La República Dominica comparte la isla con Haití, las relaciones bilaterales entre estos pueblos históricamente han sido de una tensa calma; los 22 años de ocupación hasta el 27 de febrero de 1844 cuando con la proclamación de la independencia nacional se funda la República Dominicana como Estado legítimamente constituido.
En adición a lo anterior el llamado “corte de época de Trujillo” de 1937 donde perecieron, supuestamente, una cantidad indeterminada de haitianos a manos de dominicanos; los conflictos de supuestos aviones y agresiones en la frontera durante el gobierno constitucional de Juan Bosch, conjugado con la entrada y salida de braceros haitianos para los corte de caña de azúcar durante los gobiernos de Joaquín Balaguer son factores que han cimentado unas relaciones bilaterales de características tensas, frágiles y variables en función de la estabilidad política de la vecina nación. La diferencia de religión, las distintas culturas, el idioma y hasta las características culinarias han marcado lasos de distanciamiento entre los ciudadanos de estos pueblos.
En el programa de gobierno del recién electo presidente Luis Abinader, titulado Política Exterior para el Gobierno del Cambio establece que se proponen una “una política exterior de cara al siglo XXI (…) la política exterior dominicana ha sido tradicionalmente de carácter pasivo y reactivo y su servicio exterior cedido como botín político”. (pag.9)
Dicho programa de gobierno establece que en el caso específico de las relaciones bilaterales con el vecino Haití, fundamentara sus acciones en cuatro (4) ejes fundamentales, a saber: 1-Impulsar una política exterior transparente y de buena vecindad.2- Fomentar el desarrollo integral de la frontera. 3-Definir una política de seguridad nacional efectiva. 4-Fomentar y proporcionar el desarrollo de Haití.
Abordar el tema de las relaciones bilaterales entre República Dominicana y Haití, es un tópico que desata pasiones y que debe ser trato de forma objetiva. En este orden de ideas compartimos la visión del programa de gobierno actual cuando establece que la situación de pobreza de Haití no es una tema que sea responsabilidad de nuestro país, sino que la comunidad internacional debe responder de forma solidaria y en proporción al nivel de riqueza de cada país, pero sobre todo proporcional con el nivel de deuda histórica moral de cada potencia para con Haití.
En la planificación de política exterior del Gobierno del Cambio, al tratar el tema haitiano en sentido lato realizan una radiográfica de la situación histórica y actual de las relaciones dominico-haitianas, sin embargo en nuestra opinión no establecen unos planes puntuales de cómo alcanzar esa eficiencia y transparencia de las relaciones que se proponen alcanzar a través de sus ejes.
Sin lugar a dudas el mayor socio comercial en cuanto al comercio informal de la República Dominicana es Haití. En palabras del profesor Rafael Núñez, diplomático dominicano experto en comercio internacional establece “excluyendo las zonas francas el principal socio comercial dominicano es Haití, con unos niveles de comercio de 825 millones de dólares para el 2019 sin contar las negociaciones informales que son las más. Haití es de los países de la OMC con menor nivel de aranceles y por ser un país menos adelantado se beneficia de múltiples acuerdos tanto de Estados Unidos como de Europa” (2020.)
Las diferentes crisis políticas de Haití, la corrupción imperante dentro de su forma de gobierno, la debilidad de sus instituciones han colaborado a sumir en la pobreza a su población; sin embargo gozan de un servicio exterior formidable, que han sabido capitalizar su situación interna como una especie de martirologio, que resulta injusto cargar el dado en responsabilidad a la República Dominicana.
Existe la percepción geopolítica que nuestro país debe ser flexible con los ciudadanos haitianos que ingresan de forma ilegal a la República Dominicana. Sin embargo al ver el otro lado de la moneda, visualizamos un Haití que pone vedas a diferentes productos nacionales, sin una justificación fundamentada; la drasticidad de la aplicación de las leyes migratorias en el territorio haitiano, es decir, que esa victimización nos pone a la República Dominicana que debe ser dócil al resguardar su soberanía; pero Haití como Estado es incólume ante las situaciones similares.
En sentido lato, las relaciones dominico haitianas en el programa de gobierno actual resultan ser un tema importante, donde reconocen la necesidad de desarrollar la frontera, la creación de empleos, donde de forma magistral ponen el ejemplo de CODEVI, la necesidad de resguardar la frontera de las amenazad latentes como el contrabando, inmigración ilegal y a la vez el fortalecimiento de las relaciones de buen vecino; es decir, que el programa de gobierno ha realizado una detección acertada de la problemática fronteriza, sin embargo entendemos que se ha quedado corto al establecer la forma de resolución de las dificultades, ya que no plantea de forma específica los planes o métodos a desarrollar. Al ver la propuesta del presupuesto nacional del año entrante visualizamos que la partida del Ministerio de Defensa se reduce en varios miles de millones, y surge la pregunta ¿Cómo fortaleceremos el cerco fronterizo quitado recursos a las Fuerzas Armadas?.
En ese orden somos de criterio que urge la concreción de un trato bilateral entre estos dos países, que pueda regular las relaciones comerciales, judiciales, migratorias y de cooperación económicas.
Bibliografía:
Una Política Exterior Para El Cambio. Pág. 9. PRM.2020-2024
Núñez, Rafael. Clase dictada el 15/10/2020. Relaciones Internaciones. INSUDE. MIDE