La gran dificultad de emprender una ola de reformas en el sistema de partidos y en los órganos electorales,  en las que ambas herramientas  configuran el llamado  sistema democrático dominicano, radica en trazar caminos propios que representen el interés de todos. Los vaivenes  y los  traumas poselectorales en los procesos políticos dominicanos son continuos y recurrentes, se repiten en su peor manifestación cada cuatro años. Todo parece ser una  frustración que se perpetúa y un túnel en el que no se avista ninguna luz al final.

Ante ese hecho, el grito de todo el que se siente perjudicado,  lo hace aludiendo a la ausencia de normas  que fortalezcan la institucionalidad y una cultura de derechos políticos y de participación democrática. La indigencia doctrinaria en la dirigencia de la  comunidad política o sistema de partidos nuestro, la indiferencia de las academias y su marginación de los debates académicos científico, el silencio de las  voces críticas y contestataria, la falta de compromisos con ideales y modelos de justicia social; han propiciado el surgimiento de una oligarquía sectaria, el danilismo,  que soportada en lo más puro del anarquismo, pretende perpetuarse, apoyándose en dos de sus principios: “ (1)No había la necesidad de salvar nada y  (2)nada tenía que ser construido.

-Aquí no tiene que pensar. Pensaremos por usted. En cuanto a sus recuerdos, no va a necesitarlos más: va a empezar una nueva vida”.

Todos están estupefacto por la forma en cómo el danilismo ha comprado y desintegrado  el P.R.D y, ha tratado y logrado de forma parcial desarticular el PLD. Ha  desacreditado y anulado el PRSC, y humillado y  avasallado el PRM. Ahora, esta experiencia de las pasadas elecciones nacionales del 15 de mayo, no le ha sido suficiente como escarmiento a muchos y caminan  como tontos útiles en la mesa de diálogo de PUCMM hacia el mayor proyecto danilista: Ley de partidos, que ya  tienen, con padrones abiertos indiferenciados y simultáneos. De imponerse  este propósito, resultará la anarquía normativa más catastrófica, desde la perspectiva institucional, de la historia política de la sociedad dominicana.

Es triste y penoso, ver como un supuesto liderazgo sin aparente criterio jurídico-político, ha conectado  su cerebro de forma bluetooth a las pretensiones de un gobierno, de nuevo,  por su supuesto, en franca reelección. Gobierno, que manipula  los resortes y los líderes de cerebro  bluetooth en la dirección de su interés como si fueran simples títeres, sin autonomía política y racional.

El teatro político  2020, cuya escena fundamental será la reelección,   a quienes, por demás, aparentemente    su  estrategia primaria  va en camino de fracasarles, por fallar en las  pretensiones de hacer ir a Leonel del PLD  o destruirlo  moral y políticamente.

De seguir el curso del devenir político, esta coyuntura  obligará a Danilo a postularse por el PRD y ser su líder principal. El carácter disolvente y destructor del padrón abierto en lo que se refiere a la   identidad e individualidad partidaria, se convierte en una necesidad ineludible para el danilismo; con lo que hará que una cosa y la otra sea igual, y cualquier cosa es lo mismo, principio esencial, éste, de la anarquía y fascismo-danilista, que  como tercera vía partidaria intenta perpetuarse en el poder.  Quiero concluir estas reflexiones con una escena del cuento de Juan Bosch, la Mancha indeleble, que dedico a los líderes de cerebro bluetooth:

“Al fin logré hablar.

-Además, si me quedo sin ella (mi cabeza), ¿con qué voy a pensar

-Aquí no tiene que pensar. Pensaremos por usted. En cuanto a sus recuerdos, no va a necesitarlos más: va a empezar una nueva vida”.