Las tensiones que acostumbramos a manejar en nuestro diario vivir nos han ayudado a comprender la importancia de relajarnos, pero también hemos podido descubrir que no siempre es tan fácil.

Debemos comprender que no tenemos las condiciones para vivir constantemente bajo tensiones extremas y sin saber descargarlas, nos hace daño y no merecemos eso. Nos han convencido de que la imagen de éxito es la de la persona extenuada por estar arrollada por el trabajo.

La actividad, incluso la intensa, puede ser conveniente para tu cuerpo, sin embargo tienes que saber detenerte en los momentos que lo necesitas, para descansar, reponer energías, desconcentrar tu atención. Hasta tu computadora necesita a veces resetearse. En todas tus actividades inviertes energía, cuando descargas la energía que tienes acumulada, debes reponerla para recuperar tus capacidades. Funcionamos de forma cíclica: tomas oxígeno y exhalas CO2, ingieres alimentos y excretas desechos, tu sistema nervioso parasimpático produce y acumula energía y el sistema simpático se encarga de consumirla. A veces estamos en actividad neurofisiológica simpática casi constante.

A nivel mental, no es casualidad que durante la noche debes “desconectar” tu conciencia, si no lo hicieras sencillamente morirías en poco tiempo. Aunque habitualmente nos pasamos la vigilia en unas ondas cerebrales específicas (beta), cada vez tenemos más evidencias de que debemos desarrollar la capacidad de acceder de manera voluntaria a otro tipo de frecuencia cerebral (alfa). Estamos descubriendo que esto nos permite armonizar nuestros flujos energéticos, de manera que nuestra psicofisiología sea más equilibrada y por tanto nos mantengamos más sanos.

Nuestros cuerpos se resienten por nuestra dificultad para “resetearnos” y esto explica innumerables patologías mentales, pero también físicas: hipertensión arterial, infartos cardíacos, asma bronquial, úlcera péptica, entre las más conocidas.

Cuando te relajas, permites que tu inconsciente tome cierta predominancia y rectifique cualquier disparate que tus creencias hayan podido ocasionar. Por eso es importante que aprendas a darle paso a los niveles más profundos de tu conciencia, porque desde tus niveles habituales no controlas las funciones biológicas.

Sin teorizar mucho, quiero entrar directamente a proporcionarte algunas ideas de cómo hacerlo. Debes concentrarte en la idea de que te relajarás (nunca manejando). Procura ponerte en una posición cómoda sin que suponga dormirte. Escanea mentalmente tu posición y realiza los pequeños ajustes necesarios para que ninguna parte de tu cuerpo esté incómoda. Después de varios segundos, deja de revisar tu postura, no se trata de tener una posición perfecta. Puedes cerrar los ojos, fijarlos en el suelo o en un punto específico.  Luego asegúrate de no mover nada, durante unos 15 minutos, si no puedes, intenta lograrlo progresivamente.

No te preocupes por hacerlo perfecto, solamente hazlo, míralo como un juego, tienes el resto del día para las cosas serias. Aunque descubrirás que puede llegar a ser la parte más seria de tu vida.

Aunque tu cuerpo esté inmóvil, tu mente podría estar inquieta por la inercia de tu diario vivir, no importa. Puedes concentrarte en tu respiración y seguirla de forma pasiva, sin intervenir porque no es necesario. Revisa mentalmente tu cuerpo, sentirlo en todas sus partes, imaginarlo desde cualquier ángulo. Procura sentir de manera más consciente sensaciones que normalmente no te percatas que percibes: tu visión periférica, sonidos que habitualmente no escuchas, sentir la información que te esté enviando cualquier parte de tu cuerpo.

Puedes realizar un conteo regresivo y con cada número le dices a tu cuerpo que se relaje aun más. Es agradable sentir el peso de tu cuerpo, puedes imaginar que te derrites o que flotas, podrías sentir que te desplazas en alguna dirección, nada importa mientras te sientas a gusto. Debes mantener una concentración, que podría ser simplemente en tu respiración, o en una palabra, una idea, una imagen, evidentemente no en algo que suponga esfuerzo mental. Si te llegan pensamientos no te aflijas, incluso lo que analices a ese nivel puede ser muy positivo, pero cuando notes que te desviaste, es el momento de volver a tu “rutina” o guía.

Aunque podríamos vivir sin relajarnos, no sería nada gratificante. Recuerda que primero necesitas bajarte para poder lograr un salto alto.  Los humanos hemos hecho muchas cosas y aunque haremos muchas más, necesitamos enfocarnos en SER más, podemos y debemos.