Encontré el artículo que publiqué en “Sábado Económico” para promover la asistencia a uno de los primeros seminarios internacionales sobre la reforma del sistema de pensiones. La CEPAL, el PNUD, el Banco Central y la Fundación Economía y Desarrollo hicieron posible este evento el lunes 23 de noviembre de 1992. Memorias venerandas de este seminario a casa llena en el Auditorio Salomé Ureña del Banco Central, son oportunas recordar, por ejemplo, las críticas al sistema de reparto por los dos expositores internacionales de la CEPAL.
Cite así las que Gunther Held explica en uno de sus trabajos: “La mayoría de los sistemas de pensiones vigentes en América Latina se basan en regímenes de reparto con beneficios definidos. Estos esquemas se sustentan en principios de solidaridad intergeneracional y de confianza en la permanencia del sistema de reparto. En un período determinado, las generaciones que participan en la actividad económica cotizan para proveer recursos a las generaciones en edad de retiro y confían en que, llegado su tiempo, las generaciones futuras en edad activa cotizarán para proporcionar los recursos cuando las primeras lleguen a la edad de retiro.”
“En un sistema de reparto, no existe la acumulación de fondos (más allá de los fondos de reserva), ya que los recursos se obtienen y gastan sobre la marcha, no hay propiedad individual de los fondos obtenidos por las cotizaciones y los beneficios no dependen de los esfuerzos, sino que están definidos de antemano.”
El desequilibrio financiero crónico de estos sistemas que dominaban América Latina en ese entonces, Andras Uthoff lo atribuía a 7 factores:
“1. Las modificaciones en la estructura demográfica de la población cubierta por el sistema, que apuntan a una reducción del número de cotizantes beneficiarios. 2. Los efectos del ciclo económico sobre la estructura del mercado de trabajo y por ende, sobre los potenciales cotizantes; 3. El uso de los fondos de pensiones para financiar el déficit fiscal. 4. La desviación de fondos para proteger otras necesidades, como por ejemplo salud. 5. La existencia de fondos con propósitos híbridos. 5. La tendencia a subdeclarar ingresos durante los períodos más productivos del individuo, debido a que las pensiones se calculan sobre la base de las rentas percibidas en los últimos años de vida activa. 7. La precariedad de los mercados de capitales, lo que impide optimizar la inversión de los excedentes potenciales del sistema y los condena a erosión en los períodos de altas presiones inflacionarias.”
Invité a todos los bancos, compañías de seguros, fondos de pensiones, partidos políticos, congresistas, autoridades del trabajo, sindicalistas y gremios empresariales interesados en el tema. Tal vez algunos ahí escucharon por primera vez las características del sistema de capitalización individual chileno de estos expertos de la CEPAL. “1. Capitalización individual sobre la base de aportes magnitud definida; 2. Pensiones de vejez cuyo monto depende del saldo acumulado por el trabajador en su cuenta individual; 3. Pensiones de invalidez y sobrevivencia proporcionales a la renta imponible del afiliado; 4. Libertad para escoger la institución administradora; 5. Administración privada de los distintos fondos de pensiones que compiten por captar las cotizaciones de los trabajadores. 6. Rol subsidiario del Estado, que se expresa en la regulación y fiscalización del sistema y en el pago del diferencial respectivo a quienes no sean capaces de financiarse por sí mismos una pensión mínima.”
Con el ingrediente criollo de incluir aportes también del empleador, las características se plasmaron en los textos legales sobre seguridad social unos años después. A un cuarto de siglo de este seminario, el reparto vuelve a ilusionar a muchos opinan no perdió pelea legal. El pleito fue arreglado, el árbitro estaba en contra y ahora, tanto allá como aquí, hay pensionados timados y otros esperando ingrata sorpresa.