Cuenta la superstición popular que los dorsú o mellizos y mellizas, tienen el don y el poder de amarrar el viento, la lluvia y las tripas de cualquier mortal, provocando en estos, un dolor tan horrible e intenso que hace ranearse al más indómito como una insignificante culebra.

La reelección ha resultado tan creativa y ofensiva, que nos ha parido un ser mitológico con cuerpo de periodista, manos de patanista, espíritu de dorsú y alma de oportunista. Cazán el cazador, amo de la selva; es un enano frente a este ser mitológico; negociante, por demás, sin escrúpulo, tránsfuga de las peores cortes de oportunistas, a quien el dios Pan con sus pezuñas de cabra y cuerpo de hombre, queda chiquito, siendo menos pavoroso que dorsú.

Este domingo se reúne el Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana. Por más que he revisado la Constitución de la República, en ninguno de sus dispositivos sobre reservas a iniciativas constitucionales, se consigna esta prerrogativa a los órganos de dirección de los partidos y agrupaciones políticas, y, en modo alguno, de manera particular, al del PLD.

La discusión de este domingo, además de aumentar la intensa crisis que vive la dirección del Partido de la Liberación Dominicana, resulta además, una discusión bizantina, impertinente y fuera de contexto

El frenesí reeleccionista ha cifrado sus esperanzas en que este tema sea colocado en agenda hoy domingo, con la suerte de ser aprobado por una mayoría mecánica de uno de los partidos del sistema.

El fanatismo reeleccionista ha logrado meter por los ojos y prender en la conciencia popular,   que el índice de aprobación en las encuestas de Danilo Medina, está por encima del interés del Estado y su constitución, del resto de los partidos y la comunidad Política y, más que todo, por encima del bien y del mal.

Todo presidente electo por el voto popular, como es el caso de Medina, recibe un mandato al ser favorecido y jurar ante la constitución, de hacer las cosas bien y, una mejor gestión que sus antecesores; de ser así, como es el caso del presidente Medina, no ha hecho nada excepcional, simplemente ha llenado las expectativas y no ha traicionado la confianza depositada.

Lo de su sello personal marcado por la humildad, es un valor para la historia y un legado para las futuras generaciones como modelo de conducta, no una patenta de corso con derecho a perpetuidad en el poder.

Reflexionaba en los planteamientos anteriores, que el fanatismo reeleccionista sólo ve posible los necesarios mecanismos de manipulación y, si una reforma es barata o cara. Para colmo y de forma absurda, han centrado toda su atención en un órgano que no tiene competencia para algo que pondrán sobre sus mesas, como es el tema de la reelección.

El artículo 96 de la constitución del 2010 es muy claro al establecer quienes gozan de las prerrogativas, de la formación y efectos de las leyes: 1. Los senadores y senadoras, y los diputados y diputadas; 2. El Presidente de la República; 3. La Suprema Corte de Justicia en asuntos judiciales; 4. La Junta Central Electoral en asuntos electorales. Y el artículo 97, consigna la iniciativa legislativa popular con el 2% de los inscritos en el registro de electores para presentar proyectos de ley ante el Congreso Nacional.

La discusión de este domingo, además de aumentar la intensa crisis que vive la dirección del Partido de la Liberación Dominicana, resulta además, una discusión bizantina, impertinente y fuera de contexto. El Comité Político del PLD y de ningún partido, no tiene potestad para aprobar reelección, su presunción en tal sentido, invade con ello, la soberanía de los órganos y funciones constitucionales con competencia para la misma.

El presidente Medina, pudiera recabar este domingo el apoyo de los legisladores del PLD en una iniciativa suya como jefe de Estado ante el congreso, en procura de la reelección presidencial. Su aprobación o no, es competencia única del Congreso de la República, no del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, y el hecho, de que prosperaré una gestión constitucional de reelección, ello no implica, eliminar el derecho de competencia democrática de los demás candidatos del Partido de la Liberación Dominicana a una contienda interna.

Por más patanas cargadas de cemento y ruedas mellizas, hay que dar a César lo que es del César y, a Dios, lo que es de Dios.