En estos tiempos del coronavirus hay otra amenaza que está tomando fuerza de Huracán David contra la pieza clave del bienestar de las personas: el respeto a cada individuo de su libertad de comprar con sus propios ingresos en base a sus preferencias individuales; a la libertad de otros individuos que arriesgan su patrimonio para presentarle, en base a lo que ellos estimaron son esas preferencias, diferentes ofertas de precio y calidad a su consideración; y, obviamente, a la libertad de que se puedan poner en contacto y que en su papel de consumidor elija el producto que quiere a un precio mutuamente acordado. Este es un libreto que se quiere cambiar de forma similar a la que ya está en marcha con el sistema previsional.
El golpe de estado a los fondos de retiro está en marcha, apoyado ahora por ilusos creen recibirán en efectivo un 30% de lo que está en sus cuentas. De esa promesa no verán un peso. “La luz al final del túnel” no es la de valla lumínica que anuncia el alivio de usar fondos propios en momentos de necesidad, es la que advierte la Ley de Murphy de un tren que viene a llevárselos de encuentro. ¿Cómo? Con la eliminación de las AFP, que se podrán retirar aliviadas a disfrutar la lucrativa intermediación provocó la aparición de los bonos del gobierno, la confiscación de todas las cuentas de ahorro individual en un fondo común que administrará una entidad estatal, propiedad del pueblo y manejada sin afán de lucro. Ya que ese camino a un “retiro feliz vía reparto” se está pavimentando, vamos a ver esta amenaza al individualismo salvaje al que apuntan con cañones.
Es enorme la cantidad de formas en que se están difundiendo mensajes que se resumen en lo siguiente: el “gasto irracional” en una oferta “innecesariamente diversa” de bienes de consumo y las “abismales diferencias de ingresos” entre artistas y enfermeras o deportistas y médicos que muestran ahora la “preferencia letal” de poner el ocio sobre la salud. Comento algunos de los que me tienen revisando los mensajes de las redes con Dramamine para evitar consecuencias de un mareo.
En varios grupos vieron el mea culpa de una jovencita mostrando en una mano unos tenis de los caros y en la otra lo único inteligente del corto, un celular moderno. Ahora que su necesidad es un buen desayuno de víveres con huevos presenta su indecisión entre hervir el celular y freír los tenis o viceversa. Luce arrepentida de estar sin un centavo ahorrado para comprar alimentos por gastar en los mejores teléfonos y calzados deportivos. En el video no hace referencia a su ropa interior, pero por las preferencias de buscar calidad en sus decisiones de consumo es probable que comprar la lencería más cara sea también culpable de su forzado ayuno.
En los comentarios sobre el video de marras se destacan los que recuerdan las críticas marxistas al “consumo conspicuo” y “acelerar la obsolescencia de los bienes” que provocan los empresarios privados capitalistas, para inducir a la producción heterogénea de lo que se puede producir con una forma estándar. El cómplice en este crimen contra un uso racional de recursos que se enfoque en la satisfacción común de la sociedad es la publicidad, esos anuncios que inducen a las personas a gastar en lo mejor, aunque no puedan, para sentirse superiores a los demás por los pocos meses en que el artículo será novedad.
La conclusión, por supuesto, es que si todas las empresas fueran propiedad del Estado o privadas con las ordenes precisas de producir bienes homogéneos y duraderos para las grandes masas, hoy tendríamos todos un celular utilitario y un par de tenis “marca-ná” que cumplen su función principal de mantenernos conectados y correr o caminar cómodos.
En cuanto a las partes pudendas, un diseño básico universal para cubrirlas por el necesario pudor con un precio máximo de control hasta los diez pesos. El réquiem a la lencería será una necesidad en el mundo después de este virus que jamás deberá ver campañas publicitarias tan perversas como la de “¡Ahora que tu interior está de moda!”. El 2020 será el inicio de la nueva era del Panti Utilitario, el verdadero final del irreverente espectáculo “Desfile Ángeles de Victoria Secret” y de atrocidades como crear versiones comestibles que ya se pueden ordenar hasta por Amazon.
De haber estado funcionando hoy nuestra economía como la Unión Soviética durante el socialismo, todos los bienes necesarios llegarían a precios cómodos y los ciudadanos contaran con ahorro suficiente en eventualidades como una cuarentana forzada por emergencia de salud. Y esa mejor distribución de los recursos que se logra apuntando a las necesidades del bien común, al eliminar las extravagancias de preferencias individuales, también se trasladaría a un disfrute económico del ocio que impida a los atletas y artistas acumular fortunas.
En cientos de mensajes “buscalike” se habla del desperdicio de dinero que hacen clubes de países capitalistas pagando a estrellas del fútbol cientos de millones de dólares o euros. Ven un derroche en las nóminas multimillonarias para pagar atletas cuando en los hospitales públicos médicos y enfermeras ganan para vivir entre la miseria y la modestia. También de criticable son las enormes fortunas que intermediarios logran colocar en manos de artistas que conectan con el gusto popular y atraen multitudes a conciertos, cines o visitas a plataformas digitales.
En esto también la situación se debe al “individualismo salvaje” de las preferencias se forman en base a lo que nos gusta o conviene sin pensar en el resto de los humanos. De ahí que el abanico de opciones sea una locura donde cabe de todo, están todos los extremos y al ritmo de lo que vale es comercio y lucro se van destruyendo los valores deben inspirar al que canta y golea, brilla en teatro o arena deportiva.
De nuevo, la solución es un bypass a las preferencias individuales para eliminar su patrocinio irracional a los artistas y deportistas, tomando como modelo, en la sociedad post corona virus, la forma que en Cuba se organiza el ocio hace más de medio siglo. Cantantes y atletas serán formados exclusivamente en academias estatales. Los artistas que más se destaquen ajustando su talento a la calidad musical y literaria que servirá de guía, tendrán asegurada su difusión por las emisoras estatales, un estipendio razonable y posibilidad de participar hasta un 10% en ganancias de giras internacionales. Nada de casa en los Hampton, millones de dólares en bancos extranjeros o pasearse en autos de lujo. Sólo así es posible volcar recursos hacia la salud y los médicos, al punto que es posible tenerlos disponibles para apoyar a naciones más desarrolladas.
En el caso de los deportistas, ahí está la satisfacción de los mejores de representar con orgullo la bandera nacional en competencias internacionales, siempre en su calidad de atletas aficionados, otra cosa que arruinó el capitalismo salvaje al introducir profesionales en las Olimpíadas. Cero deportes con fines de lucro. El Glorioso Licey y los otros equipos de menor categoría pasarán a ser manejados por viceministros. Entradas gratis a los estadios, las cafeterías vendiendo todo a precio de costo y, por supuesto, un impuesto especial para el mantenimiento de las academias de pelota del 75% sobre los contratos de jugadores que se les otorgue permiso para incursionar en las Grandes Ligas.
Ese es el futuro que nos espera, a pesar de que el virus encontró a millones de personas con preferencias las llevaron a tener celulares regulares, tenis genéricos y ahorro en el banco. Pero éstas no hicieron videos en forzada ayuna. Quien lo hizo fue una boba que se queja hoy de que esos bienes existían y no se pudo controlar. Y en vez de manifestar que espera un futuro donde tendrá la oportunidad de ajustar sus preferencias, es la bandera de quienes buscan control político para eliminar todas las cosas de alta calidad y precios, que producen empresas privadas, y sustituirlas por cosas normales a precios regulares que nos fabrique el gobierno. Mientras a más personas convenzan de que hay que consumir pensando en el bien común, que hay que aceptar la oferta de bienes públicos y disfrutar de ocio gratis en conciertos y campeonatos de fútbol y pelota, los socialistas van a tener mucho que agradecer al coronavirus.