Ayer jueves, el Diario Libre publicó en su sección  Antes del Meridiano, un escrito con el título “Medios y post verdad”, firmado por la reconocida periodista Inés Aizpún y en el que se trata de manera breve y muy comprimida el tema que ahora está tan de moda, y que es el arte de edulcorar la retórica con palabras o discursos suavizados para que las mentiras parezcan al final verdades, y que  ahora le llaman “post verdad” , pues suena mejor y hace de muy entendido y progresista hablar sobre ello.

Se inicia con la crítica al  “presidente” cubano Díaz Canel, por denunciar el intento de imposición del pensamiento único por los medios de comunicación, la cual me parece correcta por aquello de que el burro le esté llamando orejón al conejo. Se afirma también, y como de propina, que ”en Catalunya la televisión regional  no respeta ni las reglas de la democracia, ni las del periodismo básico, que su programación es un panfleto independentista capaz de defender sin disimulos un golpe de estado, sin límites profesionales o democráticos”. Muchas y complejas cosas en solo un par de renglones.

No es la primera vez que en ese leído espacio del Diario Libre se aborda y denuesta al independentismo catalán. Lo hace de tiempo en tiempo, como si se tratase de una bocina más de la prensa oficial o paraoficial del Gobierno español, con la dudosa circunstancia de que los lectores dominicanos no tienen posibilidades, o se les dificulta mucho, para acceder a otras informaciones sobre la realidad actual catalana y así contrastarlas y poder sacar conclusiones después de oír las dos campanas, la española y la catalana, que tocan con distintos fines, tonos e intensidades.

Por ejemplo, para el Gobierno español el que los catalanes hayan hecho un referendo reclamado durante años por el 80% de la población de Catalunya para saber su futuro y destino político, después de haberles cercenado su Estatuto de Autonomía, es un “golpe de estado”, como afirma Inés Aizpún, dado que la constitución española no lo permite.

Para la Generalitat, el gobierno autonómico de Catalunya, hacer el referendo citado significaba cumplir con la voluntad de una mayoría muy mayoritaria de sus ciudadanos, un acto democrático de acudir a las urnas de manera absolutamente pacífica el pasado 1 de octubre  -yo estuve allí y puedo dar fiel testimonio- en el que no hubo ninguna violencia por parte de los votantes, salvo la de los miles de policías y guardias civiles enviados desde toda España para que secuestraran urnas y papeletas de votación, y reprimieran bestialmente a los votantes, dejando más de 900 heridos, las escenas pueden verse en You tuve. Saquen ustedes mismos su conclusión.

Tampoco después del referendo se apresó ni depuso a ninguna autoridad española o catalán. Sin embargo, el Gobierno español sí encarceló, persiguió y  multó a los políticos catalanes que habían sido elegidos legal y legítimamente por el pueblo de Catalunya, acusándoles en una euro orden  de “rebelión y sedición”, cargos que un tribunal alemán ha desestimado evitando la extradición del Presidente catalán Carles Puigdemont, exiliado en Bélgica. Como para que existan esos delitos se necesita que haya violencia, y ante la carencia total de ella, el  juez Llarena, para intentar justificarla afirmó “que puede haber violencia sin violencia” es decir pueden hacerse huevos fritos sin que haya huevos. Curiosísima justificación sacada de debajo de la manga del magistrado. Los alemanes tampoco se han tragado esta burda mentira o post verdad, como usted quieran llamarla. Otra puro y duro intento de post verdad.

El tratamiento noticioso oficial de esos hechos no ha podido ser más vergonzoso y degradante a nivel nacional e internacional. El mismo día en que ocurrió  la brutal represión y en el que votaron más de dos millones de catalanes, el presidente Rajoy salió en televisión diciendo que en Catalunya “no había pasado nada”. Y se quedó tan campante. El ministro del interior, dijo después que las palizas, en las que un joven perdió un ojo por un balazo con bolas de plástico, prohibidas usarlas en Catalunya, eran “cargas proporcionadas” contra los “manifestantes”.

El ministro de Asuntos Exteriores, el señor Dastis, quedó en el más espantoso ridículo cuando en Inglaterra y en la prestigiosa cadena televisiva BBC, afirmó mintiendo descaradamente que los videos colgados en las redes se trataban de “fake news” de los independentistas para desacreditar el gobierno español, los periodistas de la BBC, estupefactos ante lo dicho, le respondieron que cómo podía ser eso, si fueron ellos mismos los que tomaron las escenas de la feroz violencia policial. Otro ridículo parecido, por mentiroso, le sucedió con un periodista en Alemania. Eso no es ninguna post verdad. Son mentiras como camiones, y nada más.

Por otra parte, se acusa en el escrito a las televisiones regionales catalanas de que no respetan las reglas de la democracia ni las del periodismo, que su programación es un panfleto independentista y que se ataca a los ciudadanos constitucionalistas. Atacar cómo ¿con porras, con gases, con tiros como los policías españoles?

Es posible que haya algo o incluso mucho de cierto en esto, al fin y al cabo están defendiendo algo que todavía está permitido -ser independentista- hasta en la cerrada constitución española, pero nunca como lo están haciendo en infinita mayor cantidad e intensidad los medios españoles, mintiendo, difamando, acusando, tratando de construir un relato falso que justifique sus errores y mentiras. Nunca tan manipuladores y mendaces como los diarios El País, ABC, La Razón o El Mundo, que se han convertido en auténticos libelos al servicio del Gobierno español, sin la menor objetividad ni ética periodística.

Pongamos otro ejemplo de la intolerancia informativa española, se acaba de destituir a la encargada  de programación de noticias de Televisión Española en Valencia, porque le prohibieron sacar al aire la noticia de que la Secretaria de Estado de Comunicaciones hizo unos comentarios soeces sobre unos manifestantes que silbaban y abucheaban al presidente Rajoy cuando acudía a un acto,  creyendo que las cámaras no la oían, pero los micrófonos captaron perfectamente “se merecen un corte de mangas de cojones”, “ os jodéis”.  Qué maravilloso respeto de los gobernantes hacia los gobernados, y que sinceridad informativa.

Los noticieros españoles que llegan a República Dominicana están cargados  de mentiras y manipulaciones sobre el proceso independentista catalán y otros muchos temas, lástima que sea prácticamente el único medio en el que pueda verse a manera de monopolio del relato español.

Por último, Inés Aizpún dice que un estudio reciente mostraba que los jóvenes tiene dificultad para distinguir las noticias de la publicidad en el entorno digital, y que en eso los más sectarios, los cubanos o catalanes, son unos maestros. De los cubanos no sabemos si les instruyó Fidel Castro durante más de medio siglo, es lo más probable. Ahora, si los catalanes son maestros de la post verdad, podemos decir que los españoles son quienes les han enseñado pues, en esas lides, son maestros de maestros. Es más ¡unos verdaderos supermaestros!