Pactando la Ley de Partidos con el danilismo, el PRM ha lesionado el Bloque Opositor, frágil, pequeño quizás, pero un avance importante, que costó esfuerzos y la dura experiencia de los resultados de las elecciones del 2016, e integró a sectores que siempre fueron reticentes a ese paso.
Probablemente algunos partidos no hayan querido estar, y puede que esperaran alguna circunstancia para salir. El PRM se la puso fácil.
El principal daño es a la confianza política. Porque había acuerdos con el Bloque Opositor sobre la Ley de Partidos y otros asuntos, y el PRM pactó de manera unilateral con el danilismo, contraviniendo el espíritu de los mismos.
Si el PRM quiere de verdad una coalición opositora, ahora queda obligado a demostrar en los hechos que puede respetar a quienes considera sus posibles aliados, y que estos pueden tener la confianza de que cumplirá los acuerdos que pacte.
La confianza es un asunto vital para los acuerdos, del tipo que sean.
En el PRM hay sectores con aires de autosuficiencia, y de menosprecio a los partidos y movimientos que consideran "pequeños", y deberían revisar la conducta del Dr. José Francisco Peña Gomez, quien fuera líder indiscutible del perredeismo y de la mayor porción de masas populares organizadas en el país; por demás con importantes relaciones políticas en más de la mitad de la tierra, y nunca redujo a ningún posible aliado.
Por eso logró articular el Acuerdo de Santo Domingo, que ha sido la coalición más poderosa en la historia dominicana.
Muchos de esos que desprecian a posibles aliados, no valoran la conquista del poder central como condición para los cambios políticos y sociales que reclama el pueblo, objetivo para el cual, ha quedado claro muchas veces, es necesaria una alianza sin precedentes; sino que ponen en primer plano sus aspiraciones pequeñas, particulares.
Y, puestos a hablar de estas pequeñeces, es bueno reiterar que el PCT ha concertado alíanzas y dado apoyos, siempre sobre la base de reclamos programáticos, y nunca a cambio de posiciones electivas ni administrativas, cuales sean.
Es de recordar que a propósito de las elecciones de 1996, el camarada Rafael Chaljub Mejia y yo visitamos al Dr. Peña Gómez para ínformarle de nuestra decisión de apoyar su candidatura presidencial, lo que el recibió con mucha alegría; pero nos preguntó qué pedíamos a cambio.
Sólo le pedimos que incluyera la bandera de la Constituyente por voto popular en su programa de gobierno y discursos de campaña.
Y así lo hizo.
Es impensable excluir al PRM de un proyecto de alíanza que tenga la fortaleza para lograr el cambio de gobierno en el 2020 y este hecho conduzca a la democratización de la vida social y política del país.
Pero es igual de impensable proponerse una alianza con un PRM sobre el que hay reservas de si cumplirá lo que pacte.
Nos adelantamos a decir, que no se nos puede responder que queremos decidir la política del PRM, lo que es una atribución exclusiva de sus instancias dirigentes; ni que queremos que piense como nosotros.
No. De ninguna manera. Lo que queremos significar es, que si se quiere construir una Coalición Opositora de la que haga parte el PRM, este tiene que asumir a conciencia una actitud unitaria creíble, de consideración y respeto a quienes quiere (y necesita) de aliados, y tiene que mover sus posiciones políticas para unas posiciones incuestionablemente progresistas.
Pero adelante. Seguimos con optimismo en el esfuerzo de que haya un "fuera y cambio" en el 2020.
Eso sólo es posible con una alianza política y social amplia.
Restaurar la confianza que ahora está menguada, debatir propuestas políticas y sociales para construir en el debate un programa mínimo común, y alentar los movimientos de lucha de las masas, son tres cuestiones a la orden del día, y es de esperar que el PRM corresponda a las mismas.