Con el discurrir del tiempo hemos observado que en el mundo muchas organizaciones que reclaman derechos y soluciones a diversos problemas de ciudades y comunidades, han optado por llamar la atención a sus reclamos mediante métodos de lucha renovados y que prueban tener mayor efectividad que el antiguo método de la huelga.
Las huelgas, innumerables en la historia moderna de la República Dominicana, en los últimos tiempos han demostrado que han dejado de ser un método de lucha efectivo, ya que son pocos los logros que pueden exhibir sus organizadores fruto de esta protesta, tan antigua como la humanidad.
Las huelgas tuvieron su efecto cuando en el pasado algunos gobiernos fueron obligados a dimitir por un pueblo hastiado de sus torpezas, pero los gobiernos actuales, al menos en República Dominicana, han aprendido del proceso, saben que no serán derrocados por este medio y hasta han aprendido mañas para manejar estos movimientos reivindicativos.
El rumor público condena a muchos líderes de huelgas a quienes, asignándoles mensualidades económicas o dádivas mediante programas específicos, cada gobierno de turno desinfla estos movimientos o los minimiza. Mucha gente cree que las huelgas se han convertido en un mecanismo de presión para obtener ventajas económicas para grupos con diversos intereses.
Los Gobiernos también han aprendido que realizar compromisos o promesas, mandar unos cuantos camiones a remover tierra o bachear las calles, son una especie de somnífero e incluso los funcionarios están dispuestos a firmar cualquier documento, a sabiendas de que, a más tardar en quince días, el asunto será olvidado. Cuando la huelga está en ejecución prometen de todo, cuando pasa, olvido total.
De esta forma, las huelgas han dejado de ser un método de lucha efectivo y han pasado a ser una acción desacreditada que ya nadie quiere. Comerciantes, trabajadores independientes, todos se ven perjudicados por dos o tres días de una huelga que al final no conduce a nada. Y ni se diga de las huelgas de profesionales, como los médicos, en donde los pobres son los más sufridos, son movimientos insensatos y alejados de las normas morales y cristianas ya que la Medicina, aunque se ejecute de manera contraria, es un sacerdocio a favor de la gente.
Es necesario ser más creativos, reinventar nuevos métodos de lucha, más efectivos que las huelgas, protestar utilizando movimientos sociales que verdaderamente llamen la atención del gobierno y lo fuercen a cumplir sus compromisos con el pueblo.
Y para muestra un botón: la masiva respuesta del pueblo ante el reclamo del 4% para educación, amparado en novedosos métodos de lucha, ha encontrado eco en la conciencia nacional y todos sabemos que tarde o temprano se alcanzará el objetivo.
La lucha es necesaria pero el método hay que revisarlo.