En este nuevo día que Dios me regala, aún faltan minutos para las 5:00 a.m., y retoza en mi cerebro como un niño hambriento y desvelado, la preocupación sobre cómo las drogas se han metido en el modus vivendi de nuestra juventud, la cual se desarrolla en una Sociedad desvalorizada, cuyos estandartes, tal y como le comunicaba por correo a mi gran amigo y entrañable profesor de filosofía Padre Rogelio Cruz, reposan y se sostienen en los "drinks", el "dembow" y las "bancas de apuestas", sumándole a esto el "yo tengo", lo cual muchas personas atribuyen a un "problema generacional", y yo me pregunto: Qué han hecho los padres con el amor que debe aguardar a sus hijos en casa cuando llegan de la escuela. Por qué ya los directores de los colegios o escuelas no los encontramos a las 7.30 am en las puertas cuando vamos a llevar a nuestros hijos a aprender, sino que se encumbran en una oficina esperando a que lleguen los días números treinta. Por donde andan "los curas" que nos impartían en las aulas las asignaturas de Literatura, Filosofía, Religión y Dibujo Lineal, y que incluso visitaban nuestras casas y jugaban baloncesto, balonmano o pelota junto a nosotros. Donde está el vecino que se atribuía una pela en tu contra por que cuando tus padres no estaban, él se sentía como uno de ellos. Donde está Mamá o por donde se encuentra Papá, cuando a solas "en sus habitaciones" los hijos se embriagan de la televisión o del internet. Y donde se ha metido el hermano de la comunidad o congregación que te da la Paz en la Iglesia y se esconde de ti cuando sale al mundo, como si visitar la Casa de Dios se tratara de ir al cine a ver una película. Carajo, donde están los hijos de Baden Powell y su movimiento Scout. Coño, por qué tanta gente le ha perdido la vista a Cristo, y vive con los ojos centrados en los gustos y placeres que les brinda a borbotones esta tierra. Para muchos, un problema generacional.
Ante tantas ausencias, miramos hacia el horizonte y lo que se imagina observar no es de color rosa, y pasa el tiempo y las Familias y los gobiernos sólo ven "al mono" joder a nuestros jóvenes, prefiriendo los primeros bailar un son con los conocidos temas "dejar pasar" o "vamos a ver qué pasa". La Familia se destruye cada día, y no encontramos un gobierno que dedique tiempo y recursos a través del desarrollo de políticas encaminadas a la "prevención de tantas cosas", como es el caso de las drogas, causal principal de la mayoría de los problemas sociales que emergen y se mantienen en la superficie cada día, y por ende, generador "sin competencia" de la mayoría de los casos que hoy se encuentran en la jurisdicción penal, sin embargo, para muchos sigue siendo un problema generacional.
Para comenzar, se impone que cada Ser Humano, obrero, profesional, empleado público o privado, ama de casa, artista o comunicador, sin perder la mirada a Cristo, "Humanice" cada labor que desarrolla en la Sociedad. Que el gobierno, los legisladores y un sector de la prensa, dejen de motivar al Ministerio Público y a los Jueces para que "apresen y sancionen con cárcel" a los enfermos que consumen drogas, ya que el sistema nos devuelve a esos hijos peor, sino que una vez apresados, sean sometidos a un "programa de control y superación del adicto", a través de la creación de los juzgados penales especializados en drogodependencia, con el apoyo de las organizaciones sin fines de lucro que quieren ayudar, pero, que las mismas no han contado con el apoyo continuo, integrado y decidido de ningún gobierno, sino que cada año "mendigan para ayudar".
El Estado, a través de sus instituciones, debe de constituirse en titular de la promoción de valores y ejemplos, con el objetivo de que en los barrios surjan menos "drinks" o desaparezcan, y que hayan más bibliotecas o "clubes de promoción del entretenimiento sano". Que el "Barrio no sea tan Seguro", pero, que sea más "Humano y Educado".
Una clara y consistente política de persecución del crimen es muy importante, ya que con ello se envía un mensaje preciso sobre cuáles sanciones pudieran recaer en contra de las personas que delinquen, pero, que sea aplicable "para todos", no para unos cuantos. Que las penas en contra de los traficantes y distribuidores de drogas sean aún más drásticas, sin embargo, que los enfermos que consumen, reciban un tratamiento más humano, que ellos sobre la base del reconocimiento del error y del problema, aprecien la posibilidad de que tienen "otra oportunidad" en esta vida.
El gran objetivo del Estado debe ser que, en adición a la persecución y sanción de los narcotraficantes, procurar a través de la auténtica promoción de los valores, que la demanda de la droga baje, para que la oferta no constituya una institución lucrativa dentro de la narco economía, sin embargo, para ello hace falta mucha "voluntad" y menos "firmas o chistes de mal gusto", y así la "gente que piensa" de este país, no siga entendiendo que es un "problema generacional".
Cierro por ahora este resabio, dejando para motivar la reflexión de los que "piensan, conceptualizan mucho o hacen de su vida un simple chiste o gesto", aquello escrito por el novelista ruso León Tolstoi: "Hay quienes cruzan el bosque y no ven la leña para el fuego".