Aunque no muchas personas lo conocen y a primera vista pueda parecernos raro, ¨ningunear¨ es un verbo que existe en el idioma castellano actual,  medio agazapado entre las páginas del diccionario como si tuviera miedo de cobrar vigencia en nuestro uso coloquial. Según la definición de la Real Academia ¨ ningunear ¨ significa no hacer caso de alguien, no tomarlo en consideración, menospreciar a alguien. De paso, diremos que ¨ ninguneo ¨ es la acción y efecto de ningunear. Para mayor comprensión del vocablo y por si queremos comenzar a utilizarlo, pues para los que vivimos en este patio podría tener múltiples aplicaciones, conjugaremos el presente de indicativo: Yo ninguneo, Tú ninguneas, Él ningunea, Nosotros ninguneamos, Vosotros ninguneáis, Ellos ningunean.

Y, añadimos por nuestra cuenta, hay diversos tipos de ninguneo, por ejemplo: el familiar, si usted no hace caso de lo que le dice su esposa de que deje a esos amigotes de tragos y salidera nocturna que no le convienen  – y las esposas nunca fallan en eso – o sus hijos le reclaman que no les brinda tiempo para conversar sobre sus inquietudes y problemas, lo más probable es que tarde o temprano lo ninguneen con una separación o un divorcio tan sorpresivo como merecido. También están los ninguneo laborales, si no se lleva de lo que sus jefes le dicen una y otra vez de que llegue temprano a la oficina, que deje chatear con la compañerita de enfrente, de no pasarse una horita tomando el café como si estuviera en un glamoroso bulevar francés, entonces puede que lo ninguneen largándolo de patitas a la calle.

Hay otros ninguneo que entran en el sector de servicios, si usted va a hacer un reclamo porque la factura de la luz se ha duplicado de un par de meses para acá, sin aumentar un solo voltio el consumo eléctrico, tiene un 99% de posibilidades de que lo ninguneen con mucha energía, pues la cosa está clara, o paga o le apagan.

Pero donde el verbo ningunear calza de maravilla es a los ¨ ni caso ¨ a que estamos sometidos por parte los funcionarios con poder de gobernarnos. Veamos, hay un ninguneo municipal cuando las demandas de que arreglen las calles, de que la basura no salga todo el día de paseo, de que no se acumulen aguas  cuando llueve, suelen caer en saco, o mejor dicho, en funda plástica rota. Más de los mismo, hay un ninguneo congresual, donde  incontables veces se ha solicitado que se acabe con los irritantes privilegios de los barrilitos, las super dietas, o las exoneraciones, pues bien, siguen sin escucharnos y para el colmo de los colmos ya están tramitando más aumentos.

Otro ninguneo, el del derroche de los dineros de los contribuyentes, de echar tantos cuartos públicos en bolsillos inmerecidos y sacos sin fondo, ya no sabemos cómo, ni dónde, ni a quién decirle que acaben de una vez por todas con los gastos innecesarios, pues con dar tímpano roto al asunto, quedamos ninguneados y tan campantes. De igual manera sucede con  los asuntos policiales, se les aconseja que se pasen al estatus civil, que dejen de intercambiar disparos de manera tan alegre, que una vida vale más que una bala, y ¡poo! ¡poo!, ahí quedamos ninguneados. Más y más, el ninguneo de la reelección, les suplicamos, una vez más, que dejen de marearnos con el… no, pero sí… y  …el  sí, pero no …y  ni  caso, siguen con el jueguito tan simpático. Y así podríamos seguir hasta muy cerca del infinito.

Después se extrañan de que con tanto ninguneo, haya gente en las elecciones quiera incluir en el voto una casilla con el recuadro de  ¨ ninguno ¨,  y hasta en eso ningunean ¡Qué cosa!