El gobierno de Danilo Medina ha decidido sacar del escenario político-interno, para el torneo que se avecina, al insurrecto León de Villa Juana. Y ha enviado con notificación en mano a los miembros del Comité Político, que por razones extrañas ayer eran leonelistas y hoy, rinden tributo y obediencia absoluta al inquilino de Palacio. Con ellos, la coacción  elocuente del flamante Senador del Distrito Nacional, dotado de la expresión arrogante del ruin cuando muestra sus molleros  a un discapacitado y con la crueldad del guerrero que pisotea a su rival cuando yace sin vida en la arena. 

La misiva jugaba un papel trascendental para la consecución de un proceso de primarias internas que a duras penas inicia.  La gestión consistió en hacer pública la advertencia al sublevado, que tal vez, movido por la ambición que impide al hombre resignarse a perder su utopía, desatendió al llamado que se le hiciera en privado y apostó a la agitación de las masas, para llamar la atención de aquellos que estando dentro, simulan desconocer la indignación de quien les allanó el camino a la gloria que les sirve de “morada”.

Las aguas, para desgracia del todavía presidente del consorcio empresarial que algunos llaman partido,  han cambiado el curso y quien fuere elevado al pabellón de la monarquía  criolla, sufre la embestida de los recursos públicos puestos al servicio de sus detractores para avasallarlo sin contemplación, y dejar en manos de Danilo, la decisión final para que éste, o quien él elija, encarne el proyecto que pretende mantener al PLD en el poder.

Esa, y lo sabe Leonel, ha sido la estrategia del danilismo desde que Medina tomó el  mando del  Ejecutivo. Han sido firmes en la articulación de los artilugios políticos utilizados para disminuir políticamente a quien una vez, por designios divinos de los dioses olímpicos, ocupara la primera Magistratura del Estado y utilizara esos mismos recursos, para exaltación de una figura que llegó a estar a la diestra del todopoderoso.

Todo apunta a que el marqués de Villa Juana, consciente del destino que le atesoran las circunstancias, seguirá trillando el camino que Reinaldo y el tropel que dirige Danilo, llaman desobediencia. Aumentará la pugna como única vía, y arengará la inconformidad de su séquito, pues se sabe, que la víctima a veces cobra las facturas de su desdicha.

El horno, como reza una frase popular, no está para galletitas  en el partido de gobierno. Razones por las cuales, tanto al uno como  al otro, les urge la definición del panorama interno, toda vez que los plazos para lograr una reconciliación les plantean un paisaje cuasi imposible. Y, están precondicionados por un postulado legal, que los emplaza al cumplimiento de un tiempo específico para la inscripción de las precandidaturas.

Existe además, la firme decisión del presidente y sus acólitos, de impedir al precio que fuere, que Leonel retorne al solio presidencial. Los motivos, podrán ser políticos, pero a la sazón, la percepción generalizada, hace constar que en el trasfondo, los egos personales de los principales actores del PLD predominan. Y, son el factor determinante en la ruptura definitiva de los grupos en combate, y de ahí, que cada cual, haya extendido su queja en los espacios y medios donde tienen el predominio.

El león también ha estado firme en la intención de no torcer el brazo como lo hizo en el 2015 y al igual que Danilo, juega a mantener inhabilitado al presidente. Por eso, y por razones de carácter temporal, una parte del Comité Político, hombres de poca reciedumbre moral, por petición del que firma los decretos y autoriza los cheques, hacen público el descontento que impera en las lides presidenciales, y dan al nuevo líder de las protestas, anterior maestro y guía, una especie de chance, y mandaron a  Reinaldo, para que leyera cual sentencia, el ultimátum a LEONEL.