasto total directo a NNA-, y a las políticas activas del mercado laboral que mejoren la inserción laboral de los jóvenes.
Si bien la inversión el gasto social en niñez, adolescencia y juventud se ha aumentado de manera significativa en las últimas dos décadas, sobre todo en educación -el gasto en NNA continúa siendo uno de los más bajos en la región: el destinado a niñez y adolescencia pasó de 2% a 5% del PIB entre 2010 y 2016 y el de jóvenes se mantuvo en apenas cerca de 2% del PIB y un gasto per cápita menor de la mitad del promedio en la región). Casi el 80% del gasto total en juventud y adolescencia se destina a educación y salud, lo que deja un reducido espacio para una mayor inversión en salud y empleo. En el caso de los NNA, el 70 % del presupuesto invertido se encuentra destinado a la educación, el 11.4 % a la protección social y solo el 8.0 % a la salud.
En materia laboral, el principal reto del Gobierno de Luis Abinader será implementar políticas activas de mercado de trabajo para “Promover e invertir en políticas de trabajo y empleo y programas especiales de formación para la juventud que potencien la capacidad e iniciativa colectivas y personales y posibiliten la conciliación entre los estudios y la actividad”, como manda la medida prioritaria 10 del Consenso de Montevideo.
En términos de políticas de educación y formación de la fuerza laboral, un asunto de primer orden, como bien plantea la OIT, es alinear los sistemas de educación y de formación con las necesidades de desarrollo del país, es decir, articular de manera coordinada en un círculo virtuoso la capacitación profesional, la transformación productiva, el empleo y el trabajo decente.