“La ciencia sin religión es coja y la religión sin ciencia está ciega” Albert Einstein
Etimológicamente se considera que proviene del latín religare, que alude al someterse a una vida disciplinada, que habitualmente se relaciona con la divinidad.
Podríamos decir que son los sistemas de creencias, costumbres y rituales, que permiten a las personas trascender a planos más profundos de su existencia. A diferencia del mundo material, niveles profundos o elevados, son espiritualmente lo mismo.
Son innumerables las religiones que pueden encontrarse en la Tierra, pero hay algunos grandes troncos. Particularmente en nuestro mundo occidental, casi todas las personas están vinculadas al cristianismo. Si usted nació en Occidente probablemente es cristiano o conoce de la doctrina cristiana. Si usted hubiera nacido en Oriente, podría no tener idea de quién fue Jesucristo y algunos cristianos considerarían que lo normal sería que usted vaya al infierno.
La mayoría de los humanos son religiosos, no todos lo saben. Somos libres de pertenecer o no a una religión. Pero es una grave falta de educación, burlarse de los valores religiosos que no compartes o no entiendes.
Es fundamental comprender que la religión es un medio o camino, no una meta.
Las religiones están concebidas para ayudar a la persona a mantener el equilibrio armónico entre su condición animal y su realidad superior, permitiéndole relacionarse con niveles vibratorios especiales de existencia (el Cielo, para el cristiano).
Los valores por los que se rige el mundo, normalmente han tenido su origen en las religiones y hasta los no creyentes son influenciados por el inconsciente colectivo que ellas han generado. Aunque muchos de los peores crímenes que ha conocido la humanidad, han sido cometidos por creyentes que creían estar ayudando a Dios (sacrificios rituales humanos, la crucifixión de Cristo, la inquisición, conquistas musulmanas en el subcontinente indio, genocidio armenio, holocausto, ataques budistas en Sri Lanka y Birmania). Esto suele manifestarse cuando son mayoría.
Se dice que debemos evitar hablar de religión, pero así contribuimos inocentemente al fanatismo religioso.
Nos centraremos en las religiones cristianas por ser las principales en nuestro medio.
Una vez leí que un oriental se espantó la primera vez que entró a un templo católico y vio la imagen de Jesucristo torturado y crucificado, pensó que sería una especie de culto satánico. Hasta que pudo comprender el hermoso significado que había detrás del símbolo.
Jesucristo era judío y en ningún momento buscó crear la iglesia cristiana, sólo quería que sus seguidores fueran mejores judíos. Pero en su nombre, han estado surgiendo miles de religiones o sectas.
La mayoría de los cristianos entienden que su misión es “adorar” a Jesús, sin embargo lo que él pidió en todo momento fue que “lo siguieran”, que fueran como él. A lo que le dio mucha importancia, porque para asegurarse de que lo entendieran bien, les dijo: soy el camino, la verdad, la vida, la puerta. Todos esos términos hablan de un proceso dinámico, no pasivo. Nunca habló de permanecer en un cómodo lugar.
En su última noche en este plano, al ver que todavía no lo entendían, les dijo: si comen este pan serán carne de mi carne (serán iguales que yo). Con este símbolo buscaba que no lo vieran diferente. Su mensaje pretendía que entendamos que también somos hijos de Dios al igual que él, aunque pendientes de un renacer especial, que nos permita acceder a otra realidad existencial. Aunque suena simple, tenemos 20 siglos sin entenderlo.
Lo que se esperaba que entendiéramos, es que existe en nosotros una realidad dormida, a imagen y semejanza de Dios, que de alguna forma está “arropada”, por la naturaleza animal con que nacemos (pecado original). Especificó que era “hijo del hombre” e “hijo de Dios”. Oraba diciendo Abbá (papá en arameo) a Dios, lo que a los religiosos judíos les pareció muy irrespetuoso. Cuando le pedimos que nos enseñara a orar, nos enseñó el “Padre Nuestro”, para que mantuviéramos la misma relación que él tenía con el Padre. Dijo que aunque él no estuviera, el Espíritu Santo (o espíritu de Dios) nos reforzaría y haríamos cosas incluso mayores a las que él había hecho (muchos líderes religiosos, piensan que ahí exageró).
Nuestro mundo tiene graves problemas, pero sería muy diferente si los cristianos realmente siguieran a Cristo.