Hoy escribiría de algo que me mostrara alegre, sencilla, ligera y feliz; ya que los últimos tres artículos, lamentablemente se confirmaron a sí mismos, absolutamente nada que haya escrito antes había provocado tanta virulencia. Pero, no puedo, es necesario abordar el tema que da título a esta entrega; hay tantos mitos generalizados, que en ocasiones asustan.
Que en conversaciones alrededor de un juego de dominó se hable de esa nueva construcción imaginaria de las mujeres como “las aprovechadas” ya es negativo; pero que autoridades de la más alta investidura nacional, aunque no hayan tenido la intensión, dejen entrever que las mujeres buscan a los hombres como vehículo a la mejora económica, es terrible. Hay asuntos que hay que conocerlos a fondo para opinar, sobre todo si usted es una autoridad.
Realidad. El Banco de la Mujer, que da testimonio permanente del éxito de sus programas de micro crédito y crédito a mujeres de escasos recursos económicos, afirma que las mujeres son excelentes pagadoras y que la tasa de retorno es cercana al 100%. Esta misma experiencia la testimonian todas las iniciativas de emprendimiento económico con mujeres de comunidades de base.
Incluso el gobierno con su Programa de Banca Solidaria muestra gran satisfacción con la forma en que las mujeres administran los créditos. Si se realiza una investigación sobre el trabajo femenino en República Dominicana, no me cabe la menor duda que reflejará mujeres laboriosas, esforzadas y asumiendo la doble y hasta triple jornada laboral (la calle, la casa y la “atención” especial a las parejas).
En la Universidad Autónoma de Santo Domingo, se han hecho levantamientos de información con estudiantes para saber quiénes le ayudan con su sostenimiento económico, y en la mayoría de los casos la respuesta afirma que el principal sostén proviene de las madres. Estas les aportan lo que tienen y lo que no tienen, porque le roban horas al sueño para que sus hijos/as se hagan profesionales. Haga usted su propio sondeo simple en su círculo laboral y le aseguro que encontrará lo mismo.
Estudios realizados en Latinoamérica hablan de que 69 mil niñas menores de 14 años quedan embarazadas cada año, las principales causas de estos embarazos son violencia sexual, relaciones con hombres adultos (que en RD está tipificado como violación) e incesto.
Según el Compendio para la Planificación Social con Enfoque de Género a Favor de la Niñez, que aparece en la web de la Oficina Nacional de Estadísticas, en el país hay 1.7 millones de niñas, de las que 737,331 viven en situación de pobreza; el 17.1% de las adolescentes son madres y el 2.1% lo fue antes de los 15 años; la tasa de mortalidad infantil en las niñas es de 28 x 1000; el 4.1% sufre desnutrición global; la tasa neta de escolarización en edades de 14 a 17 años es de 69.7%; el 15.6% ha experimentado algún tipo de violencia física y el 4.6% violencia sexual; y el 7.8% de las niñas entre los 10 y 17 años, no estudia, ni trabaja. No es halagüeño el panorama.
Situaciones espeluznantes con relación a las niñas, que evidentemente tienen causas y traen consecuencias ¿Podemos enfrentarlas y superarlas desde planteamientos que parten de afirmar que las mujeres se casan para salir de la pobreza? ¿A qué se contribuye, qué soluciona ese enfoque? ¿Podría ser más pertinente estudiar, entender y conocer lo que está pasando con esa población, en lugar de expresar opiniones que atañen a la dignidad? ¿Resolveremos el drama de las adolescentes embarazadas si sembramos en el imaginario colectivo, la idea de que son “mujeres desesperadas en busca de marido para salir de la pobreza”?
Los estudios de PROFAMILIA, presentan dos grandes situaciones alrededor del embarazo en adolescentes, a) las que están embarazadas como consecuencia del abuso a que son sometidas b) las que están embarazadas porque construyen su proyecto de vida, sobre la base de tener un hijo, una hija, que las “valida, que les da sentido, que las hace personas”.
La gran cuestionante debería ir encaminada a responder qué pasa en la vida de estas adolescentes, para que en su horizonte de existencia entiendan que la “solución” a su vida de miserias económicas, es tener hijos/as; en lugar de proyectarse estudiando, viajando, leyendo, haciendo arte, en fin, en todo lo que deberían estar. O sea, ¿no nos parece descorazonador que estas jóvenes posiblemente en su necesidad de construirse amadas consideren prioritario parir de inmediato?
¿Son ellas las que están mal? ¿Será que la sociedad sigue anclada en la idea de que la principal meta de las mujeres debe ser tener una pareja “que la represente” y una familia que la dote de sentido? Y luego si las adolescentes carenciadas quieren eso, se les cuestiona y casi acusa. Y luego si las adultas quieren eso, porque seguimos “vendiendo” el sueño del “amor romántico” y ese sueño involucra un “proveedor”, nos parece mal. Ahora resulta que “acusamos” a las mujeres si todavía construyen su imaginario vivencial desde la idea de “ese que provee”, el machismo es tan atroz y perverso, que hasta en eso quiere culpar a las mujeres, de actuar en correspondencia con lo que les dijeron que tenían que actuar. Ser sumisas y esperar ese hombre salvador que va a cuidarte y protegerte.
Opinión: Es tan loco todo esto, si las mujeres nos autodefinimos libres, fuertes, autónomas e independientes, nos acusan, y nos consideran cuasi enemigas. Y si deciden aceptarse desde la realidad de subordinadas, que buscan y “necesitan” un hombre proveedor, al estilo más arcaico del machismo, también se las acusa, la palabrita de moda es “chapeadora”, porque los hombres han logrado darle la vuelta a todo, como si no fuera un fenómeno propio de la explotación.
Es como la prostitución, siempre quieren abordarla desde las mujeres que la ejercen y no desde los hombres que pagan. Quieren seguir teniendo los privilegios reservados para quien provee, pero no quieren proveer (en esa parte reivindican la liberación) y si proveen, quieren plantearse como “las víctimas”. ¡Qué difícil este juego del patriarcado de seguir estableciendo la culpa en las mujeres!
Me parece una dinámica muy perversa, la que permite que a los hombres se les siga teniendo como los dueños del espacio público y se les libere de la responsabilidad de proveer en el espacio privado. Y aclaro, hablo de la construcción imaginaria, porque en la práctica las mujeres siempre han sido un sostén importantísimo y vital de la economía, sea en la informalidad, lavando, planchando, llevando sanes, rifa, salones de belleza, y otras actividades.
Sea en la formalidad de un empleo, sea como micro empresaria o empresarias, Gobierno Central haga un estudio y podrá darse cuenta de que este país no ha colapsado porque las mujeres lo sostienen, a pesar de que casi nunca aparecen en las mesas directivas. A pesar de que la atención a la salud es profundamente deficiente, a pesar de que persistan en la invisibilización de nuestros aportes. A pesar de que la Ley de Partidos quiera violar la propia Constitución y no reconocer la participación paritaria. A pesar de que no haya fondos para trabajar en prevención y atención de la violencia machista, y las autoridades no se inmuten con las escandalosas cifras de feminicidio.
Las mujeres vivimos rompiéndonos el lomo, en dobles y triples jornadas laborales, somos más en las universidades, aunque nos contraten menos para altas posiciones. Las mujeres queremos parejas para compartir la vida, insisto la mayoría de las mujeres desde todos los tiempos han aportado a la economía del hogar, piensen en sus madres. Generalizar que nos casamos para salir de la pobreza es una disminución absurda de la realidad.