Es indudable que a partir de la aparición de la pandemia el mundo cambio; con lo ocurrido primero experimentamos estupor, luego confusión, desamparo, rabia, impotencia y miedo; viéndose el futuro muy incierto. Lo único que parece funcionar para mitigar la expansión del virus, es el aislamiento y la limitación de contactos físicos; pero el ser humano es un ente esencialmente social, que precisa de la interacción con los demás. Las constantes restricciones experimentadas por todos han pasado factura, la gente se desesperó, ha violado los controles y ha salido sin protección empeorando la situación.
El gobierno tiene entre sus manos un problema difícil de solucionar, pues prácticamente es imposible consensuar tantos intereses diferentes y tratar de contener las infecciones. En estas circunstancias se necesita que el liderazgo nacional, sin excepciones, asuma sus responsabilidades para tratar de buscar soluciones al problema.
Debe quedar claro, que el poder y la riqueza entrañan otros deberes no sólo disfrute, en estos tiempos tan complicados que estamos viviendo se tienen que asumir los que corresponden y actuar; por su parte los ciudadanos deben tener otro tipo de comportamiento y tomar conciencia de la gravedad del caso y no contribuir con su indisciplina e irresponsabilidad a ponerlo peor.
Es cierto que el Covid ha desnudado las precariedades existentes, por eso es tan importante que ese liderazgo que mencionamos asuma obligaciones encaminadas al bien común; tienen que pensar y actuar de manera distinta. No es posible que en pleno Siglo XXl se continúen sufriendo las condiciones de inequidad, precariedad, pobreza e inseguridad que constantemente padece gran parte de la población y que en este difícil momento se han agravado. Esos líderes tienen que sentir la presión de una sociedad que los vigila y les exige actuar correctamente.
En medio de este drama planetario, el liderazgo político emerge como un actor principal, especialmente aquellos que tienen en sus manos la conducción del Estado; estos poseen un innegable peso en los principales asuntos de la vida nacional, pues son los administradores de los recursos públicos, los hacedores de leyes y reglamentos. En fin, se supone que pueden decidir los objetivos económicos, sociales y sanitarios de la Nación. En estos momentos esas decisiones son trascendentales para el futuro de la República Dominicana y se espera que sean tomadas con sensatez y responsabilidad.
Es hora de responsabilidades colectivas y de que cada quien se sume a un esfuerzo nacional en procura de la contención de la pandemia.
Sin salud no hay economía que funcione; sin la economía creciendo no puede progresar el país; si el país no progresa nos perjudicamos todos y el fracaso sería desbastador arrastrándonos nadie sabe hasta dónde. Lo que todos hagamos, hoy determinará lo que lograremos ser mañana.