Vinicio Castillo ha intentado contestar mi carta pública, pero apenas repite las consignas sobre lo que llama “invasión haitiana”, que en su caso encuadran en lo que podríamos llamar terrorismo mediático, cuando por ejemplo anunció que los haitianos en cinco provincias del país solo estaban esperando las armas para rebelarse contra el Estado dominicano.
Sí, terrorismo mediático, irresponsabilidad superlativa, que en redes sociales derivan en mensajes de odio, apología del crimen, amenazas de muerte, ataques a la libertad de expresión…y luego hasta linchamientos contra personas indefensas. Cosas de paleros, Banda Colorá digital… cosas nada patrióticas que insultan a Duarte y a Luperón.
Resulta gracioso que para desacreditarme, Castillo me declare “prohaitiano confeso” y es hasta ridículo al citar un twitt mío en que sarcásticamente me río de ellos al declararme “hijo de Lucifer”, como si la risa no fuera un recurso válido frente a la degradación que cometen con cualquiera que osa contradecirles.
Lo que no causa ninguna gracia es lo que dice Vinicio Castillo en su supuesta respuesta: que las ocupaciones yanquis de 1916 y 1965 fueron “menos peligrosas” que la presencia haitiana en República Dominicana. Es decir para él las invasiones que costaron la vida de miles de compatriotas, que quitaron gobiernos e impusieron dictaduras, endeudaron y desnacionalizaron inmensidad de tierras, establecieron destierros y aberraciones, que colonizaron nuestro Estado y nuestra economía, no solo fueron “pasajeras” sino que también son pecata minuta. Nada extraño si su jefe Leonel Fernández se fascinaba con que RD pasara a ser un “Nueva York chiquito”. Más grave aún es que diga que la importación masiva de fuerza de trabajo haitiana que hicieron sus ídolos Trujillo y Balaguer estuvo bien mientras se mantuvieran como semiesclavos en el corte de caña y no salieran a las ciudades. ¿Acaso él no era aliado político del gobierno que cerró los ingenios azucareros?
Yo le insisto al señor Castillo: vamos a debatir de inmigración y fronteras en serio, sin ofensas ni demagogia, y para buscar soluciones.
Yo no soy prohaitiano. Pero no me queda claro que ustedes sean muy prodominicanos. Usted y su hermano fueron diputados y socios políticos del partido gobernante hasta 2015. Jamás lo vimos luchando por más presupuesto para educación, para salud, vivienda, por mejores salarios y para derogar el DR CAFTA que destruye el tejido productivo nacional. Usted se quita las culpas con el haitiano que vende aguacates o con el que pone blocks en Piantini. Así sí es bueno.
Nunca se les vio a ustedes muy ocupados tampoco de aumentar la inversión social en la frontera, ni en más decencia laboral para las Fuerzas Armadas. Y ahora nos damos cuenta de que mientras Odebrecht repartía sobornos y hacia fiestas sexuales, su padre era Director de Ética y Transparencia Gubernamental, y ustedes se la pasaban ocupados de los haitianos, sin decir ni esta boca es mía.
Ustedes deben retractarse y cesar en su intento de que a un problema serio como la inmigración masiva solo se ofrezcan salidas como deportaciones masivas e ilegales, construir un muro y desnacionalizar dominicanos. Deben retractarse por querernos retrotraer al nazismo en versión mondongo.
Usted, que cita a Duarte y a Hostos, debería expiar sus culpas antes de mencionar sus nombres venerables: ellos fueron independentistas cabales, sacrificados, aún con ideas que uno no comparta. Pero no vivieron nunca la dolce vita, no creyeron nunca como ustedes en violar los derechos fundamentales ni atropellar la dignidad humana, menos de dominicanos. No defendieron banqueros corruptos. Eso, le repito, es acto de cobardes y jamás de patriotas.
Vuelvo a repetirle mi exhortación: pidan perdón a este pueblo por todo el daño que le hacen, por todo el desprecio que en el fondo tienen a su verdadera historia e identidad, y sin insultar, debatamos públicamente soluciones reales al problema migratorio y fronterizo.
Espero por usted. Dígame día, hora y lugar.