John F. Kennedy es hasta la fecha el único presidente católico que ha ocupado la presidencia de los Estados Unidos. Sus contemporáneos no-católicos temían la intervención del Vaticano en los asuntos internos de la nación. El 12 de septiembre de 1960 el entonces Senador y candidato democrático a la presidencia, aceptó la invitación de la Asociación de Ministros Evangélicos del Área Metropolitana de Houston de exponerles sus puntos de vista sobre la religión.

A continuación cito partes de su discurso, tan pertinente en el presente como en el pasado. Particularmente es importante para países colonizados por España y Portugal, con tradición teocrática de más de tres siglos. Esta excluyó toda presencia protestante y prohibió las religiones indígenas y africanas. Prohibieron la diversidad del pensamiento religioso que permitió que cada persona eligiese el camino que le señala su conciencia: con religión o sin religión, con dioses o sin dioses.

El discurso de Kennedy sobre la religión debería ser objeto de estudio y reflexión en las escuelas dominicanas. Especialmente porque de todos los países Latinoamericanos, solo la Republica dominicana se rige por un Concordato anterior al Concilio Vaticano II, de la familia del Franquismo y el Hitlerismo. La mayoría de los países del continente nunca firmaron concordatos, o lo hicieron en áreas muy específicas, para establecer relaciones con otro estado, no para normar la moral de sus ciudadanos y muy en particular, sus ciudadanas. Tampoco lo imponen en sus escuelas públicas. ¡Y después se asombran cuando las encuestas del Latino Barómetro muestran que la sociedad dominicana es la más conservadora del continente!

Kennedy inició su presentación con lo que calificó de “los temas reales” que deben decidir su campaña, y que nada tenían que ver con religiones. Entre ellos señala la influencia comunista a 90 millas de distancia de la costa de la Florida, “los niños hambrientos” que observó en Virginia Occidental; “los ancianos que no pueden pagar sus cuentas médicas”; “las familias obligadas a abandonar sus granjas” y los “Estados Unidos con demasiados barrios bajos, muy pocas escuelas y demasiado atrasado en llegar a la luna y al espacio exterior”.

“Y no son temas religiosos”— añade el senador Kennedy, “pues la guerra, el hambre, la ignorancia y la desesperación no conocen barreras religiosas. Sin embargo, porque soy católico y nunca antes se ha elegido a un católico como presidente […] me parece necesario afirmar nuevamente, no el tipo de iglesia en el que creo, porque eso debe ser importante solo para mí, sino en qué tipo de Estados Unidos creo”.

“Creo en un Estados Unidos en que la separación de la iglesia y el estado es absoluta, donde ningún prelado católico le diría al presidente (si este fuera católico) cómo actuar, y donde ningún ministro protestante le diría a sus feligreses por quién votar; donde a ninguna iglesia o escuela religiosa se le otorgan fondos públicos o una preferencia política; y donde a ningún hombre se le niega un cargo público simplemente porque su religión es distinta a la del presidente que podría designarlo o a la de las personas que podrían elegirlo”.

Creo en un Estados Unidos que oficialmente no es católico, protestante ni judío; donde ningún funcionario público solicita ni acepta instrucciones sobre políticas públicas del Papa, del Consejo Nacional de Iglesias ni de ninguna otra fuente eclesiástica; donde ningún órgano religioso busca imponer su voluntad de forma directa ni indirecta sobre el pueblo o los actos públicos de sus funcionarios; y donde la libertad religiosa es tan indivisible que un acto contra una iglesia se trata como un acto contra todas las iglesias”.

“Por último, creo en un Estados Unidos en que la intolerancia religiosa algún día llegará a su fin; donde todos los hombres y todas las iglesias son tratados como iguales; donde cada hombre tiene el mismo derecho a asistir o no asistir a la iglesia de su elección; donde no hay un voto católico, ni un voto anticatólico, ni un voto en bloque de ningún tipo; y donde los católicos, protestantes y judíos, tanto pastores como laicos, se abstendrán de actitudes de desdén y división que con tanta frecuencia han arruinado sus obras en el pasado y, en cambio, promoverán el ideal estadounidense de la hermandad”.

“Quiero un jefe del poder ejecutivo que sea responsable de sus actos públicos ante todos los grupos y que no se sienta en deuda con ninguno de ellos; que pueda asistir a cualquier ceremonia, servicio o cena que el desempeño de su cargo debidamente le pueda exigir; y cuyo cumplimiento de su juramento presidencial no esté limitado ni condicionado por un juramento religioso, un ritual ni una obligación”.

“Esta noche, les pido que continúen esa tradición, que me juzguen por mi trayectoria de 14 años en el Congreso, por mis posturas declaradas contra un embajador en el Vaticano, contra la ayuda inconstitucional a las escuelas parroquiales [católicas] y contra cualquier boicot de las escuelas públicas (a las que yo mismo asistí) en lugar de juzgarme por aquellos panfletos y publicaciones que todos hemos visto y que cuidadosamente seleccionan citas sacadas de contexto de las afirmaciones de los líderes de la Iglesia Católica, generalmente en otros países, con frecuencia en otros siglos, y que, naturalmente, siempre excluyen la declaración de los obispos de Estados Unidos de 1948 que apoyó firmemente la separación entre la iglesia y el estado y que refleja con más claridad las opiniones de casi todo católico estadounidense”.

“Cualquiera sea el tema que pueda tener que considerar como presidente, sobre el control de la natalidad, el divorcio, la censura, el juego o cualquier otro tema, tomaré mi decisión de acuerdo con estos puntos de vista, de acuerdo con lo que mi conciencia me indique que es lo mejor para el país, y sin considerar las presiones ni mandatos religiosos externos. Y ningún poder ni amenaza de castigo podría hacer que decidiera otra cosa. Pero si llegara el momento, y reconozco que un conflicto de esa naturaleza puede producirse, en que mi cargo exija desobedecer a mi conciencia o quebrantar el interés nacional, entonces renunciaría al cargo, y espero que cualquier funcionario público serio haga lo mismo

NOTA: Todas las frases subrayadas no aparecen en el texto original. Las he subrayado para denotar que en la República Dominicana los políticos y la Jerarquía de la Iglesia Católica Romana, así como determinados grupos evangélicos, hacen absolutamente lo contrario.

Puede leerse el texto completo en Español en el enlace a John F. Kennedy Presidential Library and Museum:  http://www.jfklibrary.org/JFK/Historic-Speeches/Multilingual-Address-to-the-Greater-Houston-Ministerial-Association/Address-to-the-Greater-Houston-Ministerial-Association-in-Spanish-Castilian.aspx