El jueves 23 de los corrientes se celebró un panel organizado por la Comisión de Asuntos Internacionales de la Academia de Ciencias de la República Dominicana con el elocuente y denunciante título de “Expectativas de las relaciones entre República Dominicana y la República Popular China”.

Digo que el título comienza mal: tiene un sesgo que le achaco a las “expectativas” de que la ayuda para el desarrollo dominicano vendrá de la “solidaridad” de una gran potencia (rememorando el viejo alegato de la necesidad de un “protector” en los tiempos de la primera república). El título muestra los condicionamientos que el hecho ha creado en la población dominicana: las expectativas de un “tío” rico que nos saque a nosotros de la modorra de “no hacer nada”  por nuestro desarrollo.

Seria más de mi comprensión que el título reflejara un propósito más analítico, como podría haber sido “La geopolítica  de las relaciones entre R. D. y la R.P.C.”; pero el resultado fue satisfactorio, ya que este punto de vista “realista” lo incluyó el Vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la venerable Universidad de Santo Domingo, hoy Autónoma. El Dr. Antonio Ciriaco Cruz advirtió que las oportunidades que ofrecen las relaciones con China encuentran al aparato productivo dominicano muy deprimido, falto de competitividad y de innovaciones para aprovechar la “ventana de oportunidad que se abre”.

Por el otro lado, aunque no fueran presentaciones sistemáticas, Rosa Ng Báez, exrepresentante comercial dominicana en Beijing, China, y Roberto Santana, flamante presidente de la Cámara de Comercio Dominico-China y ex Rector de la UASD, se dedicaron a desvelar parcialmente  varias de las peripecias que en una historia corta –los siete años de la Representante Comercial en China-, y otra larga, contadas a partir de los 43 años de trajines en favor del acercamiento a China, porque fue la primera vez que llegó al Imperio del Centro (como se llamaba China a sí misma en los tiempos clásicos) e inició la Asociación Dominicana de Amistad con China.

Me resultó una curiosidad histórica la presencia de militantes connotados de la Línea Roja del 14 de Junio,  principalmente en la persona del “Gordo” Oviedo, a quien Santana señaló como responsable de muchas acciones en esta historia cuasi subversiva e incompleta que reclama más detalles e intimidades.

El cuarto panelista, el Embajador Luis González, Director de Relaciones con Asia y Oceanía del Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestro país,  fue el más vehemente, porque hizo acopio de insistir en las bondades de la economía china como primera economía del mundo y del impulso que tienen los planes  en la denominada “La Nueva Ruta de la Seda” para la atracción de capitales chinos a la economía dominicana.

Como ya escribí en las redes: “Rosa brilló en un firmamento de estrellas de panelistas”. Como evento de masas (pasábamos del centenar los reunidos en el salón de la Academia de Ciencias) es un excelente punto de partida. Falta la reunión de expertos que  recojan la historia (de cómo llegamos a esta decisión) y realicen la prospectiva de qué debemos hacer los dominicanos para insertarnos en esta Pax Sínica que se augura y que sustituiría a la Pax Americana imperante.

Algo que se asomó en este Panel fue la de una historia, que en palabras del ex Rector Santana  seguirá, por la lucha de intereses de los que quieren retorcer el sentido del establecimiento de relaciones diplomáticas con el dragón asiático. Desde mi punto de vista, cabe preguntarnos: ¿Cómo se acomodará República Dominicana a los intereses geopolíticos de China en el concierto mundial de naciones? ¿Cómo afectará nuestras relaciones con Estados Unidos? Por ahora, preguntas sin respuestas. Es una historia que recomienza.