1. Te debo una disculpa, Miguel D. Mena. Y aquí te la ofrezco en razón de haber afirmado en mi artículo sobre el libro que editaste con el título de Epistolario de Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso (Acento.com.do de 3 de octubre de 2021) que recibiste 5 millones de pesos por la edición, compilación y publicación de los catorce tomos de las obras completas de Pedro Henríquez Ureña.
2. Pero mi afirmación no fue infamia, como afirmas dolido, sino falta de información o un error, si quieres, en razón de que mi fuente me confirmó que las obras completas costaron 5 millones de pesos, con todo el reproceso que hubo que realizar. Y ni siquiera eso evitó que salieran sin erratas y errores. Al punto que hubo que rehacerlas. Y los errores o las informaciones erradas en un editorial o en un artículo periodístico se subsanan y se ofrece disculpa al agraviado. Así he procedido y hecho. Mi información de que recibiste cinco millones de pesos es falsa y procedo a rectificar. O sea, que recibiste millón y medio de pesos tu trabajo, según contrato, e información que me ofreció primeramente José Rafael Lantigua y luego tú. Pero las otras cuatro “infamias” no son tales, pues lo principal arrastra consigo lo accesorio y son hijas, por lo tanto, de la primera falta de información o error cometido.
3. Pero lo que sí debes aclararle a los respetables lectores de Acento.com y Acento digital en la web es si, además del millón y medio de pesos recibido como pago a tu trabajo por parte del Ministerio de Cultura, recibiste fondos adicionales de parte de entidades financieras del Estado o del sector privado o de otros ministerios, como el de Educación, en razón de que alegas que saliste perjudicado con el millón y medio de pesos que recibiste, por lo que ha de presumirse que de algún lado pudo haber salido dinero para llevar a término tales obras completas. Si no ha sido así, te confieso que fue un mal negocio para ambas partes. Para ti que casi sales arruinado y para el Estado que perdió ese dineral y recibió unas obras completas plagadas de erratas y que aduces que deberán ser enmendadas. Si recibiste dinero de otras instituciones bancarias o de otros ministerios, deberás informarlo para que el contribuyente sepa a cuánto ascendió finalmente el precio total de esas obras completas de Pedro Henríquez Ureña.
4. Pero de la misma manera que me he disculpado contigo por la falta de información o error de mi artículo, y que no es una infamia, sino que no corroboré la veracidad de mi información con la fuente que eran Lantigua o tú mismo, ahora voy a probarte que la afirmación contenida en tu artículo de 4 de octubre de 2021 en respuesta al mío en el que afirmas que yo fui secretario del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), no es infamia, ni error, ni falta de información: Eso es difamación e injuria. Y para que te disculpes, rectifiques y desmientas públicamente esa mentira, que de alguna memoria vicaria ha debido salir, te informo que en 1959 y 1960 yo residía en Sabana Grande de Boyá y en junio o julio de 1960 fui nombrado como cartero de la agencia de correos de mi pueblo y en esa fecha contaba con 18 y 19 años y apenas había hecho el octavo curso de primaria y, para obtener apoyo para ser nombrado en ese cargo del SIM, debí haber asesinado por lo menos a varias personas como demostración de mi fidelidad a Rafael L. Trujillo y a Johnny Abbes o a quien fuese en ese momento jefe absoluto del SIM. Bajo aquella dictadura implacable de Trujillo había que ser muy “afortunado” para que yo, a los 18 o 19 años, desplazara de ese puesto al tristemente célebre Faustino Pérez, quien desempeñó ese cargo hasta la caída de la dictadura, nombrado por Anselmo Paulino.
5. De modo, pues, don Miguelín Mena, que te corresponde probar esta acusación temeraria de difamación e injuria a honra ajena y de no hacerlo, me reservo el derecho de incoar una acción en justicia a fin de que pruebes ante un juez que yo fui nombrado a los 18 o 19 años de edad secretario del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) por Rafael Trujillo Molina a través del presidente títere del momento.
6. Te aporto otro dato en beneficio de tu retractación: En la lista completa de los miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) publicada por el periódico 1J4 y luego en el libro de Cándido Gerón, titulado Trujillo. La cultura del terror (Santo Domingo: Centenario, 2018), no aparece mi nombre como secretario de ese organismo de espionaje. Tu acusación es de 2021, de modo que no hay excusa, para investigador tan avezado como tú, al no haber consultado ambas listas.
Y, por lo demás, luego de publicadas esas dos listas, ningún familiar de los asesinados o torturados por el SIM se le ocurrió incriminarme por haber delatado o causado la muerte a algún pariente suyo.