El día 24 de septiembre los reporteros de Acento indagaron la opinión de la población sobre si estaban de acuerdo o no con la paralización de actividades laborales para conmemorar el día de la Virgen de las Mercedes.  Una pregunta aparentemente poco importante ante los problemas que enfrentan el país y el mundo en la actualidad.  Pero el análisis de los días religiosos no laborables en el calendario dominicano, nos dicen mucho sobre el tipo de Religión y el tipo de Estado que sustentamos.

Las respuestas al sondeo no-probabilístico de Acento pueden agruparse en tres categorías.  (1) los que rechazan un día no-laborable porque deja sin ingresos a los desempleados que subsisten del chiripeo o de movilizar a los pobres en motores; (2) Protestantes que rechazan que se les imponga una tradición Católica que no comparten; y 3) Católicos de acuerdo pero sin argumentos para justificarlo: “es una tradición y las tradiciones no se cambian”.

Si pudiésemos generalizar las respuestas a toda la población, concluiríamos que estas celebraciones no responden a las necesidades del pueblo, y ni los mismos católicos las valoran.  Aún así el calendario dominicano tiene siete días no-laborables religiosos versus cinco días no-laborables de celebraciones patrias.  La Iglesia ha insistido y logrado la inamovilidad de sus fiestas, mientras dos de las celebraciones patrias fueron movidas en el 2004: El Día del Trabajo y el Día de la Constitución.

La entrevista al sacerdote Pablo Mella por Kharla Pimentel añadió nuevos elementos.  Este dijo “no creer” en la Virgen, y “recalcó que la Iglesia Católica venera a la Virgen desde el punto de vista doctrinal”.  Pero en la práctica, la Virgen María es un instrumento proselitista que le ha facilitado a la Iglesia imponer el cristianismo a poblaciones politeístas conquistadas.  Sus mil y más nombres, rostros, razas, vestimentas, y apariciones no son producto de su destreza para romper las leyes de gravedad.  Obedecen a la convergencia de intereses de la iglesia, económicos, políticos y hasta personales.   De aquí el comentario del Papa Francisco de que la Virgen de Guadalupe la inventaron los mejicanos; aunque no dijo que con la aprobación eclesiástica.

Pero lo interesante de la entrevista fue que el Padre Mella cambió la pregunta.  Razonó que la Iglesia determinaba los días feriados en la antigüedad, antes del capitalismo, y era la que normaba las interacciones sociales.  Por esta razón dice que deberíamos preguntarnos, ¿Cómo es que ha evolucionado la sociedad de tal manera, que la fiesta que marcaba el giro de la vida dejó de marcarla? Señalando a continuación que los días feriados no dependen de la Iglesia sino de las autoridades civiles.

Mi crítica al planteamiento del Padre Mella es que él asume que la fiesta que marcaba el giro de la vida dejó de marcarla.  Mi tesis mas bien pregunta, ¿Cómo es que ha evolucionado tan poco la sociedad de tal manera, que la fiesta que marcaba el giro de la vida continúa marcándola? Abordaré tres argumentos para presentar evidencias.  No son exclusivas, pero el espacio es limitado.

Primero, en relación al papel jugado por la Iglesia, las condiciones específicas de la Separación de Haití en 1844 fueron diferentes a las de otras naciones Latinoamericanas, determinando el fortalecimiento del poder de la Iglesia en RD, no su debilitamiento.   En vez de ser la España Católica el enemigo, en República Dominicana el enemigo fue Haití, con una población no integrada al catolicismo.   Esto determinó que en vez de la Separación de 1844 generar anticlericalismo como sucedió con las guerras de Independencia Latinoamericanas, la Separación de Haití generó la unidad y el apoyo de la iglesia al sector conservador de Bobadilla y los hermanos Santana, los llamados afrancesados que encarcelaron y exilaron a Juan Pablo Duarte, compañeros, y familiares.   La coalición entre liberales y conservadores que declaró la Independencia el 27 de febrero fue rota ante la insistencia de Duarte de fundar una Republica Dominicana soberana.

La Carta Pastoral del Vicario Tomas de Portes e Infante del 24 de julio de 1844, es un testimonio del poder ideológico de la Iglesia y su intromisión en momentos críticos en nuestra historia, favorecida por  una feligresía analfabeta, adoctrinada, y atemorizada.  En la Carta Pastoral no solamente se ex -comulga a todos los que se opongan al gobierno de Pedro Santana sino que se hacen alusiones para estigmatizar a Duarte, por sus creencias deístas y herejes, provocadoras del Castigo de Dios en la forma de ejércitos invasores haitianos.

Segundo, en el siglo XX, la dictadura Trujillista (1930-1961) empoderó a la Iglesia y la convierte en iglesia estatal a través de un contrato que él firmó en 1954  con el representante de Pio XII en el Vaticano: El Concordato. Su vigencia en el siglo XXI constituye un obstáculo fundamental para lograr un Estado de Derecho en la República Dominicana.

La sociedad dominicana evolucionó, como muestra el apoyo a la Guerra Restauradora (1863-1865) y al florecimiento del pensamiento liberal, secular y humanista de Eugenio María de Hostos y Salomé Ureña de Henríquez con la fundación de la Escuela Normal.  Fue la dictadura Trujillista (1930-1961) la que anuló la educación Hostosiana y  barrió con el pensamiento liberal, imponiendo la doctrina católica y la Iglesia Romana como aliada anticomunista

El primer Artículo del Concordato contradice la Constitución y al mismo tiempo define una eclesiología igual a la definida en el Concordato de 1933 entre el Vaticano y el régimen Nazista de Alemania: La Religión Católica, Apostólica, Romana sigue siendo la de la Nación Dominicana y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico.  El Concordato de 1954 nunca ha sido modificado y continúa vigente.

La dualidad de operar bajo una Constitución que define al Estado como social, democrático y de Derecho, junto a un Concordato que define al Catolicismo como religión oficial y un tipo de gobierno conforme a La Ley Divina y el Derecho Canónico tiene serias consecuencias.   Una de ellas es un tipo de esquizofrenia que necesita constantemente enmascararse para aparentar un Estado de Derecho, y al mismo tiempo financiar a una Iglesia y permitirle que intervenga la misma Constitución para prostituirla.

Tercero,    las condiciones sociales que originaron las revoluciones capitalistas y sus constituciones fueron diferentes a las que originaron el Estado dominicano y sus constituciones.    En República Dominicana el desarrollo de una burguesía nacional no incidió para liberar al campesinado de una servidumbre enfrentando a los terratenientes.  Más bien, la oposición de la burguesía al proyecto de Reforma Agraria definido por las Leyes de 1972, demuestran la alianza social de las clases urbanas importadoras-industrial y la clase terrateniente, muchas veces encarnadas en las mismas personas.

En su estudio sobre las revoluciones del Siglo XX, el sociólogo Barrington Moore demostró como los estados surgidos por las alianzas de la burguesía y los terratenientes, como es el caso dominicano, resultan en dictaduras, no en democracias.  En otras palabras, las condiciones sociales que determinaron el Estado Dominicano, determinan dictaduras, no Estados democráticos de Derecho.

Creo que aunque brevemente, los tres puntos aquí planteados, y que he desarrollado extensamente en otros artículos, aportan suficiente evidencia para falsificar los dos supuestos de la pregunta planteada por el Padre Mella.   No es el Estado Democrático, Social y de Derecho el que impone días feriados para celebrar fiestas de santos católicos. No podría serlo porque contradeciría sus propios artículos basados en libertad de conciencia, libertad religiosa, e igualdad.  Es el Estado Confesional Católico el que las impone.  El aún definido por Ley Divina y Derecho Canónico. Este es un Estado sectario, que impone la ley canónica a toda la población, distorsiona las relaciones entre gobernantes y gobernados, y promueve la corrupción al verse forzado a actuar sin transparencia ni rendición de cuentas.

 

 1. Ver mi artículo en la Revista ECOS, No. 12, número dedicado al bicentenario del patricio, titulado, Excomunión del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y sus consecuencias (pp. 39-96).

2.  Sobre este tema, pueden leer en línea mi análisis del Concordato y sus consecuencias, publicado en el Boletín del Archivo General de la Nación (BAGN) N o. 127, mayo-agosto de 2010, titulado, Destrujillización Inconclusa: El Estado Confesional.