En años recientes, algunos intelectuales y activistas han discutido y denunciado los estragos que los exploradores europeos, especialmente los españoles e ingleses, ocasionaron sobre los pueblos indígenas y el ambiente en América. Hace tiempo ya que Cristóbal Colón era exaltado como el hombre que “descubrió” el Nuevo Mundo. En la actualidad personas más instruidas consideran a Colón como el que abrió las compuertas para la destrucción final de las ciudades y culturas que eran iguales o mayores que las medievales en Roma y París. En los Estados Unidos anteriormente Colón era conmemorado con un día de fiesta. Hoy día, muchas comunidades y estados en los Estados Unidos no respetan más esta fecha y, muchas escuelas, negocios y oficinas públicas continúan trabajando.

La mayoría de las personas reconoce que el objetivo inicial de España al explorar el Nuevo Mundo fue para descubrir metales preciosos y otros recursos, y así aumentar la riqueza de la monarquía española y de algunos ciudadanos particulares. Más tarde los fines incluyeron la conquista y colonización de nuevos dominios y de nuevo, para el beneficio de los europeos.

Poco pensaron los colonizadores europeos acerca de cuáles beneficios pudieran traer a las comunidades indígenas, a excepción de la ostensible y a menudo cuestionada conversión de los no creyentes a la fe cristiana.

No obstante, en los años subsiguientes a los viajes de Colón, los colonizadores españolas y los pobladores inadvertidamente trajeron una gran cantidad de regalos a América, incluyendo entre ellos muchas plantas y alimentos europeos y de la cuenca del mediterráneo.

En tiempos prerromanos, la Península Ibérica (España y Portugal) era una tierra seca, inhóspita y difícil de cultivar, muy parecido al sudoeste de los Estados Unidos. Las tribus que ocupaban las zonas más inhóspitas subsistían con una dieta de cazador-recolector. A lo largo de la costa del Mediterráneo la dieta se complementaba con pescado y marisco. Además, se beneficiaron de los alimentos que trajeron los marineros fenicios, griegos y cartagineses. Sin embargo, la invasión romana en los siglos II y III, y la expansión del Islam en los siglos VII y VIII transformaron radicalmente el paisaje e hicieron de la península un dominio culturalmente rico y productivo desde el punto de vista agrícola.

Por ejemplo, desde la zona de la Creciente Fértil (Media Luna Fértil) en el Cercano Oriente vino a la península el trigo, la cebada, las aceitunas, el higo, las uvas, los garbanzos, las lentejas, los dátiles, las cebollas, el ajo y, los animales domesticados. De Asia, Iberia obtuvo los pollos, los melones, las naranjas, los melocotones, los limones, el arroz, los guineos y la caña de azúcar. De África vinieron los melones de agua, otros tipos de melones, el molondrón, el sorgo y el frijol de vaca. Además, del Imperio Romano los iberos aprendieron a fertilizar, a hacer injertos, a cultivar en terrazas y a irrigar con acueductos. De los califatos del Imperio Musulmán, los granjeros aprendieron la irrigación por medio de canales y las norias accionadas por animales para extraer agua de pozo.

Me interesé por primera vez en la época medieval española cuando vivía en Taos, Nuevo México, y descubrí que las primeras comunidades hispánicas en esa zona fueron granjeros andaluces, no mejicanos, ni mestizos. Esos granjeros siguieron a los exploradores españoles y a los curas franciscanos, que entraron en esa zona en busca de oro y a realizar conversiones. No era sorprendente que la cultura, los alimentos, la fisionomía y las costumbres de estos granjeros parecieran a las de los españoles. Pero eso es tema para otro artículo.

Volví a investigar la España premoderna cuando mi organización (Arts at St. Johns) recientemente creó un proyecto llamado “Convivencia Miami 2015”, que celebrará el período de la Convivencia en  la península ibérica que fue un período de tiempo en que los musulmanes, cristianos y judíos vivían en relativa armonía. No me había percatado antes de que durante los siglos VIII al XIV, la península ibérica era la más avanzada cultural e intelectualmente de todos los reinos y ciudades europeos, muchas de las cuales se encontraban aún en los años oscuros.

En 1492 cuando Colón buscó el Lejano Oriente pero encontró las islas del Caribe, lo que siguió no fue solo un período de saqueo y destrucción, sino también un período en que la cultura, el arte, la arquitectura, la filosofía, la literatura y las plantas de España empezaron a fluir en el Nuevo Mundo.

En 1493 las naves de Colón trajeron al Caribe muchas plantas, principalmente para los colonos españoles que anhelaban alimentos de su tierra natal. Por otro lado, estas plantas también enriquecieron subsecuentes generaciones de muchos pueblos, tales como los nativos indígenas, los esclavos africanos, los sirvientes por contrato de la India, los vendedores y comerciantes de varios orígenes, refugiados y más aún.

  • Granos – cebada y trigo
  • Legumbres – repollo, lechuga, cocombros, cebollas, rábanos
  • Frutas – naranjas dulces, limones, limas, uvas y melones
  • Hierbas – perejil
  • Otros – caña de azúcar

En el siglo XVI otras naves trajeron al Caribe las plantas siguientes:

  • Legumbres – alcachofa, berro, zanahoria, ajo, nabo, berenjena
  • Frutas – ciruela, naranja agria, higo, granada, guineo, palma datilera
  • Hierbas – coriandro/cilantro, menta, romero, mostaza, ajonjolí
  • Frutas secas – almendra
  • Otros – alfalfa, lino y cáñamo

Antes de la llegada de los españoles a América, varias plantas llegaron a las islas del Caribe desde México y Sudamérica de donde llegaron plantas que eran nativas de estos lugares:

  • Maní, chirimoya, chile
  • Maíz, calabaza, batata, guayaba
  • Varios frijoles, yuca

Con los colonizadores también llegaron los nuevos métodos de siembra, de plantar, de fertilizar y de irrigación. Las islas del Caribe fueron las que primero recibieron estos regalos agrícolas desde España y otros lugares.  Lentamente estos nuevos alimentos se introdujeron en México, América Central y Sudamérica y, al final en América del Norte, incluyendo Florida.

Muchos de estos alimentos tienen historias interesantes acerca de su introducción en América. En artículos siguientes relataré algunas de estas historias. También abordaré el tema de un inesperado regalo hecho a América por La Convivencia y posterior Inquisición; los exiliados, los judíos hispanos, conversos, musulmanes, mudéjares y marranos, todos ellos pueblos que fueron arrojados fuera de España y quienes mediante una diáspora intrincada viajaron hacia América y en gran medida la enriquecieron.