El doctor Euclides Gutiérrez Félix fue, para los años finales de la dictadura de Trujillo, senador de la República. Se le acusa de haber colaborado como confidente y realizado otras no muy decorosas actividades."Se han mostrado cheques que avalan tales señalamientos y que distan mucho de ser un montaje ("photoshop", como se diría hoy en buen español)." Más aún, el miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) nunca ha desmentido los señalamientos que se le han hecho.

Lo anterior se ha expresado con la intención de no descalificar al Dr. Gutiérrez por sus pasos iniciales, producto del compromiso que conlleva ser hijo de un capitán del Ejército Nacional al servicio de la dictadura. El hecho de que el profesor, abogado, historiador, político y funcionario de todos los gobiernos del PLD haya fungido como senador de Trujillo, o realizado labores deleznables para la dictadura, no lo imposibilita -si su vida no retrocede a esos años o se enloda de forma terminal- de ocupar un lugar importante en los corazones de los dominicanos. Lo primordial en la vida no es el desempeño inicial, sino, el comportamiento que se asume desde la rectificación hasta el desenlace final. Abraham Lincoln, en el plano universal, es un significativo ejemplo de lo que hablamos, mientras que el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó lo es en el ámbito local.

Tiene en su curriculum, el doctor Gutiérrez, haber sido uno de los pocos que Juan Bosch buscó personalmente para que se reintegrara al partido cuando, por razones que no vienen al caso, lo había abandonado. Se convirtió, después de la muerte de Trujillo, y por su trayectoria política, en el discípulo mejor formado sociopolíticamente del profesor Bosch; sus últimas cuatro entregas bajo el título de Composición Social Dominicana así lo demuestran (aunque haya incurrido en señalamientos innecesarios y olvidos o errores involuntarios), como también libros, artículos y conferencias que han salido de su intelecto.

Fue protagonista de primer orden al lado de las dos figuras políticas más emblemáticas del país en la historia reciente: José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch, con quienes compartió algunas de las responsabilidades que pesaron sobre sus hombros, y persona de confianza del coronel Caamaño -presidente de la República en Armas durante la Revolución de Abril de 1965-, desempeñando, en el gobierno constitucionalista, las funciones de viceministro de Interior y Policía y, más tarde, la de ministro encargado, posición que ocupó con anterioridad el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez (nombrado en Puerto Rico por Juan Bosch mientras compartían el destierro al que habían sido confinados), asesinado en el intento de ocupar el símbolo del poder político dominicano, el Palacio Nacional, el 19 de mayo de ese año.

Para las primarias del 1996 perdió, el doctor Euclides Gutiérrez Félix, la candidatura a la presidencia por el PLD de Leonel Fernández, hecho que marcó el inicio de lo que se constituiría, con el devenir del tiempo, en la mayor tragedia para el pueblo dominicano, aseveración que irrita y molesta al funcionario peledeísta y lo lleva a emitir criterios que, fuera de la sociopolítica, lo rebajan al nivel del más ignorante de los dominicanos [“… queremos hacer algunas anotaciones en relación con este libro de Juan Bosch (Composición Social Dominicana, nh), las que nos van a explicar esta presencia de una numerosa caballería de calumniadores, difamadores, mentirosos, oportunistas, veletas sin rumbo y lacayos, que se multiplican en los medios de comunicación, fungiendo como rectores morales de la vida de nuestra nación”].

El revés sufrido por el Sr. Gutiérrez Félix, de forma sorpresiva si se quiere, en un partido que aún parecía estar bajo las riendas de Juan Bosch y la influencia del boschismo (era lo visible; lo que no se veía echaba raíces en el trabajo sucio que, subrepticiamente, realizaba un grupo, con Leonel Fernández a la cabeza, que perseguía apoderarse del PLD, tal y como sucedió), lo llevaría, con el paso de los años, a incurrir en graves errores que lo alejarían del final que se espera para una persona que debía alcanzar sus últimos días como un ferviente comprometido con la patria. Y en vez de terminar como Caamaño o como Lincoln, guardando las debidas distancias, el doctor Euclides Gutiérrez Félix volvió a sus orígenes trujillistas, perdiendo ante el pueblo dominicano la credibilidad que había adquirido en su dilatada vida revolucionaria.

Ing. Nemen Hazim

San Juan, Puerto Rico