Cuando una saga de videojuegos se agota, a veces sus realizadores deciden cortar por lo sano, empezar de cero y reiniciar la franquicia tomando solamente aquellos elementos que funcionaban. Aprovechan un cambio de generación de consolas o el desarrollo de computadoras con mayor potencialidad gráfica para satisfacer las demandas de un público al que ya los códigos con los cuales se hizo grande la marca no les dicen nada.
Juegos legendarios como “Resident Evil”, “Mortal Kombat”, “Doom” o “God of War” (que, aunque mantiene el trasfondo de su argumento, durante su última entrega cambio de la mitología griega a la nórdica y transformó su estructura jugable, es el mejor reboot de los últimos tiempos) han renacido luego de atreverse a reiniciar su oferta.
Quizás a los políticos nos convenga emular esta práctica común en la industria cultural de los videojuegos y hacer un reboot para liderar satisfactoriamente a la sociedad en esta era en que la minería de datos, la inteligencia artificial y la biotecnología gobiernan a la especie humana.
La ciencia política se forjó como una necesidad de la revolución industrial, de hecho, casi todos los políticos hemos configurado nuestro pensamiento abrevando en las fuentes de los grandes pensadores de esa época desde Marx hasta Popper. Sin embargo, ese andamiaje ideológico no resiste el peso de problemas tan líquidos y complejos como el narcotráfico, la robotización del trabajo, la depresión, el calentamiento global, la obesidad o los alcances de la libertad en internet y las redes sociales.
Formados para liderar sociedades binarias, los políticos no tenemos respuestas para la sociedad algorítmica en que nos toca vivir. Precisamente, el gran agujero negro de la vertiginosa revolucion tecnologica es la carencia de un discurso politico capaz de interpretar al ciudadano de hoy que habita socialmente en la pantalla, vive a traves de ella y cada dia es testigo de una abundancia virtual que distorsiona sus necesidades, aspiraciones y sueños.
Ahora que Youtube, Google, Wikipedia son las mejores y más accesibles escuelas; que Kindle y Audible ponen a nuestra disposición una amplia gama de lecturas a precios bajos o directamente gratuitos; y que Twitter, Facebook, Tiktok o Spotify nos abren infinitas posibilidades para construir, codificar, configurar y difundir un nuevo discurso, es el mejor momento para que los políticos deconstruyamos el pensamiento binario en que nos formamos y desaprendamos la anticuada dialéctica de la política (Confrontación, Competencia, Diálogo y Acuerdo), dando paso a una nueva lógica conceptual inspirada en la dinámica de las redes neuronales y el machine learning.
Cuando nuestro presente habita en un edificio venido abajo, del que solo queda una ventana con vistas a un pasado en ruinas es mejor empezar de cero.
Que comience el reinicio.
El autor es Político.