La poesía del canto etnopoético se articula en Manuel del Cabral en una determinación precisa: Este Negro. El poema dialoga con otras estructuras definicionales del etnos poético caribeño. El contrapunto mítico se expresa por los marcadores del contenido rítmico semántico del poema:

Este Negro

negro simple,

tú que tienes

a tu vida y al mundo

dentro de un amuleto.

de ti

sólo asciende

el humo de tu cachimbo.

negro sin cielo,

tu indiferencia tenaz

es como la palabra tierra

(op. cit. pp. 83-84)

El marcador semántico primario Negro simple, se extiende en el marcador originario negro sin cielo, que a su vez es el traductor sociocultural de una definición conflictiva en su proceso identitario, pues, de la instancia negro sin cielo se advierte la instancia puntualizada por la determinación imaginaria y simbólica del poema-raíz:

Negro lejano.

Noche sin mañana.

Letra de algún remoto alfabeto.

(Loc. cit. p. 84)

El grito de una evolución metafórica concentra los culturemas observables en las instancias poéticas citadas. Tanto los contenidos semánticos como los marcadores contextuales aseguran la significación de los textemas, reconocidos en la producción etnopoética del Caribe y particularmente del Caribe hispánico.

Dos estudios de Fernando Ortiz explican en parte la polivocalidad o la poliexpresividad de la poesía producida por negros africanos, criollos y mulatos en América. Tanto en /”Orígenes de la poesía y el canto entre los negros africanos”, como en, “La expresividad musical y oral de los negros africanos” (vid. op. cit. supra, pp.149-238 y pp. 239-325, el etnólogo cubano argumenta a favor de una búsqueda de la espiritualidad africana en América y principalmente en Cuba y el Caribe. Otras instancias de significación cultural podemos encontrar en poetas como Nicolás Guillén, Luis Palés Matos, E. Ballagas, Manuel del Cabral, Nicomedes Santacruz, Sócrates Barinas Coiscou, y otros para el Caribe hispánico. Para el Caribe francés observamos conjunciones, junturas y texturas como las de J.Roumain, René Depestre, Aimée Césaire, y otros.

La visión de una poética ritualista observable en la producción poética de las Antillas mayores y menores, está ligada a la evolución, funcionamiento y particularización de los signos poéticos insulares, reconocidos tanto en la oralidad como en la escritura. El relato mítico y el epos oracular se constituyen en acciones significantes categorizables a partir de las diferentes expresiones literarias vernáculas.

Manuel Álvarez Nazario (El elemento afronegroide en el español de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan Puerto Rico, 1974, vid, principalmente pp. 285-323, y passim.), observa la significación cultural de las prácticas religiosas y míticas de la tradición oral puertorriqueña a través de formaciones lingüísticas y textuales particularizadas en las vocalidades expresivas del negro criollo. Véase, por ejemplo, las siguientes estrofas:

¡Ayá, bombé, grinambó!

¡Ayá bombé quinombó!

¡Ohé, ohé, mano Migué!

¡Ayayá,sagú, carú!

¡Ohe, ohé, quinombó!

(op. cit. p.298)

Ña Remía Tumbe,

Ña Remía Tumbe,

Golpe de pueblo

Te voy a prendé.

(op., cit.p.299)

Marimbambé  Marimbambé

Esta hacienda es mía

Y la mando yo.

Yo soy quien manda esta hacienda,

Yo mismo, patón, bon-bon.

(Op. cit. pp. 299-300)

En dichas estrofas destacamos el habla criolla del negro no solamente puertorriqueño, sino antillano, que se expresa en una poética afroantillana marcada por imágenes, acentos, representaciones, símbolos y mitos articulados en una figuración onomatopéyica textualizada en bordes y centros semántico-lingüísticos.

El investigador y lingüísta  puertorriqueño Manuel Álvarez Nazario, destaca el hecho que toda una expresión étnica de vertimiento afroantillano produce en las mutaciones,  los ritmos vocales y polivocales surgidos de una práctica religiosa, ritual, mítica y mística común a todo el Caribe insular y de influencia marcadamente africana. Esta influencia se puede observar también en los ejemplos destacados en la obra titulada El Habla Campesina (Manuel Álvarez Nazario, Eds. Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, 1992), donde Álvarez Nazario estudia las fluencias lexicales y contrastes enlazados con el elemento etnorreligioso, tradicional y lingüístico.

Aspectos folklóricos y antropológicos producen en este contexto de productividad poético-literaria, formas dialógicas a partir de las cuales podemos entender el trazado sociocultural en ámbitos imaginarios que adquieren su valor interpretativo en el etnos, la lengua y la oralidad.

Samuel Feijoo cita en El Negro en la literatura folklórica cubana (op. cit.), el libro de Lidia Cabrera, El Monte, un canto mayombero donde las instancias étnicas, poéticas, lingüísticas y mágico-rituales perfilan el tipo expresivo de la poesía afroantillanocriolla:

Casimba yeré

Casimbangó

Yo salí de mi casa

Casimbangó

Yo salí de mi tierra,

Casimbangó

Yo vengo a bucá…

Dame sombra ceibita

Ceiba da yo sombra,

Dame sombra palo cuaba

Dame sombra palo yaba

Dame sombra palo caja

Dame sombra palo tengue

Dame sombra palo grayúa

Dame sombra palo wakibango

Dame sombra palo caballero

Yo vine a bucá. (op. cit.p. 57)

El mayombero aquí materializa su hablar en una liturgia mágico-religiosa desde la cual se particulariza y estructura la significación etnopoética, mediante el canto representativo de negros magos y curanderos.

Las muestras de Fernando Ortiz, Lidia Cabera, Feijoo y Álvarez Nazario, entre otros, ayudan a una comprensión del imaginario racial, poético, lingüístico y cultural del Caribe afroantillano, entendido en sus representaciones y articulaciones literarias generales y particulares. Los diversos mundos afrocaribeños perfilan un lenguaje de formas socioculturales cuyo funcionamiento moviliza el orden literario, cultural y etnopoético en vertientes de significación y construcción del etnos y el epos caribeños.