Entre tantos regalos que los seres humanos se disponen a intercambiar en estos tiempos de celebraciones navideñas, este es uno de los mejores regalos a la humanidad: ¨El pontífice prometió entregar a la justicia a los sacerdotes pedófilos¨.

Con lágrimas recibimos la noticia.  El silencio de los inocentes ha repercutido en años, los oídos, el corazón y la carrera pastoral de Jorge Mario Bergoglio, hoy, convertido en el papa de los niños abusados, acentúa la imprescriptibilidad de los atropellos y hostigamientos de carácter sexual cometidos en 30 años o más, serán por fin castigados; y dice: ¨Nunca más la iglesia subestimará ni encubrirá los abusos de los lobos, contra los niños y niñas¨.  «La iglesia entregará a los curas criminales pedófilos a la justicia… el mayor escándalo en esta materia ha sido encubrir la verdad»

Haciendo esto el soberano en el Estado de la Ciudad del Vaticano, cumple con la referencia del reino de Dios [la Justicia]

Todos sabemos que la pedofilia como tal es una cuestión irrazonable y perversa; pero, sin embargo, lo que no todos sabemos es que cuando la pedofilia es practicada por un sacerdote o pastor es una práctica aun peor: es endemoniada, perturbadora, trastornante y peligroso.    

(¨Por esta razón y otras más el Omnipotente los entregó a «la justicia por sus» pasiones vergonzosas… y, al cometer tales hechos… cada uno de ellos recibieron en sí mismos su merecido «o condena» debida a su extravío.  Por lo que Dios es quien asignó a los sacerdotes y pastores a apacentar la grey para su cuidado y nunca para dañar su primor.

¡El Todopoderoso y su reino no pueden ser burlados!

[…] entonces resulta que, ¨ellos¨ no aprobaron tener en cuenta ese llamado de refrigerio, Dios los entregó a la justicia por su mente reprobada, por hacer cosas que no convienen; por estar atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad y engaños… Es decir, –los sacerdotes o pastores responsables de crímenes pedófilos- son dignos de muerte, y no de vida). (Romanos 1:26-32).