Gasto Familiar de Bolsillo (GFB) es lo que se tiene que pagar forzosamente, para obtener una atención de salud necesaria. Incluye, además de pagos por las atenciones médicas en sentido estricto, el gasto en medicamentos y materiales quirúrgicos, procedimientos diagnósticos, atenciones de enfermería, cuidados domiciliares, entre otros, siempre que sean indispensables.

Muchos lo consideran el más importante indicador de calidad para sistemas de seguridad social de salud, porque resulta directamente contrario a los dos principales propósitos y resultados esperados de estos sistemas: Reducir las desigualdades sociales en el acceso al Sistema Nacional de Salud del país, y reducir el impacto negativo en el presupuesto familiar y su efecto de empobrecimiento.  Se espera que el sistema reduzca las desigualdades e inequidades sociales, no que las reproduzca. Además, genera inconformidad, quejas y reclamos y compromete la continuidad y la calidad de las atenciones.

El GFB suele reducirse al desarrollar sistemas de seguridad social. Por ejemplo, en Colombia, con un sistema muy parecido al nuestro, el GFB ha sido reportado en los últimos años alrededor del 15 al 20% del gasto total en salud; y en Argentina, alrededor del 14%.  En la República Dominicana, se ha mantenido elevado. Al inicio del Régimen Subsidiado, el GFB disminuyó de 61% en 2004 a 42% en 2006. Sin embargo, desde que se inició el Régimen Contributivo, según diversas estimaciones y mediciones, se ha mantenido alrededor del 42 al 44% del gasto total en salud del país. Es decir, por cada 100 pesos que se invierten en servicios de salud en el país, alrededor de 44 salen del bolsillo de pacientes, en el momento que necesitan un servicio.

¿Por qué no baja, si la afiliación al Seguro Familiar de Salud ronda el 95% de la población y el per cápita distribuido mensualmente se ha incrementado, desde el 2007 hasta nuestros días, de RD$ 483,33 hasta RD$ 1,381.27 en el Régimen Contributivo; y en el Subsidiado de RD$ 181.34 en 2004 a 237.38 actual? ¿Por qué, si por el Seguro Familiar de Salud circulan más de 50,000 millones de pesos cada año, y alrededor del 75 al 80% se emplea en pago por servicios? Hay buenas pistas que podrían ayudar a adoptar decisiones, cuando se plantea una “reforma integral”.

Según estudios, si se excluye los llamados gastos “catastróficos”, los cuales ameritan reflexiones y soluciones especiales, la compra de medicamentos y de materiales quirúrgicos indispensables, tales como materiales de osteosíntesis, constituyen entre el 55 y el 60% de este GFB; los procedimientos complementarios de diagnóstico y tratamiento constituyen alrededor del 20 al 25% y los cobros directos a los pacientes por consultas médicas e internamiento rondan el 20%.

Si queremos  reducir el Gasto Familiar de Bolsillo, es indispensable establecer una política efectiva de acceso universal a medicamentos esenciales y materiales de osteosíntesis y otros de uso quirúrgico; que  incluya la obligatoriedad de la prescripción médica de medicamentos y materiales con la denominación internacional  y el nombre genérico para material de osteosíntesis y otros, independiente de si el médico pueda, si por cualquier razón lo considera necesario, señalar además el nombre comercial o marca preferida, como recomendación al paciente.

El Ministerio de Salud Pública debe ser dotado de autoridad, recursos y obligación para regular y supervisar las cadenas de producción, importación, distribución y expendio de medicamentos y materiales de uso quirúrgico, para garantizar su calidad,  disponibilidad y accesibilidad, pero también para evitar asociaciones inadecuadas entre los prestadores de Servicios y estas empresas.

Además, sería necesario garantizar recursos y regulaciones adecuadas, conjuntas entre el Ministerio de Salud Pública y el Consejo Nacional de Seguridad Social para garantizar el financiamiento y desarrollo de servicios de Primer Nivel de Atención, con adecuada capacidad resolutiva y con un modelo de atención que enfatice en la Promoción de la salud, y en la Prevención, además de la atención garantizada, priorizada,  independientemente de la capacidad de pago o régimen de afiliación, para las necesidades y problemas de salud considerados prioritarios.  La experiencia internacional muestra considerables impactos de este tipo de servicios, sobre la salud  y el gasto familiar.

Los mecanismos de contratación y remuneración de los prestadores de servicios, así como los protocolos clínicos y epidemiológicos tendrán que ser actualizados frecuentemente para adecuarlos a los desarrollos científicos y las necesidades de la población; y debería establecerse en el marco legal, mecanismos de evaluación y autorización del uso de nuevas tecnologías y medicamentos, considerando sus beneficios e impacto financiero.

Igualmente, si se mantuviera un catálogo cerrado de beneficios en el Seguro Familiar de Salud, será necesario adecuarlo a un modelo de atención más integral y actualizarlo periódicamente, según las necesidades y la obsolescencia.

Claro que podemos reducir el Gasto Familiar de Bolsillo, si nos lo proponemos y trabajamos todos los sectores priorizando beneficiar a la ciudadanía.