Yo fui de los millones de dominicanos que no pudimos ir a la marcha, pero la apoyé con todo mi corazón, mi alma, sangre y en el entendimiento ineludible del fulgor de una revelación. Se me agrandó el alma al ver tal cantidad de personas y sobre todo, la participación militante de aquellos que como yo, clase media a quien no nos regalan nada, somos la carne de cañón de todos estos políticos ladrones, sin excepción.

Odebrecht como se ha probado solo es la punta del iceberg de un sistema corrupto y corrompido, inmundo y desolador, donde las cofradías partidarias son una fila interminable de buscones de uno u otro color, pero putrefactos e inmundos en las connivencias constantes y colusión permanente; entiendo que no existe un solo dominicano, con un criterio mínimo que no haya entendido esta realidad. Debemos aprovechar esta probedumbre asqueante para cambiar el sistema, para que exista un real estado de consecuencias, que no insuflemos a los políticos corruptos de la soberbia con que nos miran al sabernos estúpidos o animalizados por la necesidad diaria de la búsqueda de un sustento que ellos con cada comisión, con cada soborno con cada acción nos roban, con cada factura de luz, con cada vez que debemos ir al Supermercado, comprar la pastilla de la presión, pagar el teléfono, las baterías del inversor, el colegio de los muchachos, los libros, y en definitiva todo aquello que cada instante debemos asumir como compromiso de vida, y ellos lo tienen resuelto por años.

Debemos mostrar nuestra indignación, y sobre todo NO OLVIDAR, no dar licencia a estos inmundos seres, quienes se “sacrifican” a diario por la Patria, y quienes a vivo pulmón cuando tienes la suerte de subir a uno de sus Olimpos, te dicen, “Estoy harto de esto, lo hago porque debo ayudar al Presidente”, pero no renuncian, no se van, no sueltan esa teta.

La última de estas burlas claras y evidentes a cada uno de nosotros, los estúpidos, los idiotas, los insultados a diario, resulta del hecho de que es noticia que la Junta Central Electoral y sus pasadas autoridades dejaron una deuda de más de tres mil millones de pesos. De esta extraordinaria suma de la cual debe hacerse una auditoria forense y seria, en esta semana el Estado Dominicano, es decir, usted y yo, le enviamos quinientos millones de pesos (RD$500,000,000.00) como si nada hubiera pasado, y como si esa deuda se repartiera de manera equitativa entre todos nosotros, menos los políticos de turno.

Esta noticia, gravísima, desde mi punto de vista, ha pasado inadvertida como consecuencia del caso Odebrecht que es el que ahora ocupa la atención de la opinión pública nacional, por asqueante, escandaloso, y sobre todo por el alcance internacional de sus resultados ya sabidos. Sin embargo, quedan pendientes interrogantes tan graves como el caso de referencia, que deben ser contestados hasta el centavo, porque fue dinero suyo y mío.

Que paso con los jodidos scaners, donde están, que se va a hacer con ellos?

Cuando dinero se pago por ellos y cuanto se debe?

Cuales otras partidas y que conceptos conforman la extraordinaria suma supuestamente adeudada por la Junta?

Se hicieron licitaciones, como, cuando, quien las ganó?

La nulidades encumbradas que siempre están como el corcho, arriba del agua, en vez de preservar esta inefable presencia, que ni hiede ni huele, deberían concentrarse por lo menos una vez en asumir su responsabilidad y llegar a la frase de moda: “hasta las últimas consecuencias.”

República Dominicana, aunque publicitariamente se llame así, seguro que no es inagotable, realmente tienen “jarto” a uno toda esta cáfila.