¿El tema de usted, Carmen Imbert B. en su artículo “La Incorrecta corrección”, en el periódico HOY, es que las madres buscamos “ganar seguidores” con la consigna iniciada a favor de llevar el pelo crespo, apoyando indirectamente la imposición de las autoridades de una escuela pública, de que una niña de 11 años llevara un corte con su pelo crespo, porque tenerlo así llamaba la atención, sin poder subir a su aula hasta tanto no fuera recortada por la madre?
A ver: ¿tiene usted conciencia como ser humano, o madre, de cómo podría afectar la discriminación a una niña? Sabe usted que ese “momento capilar”, como usted lo llama, es violatorio de la Constitución Dominicana? ¿Usted como abogada sabe que el Código Penal establece en su Art. 336, que la discriminación atenta contra la personalidad y la dignidad de la persona? ¿Sabe usted que por la discriminación escolar se suicidó una niña en Villa Mella? No creo que conozca ese lugar ¿Cuándo fue la última vez que visitó una escuela pública?
Pues déjeme decirle, señora Imbert, que no es como dice que temas como las instalaciones sanitarias en las escuelas, y la mejor calidad docente, son más relevantes que ganar seguidores. Le informaré que muchas de las que estamos en esta campaña de “buscar seguidores”, nos vestimos de amarillo exigiendo el 4% para la Educación, a sabiendas de que en América Latina ese “favor” ya ronda por el 12%. Ese 4%, que ganamos con consignas y seguidores, ese que se roban, y que usted no ha salido a defenderlo, pero sí embiste hoy por el derecho constitucional que salimos a defender de nuestras hijas.
¿Por qué no se preocupa, y exige calidad en la enseñanza?
En el mismo medio desde donde emanó su ataque, alguien se atrevió a restarle méritos a mi reclamo ante la discriminación escolar contra de mi hija (de esa niña que parí yo, y es parte de esta sociedad) llegando a utilizar la foto de una niña haitiana (la cual me merece todo el respeto), y osaron en escribir mi nombre desvirtuado e incorrecto, para así poder vincularlo a origen haitiano, con la malsana intención de restarle mérito a la historia y aislarla, apelando a los viejos prejuicios que hereda nuestra nación y nublan el razonamiento.
Ahora me topo con que usted, que sale a cuantificar los males de la educación, que entiende ahora que los hay, y que están por encima de toda estabilidad emocional, ¿Por qué no se preocupa, y exige calidad en la enseñanza?
Si son nimiedades, como usted quiere hacer notar, ¿por qué trata el tema? A esta sociedad le debe llegar un momento de inflexión, para definirnos.
Respete el derecho de cada quien a la protesta, más si es en forma pacífica, métodos no tradicionales, pero con fines tan permitidos como el de usted a tener un puesto en una institución pública, donde por su responsabilidad no debería parcializarse socialmente, ante casos de derechos humanos, y desconociendo nuestros derechos constitucionales a la Educación, a la Integridad de la Persona, a no ser discriminados ni discriminadas, a la igualdad, a la dignidad humana, además del derecho de recibir una educación pública de calidad, fundamentada en valores.
Promueva desde su puesto la inclusión de la materia de derechos fundamentales en las escuelas, y de la moral y la cívica. Finalizando, respete el derecho a la protesta de todos, y todas, que yo me encargo de defender a mi hija, señora.
A propósito, me gustaría ver un artículo suyo sobre el estudio que determina que solo un 12% de los niños y niñas dominicanos comprenden lo que leen, y sobre todo, un análisis sobre las peores posiciones de nuestro país en los índices de educación pública.