En el 1996 el sector manufactura local representaba el 18 % del PIB y para el 2005 su participación a 13.3 % y para el 2014 bajó a 11.5 %, según las cifras del Banco Central. Es decir, su importancia relativa ha disminuido en los últimos veinte años. Esta es una situación de continuo deterioro de un sector tan importante. Igual, el aporte de las zonas francas representó en el 2005 el 5.1 % del PIB y también disminuyó su participación a 3.5 % en el 2014. Esta es una tendencia negativa que requiere de un plan coherente, para reconvertir y volver a dinamizar a la industria nacional y, en particular, la exportadora.
Según un valioso estudio realizado en el 2015 por PROINDUSTRIA, titulado “Primer Informe Estadístico de Registro Industrial Año 2014”, en el país hay instaladas 914 industrias, de los cuales 320 pertenecen a la categoría de microindustria de hasta 15 empleados, 307 a la pequeña industria de 16 a 60 empleados, 181 a la mediana que tiene entre 61 a 200 empleados y 106 grandes industrias que tienen más de 200 empleados.
El sector industrial genera como 112,000 empleos a finales del 2014, que significa que han bajado los empleos del sector. No obstante, con una moderna y dinámica política industrial, con créditos de desarrollo e incentivos, podría subir en 15,000 empleos cada año. Esta sería una meta aceptable mínima de la unión del esfuerzo del sector público y privado, trabajando en unión de objetivos y facilidades.
Ahora bien, del total de 914 industrias la cantidad de 536, que representan el 59 % del total, están ubicadas en la Zona Metropolitana, es decir, más de la mitad, lo que demuestra la gran concentración en la región capitaleña. En el Cibao existen otras 201 industrias, o el 22%. Es decir, la concentración territorial es muy grande, lo que afecta, la producción y el empleo provincial y municipal.
Igual, de las 914 industrias, la cantidad de 387 o el 43 % del total, producen alimentos y bebidas, 126 productos químicos, 77 plantas de plásticos, 62 industrias gráficas y 54 industrias metalmecánicas. El estudio es claro en cuanto la concentración por productos que también existe en el país y la necesidad de diversificar la oferta productiva.
Recomiendo ejecutar un conjunto de medidas que modernicen y fomenten la renovación de nuestra planta industrial, mediante nuevos mecanismos de créditos de mediano y largo plazo, ampliación de incentivos fiscales a la innovación y tecnología y facilidades para mejorar directamente la competitividad, la competencia y la diversificación de la producción de bienes industriales de consumo nacional y de productos de exportación.
Dentro de las reformas del Estado, sugiero crear una Comisión Nacional de Fomento Industrial, presidida por el Ministro de Industria y Comercio, para coordinar, fusionar e integrar todas las instituciones en una sola política industrial, dentro del mismo Ministerio, para reducir costos operacionales, mayor coherencia en objetivos y funciones y eliminar en todo lo posible la fragmentación y constante creación de más entidades. El Presupuesto Nacional no aguanta tantas cargas fijas y agencias que duplican funciones.
-MIPYMES reguladas por la Ley 488-08 que establece el Régimen Regulatorio de las Micros, Pequeñas y Medianas Empresas, ya es un Vice Ministerio del MIC.
-Consejo Nacional de Zonas Francas (CNZFE), igual dentro del área de Ministerio.
-El Consejo Nacional de la Competitividad (CNC) y su Fondo de Competitividad FONDEC, PRO-COMPETENCIA, integrarla todas en el MIC.
-El Instituto de Formación Profesional (INFOTEP),
-El Banco Nacional de las Exportaciones (BANDEX), transformado. El BANDEX se mantendría aparte, pues es una entidad bancaria autónoma, pero sus lineamientos y metas deben emanar de la Comisión Nacional de Fomento Industrial del MIC.
-PROINDUSTRIA creada por la Ley 392-07 y la 542-14 que la modifica, integrada dentro de la Comisión Nacional de Fomento Industrial que propongo.
– El CEI-RD que promueve la inversión extranjera y las exportaciones.
El brazo financiero de BANDEX debe ser el centro de una política de desarrollo industrial y de modernización de los equipos y maquinarias con nuevas tecnologías. El financiamiento de nuevos proyectos, la transformación de industrias existentes y de financiamiento de las exportaciones es la clave para reactivar y dinamizar la industria nacional. El crédito de desarrollo es el factor vital junto con otras medidas, para aumentar la producción y mejorar las competitividad y las estructuras de costos y precios.
El CEI-RD, antiguo CEDOPEX del que fui Director General de 1982-1986, tiene la función de fomentar y buscar nuevos mercados a los productos nacionales. Es una institución eficiente, y bien gestionada por su incumbente. Ahora se ocupa también de la inversión extranjera. EL CEI-RD está bajo el brazo del MIC y el presidente del Consejo de Directores sigue siendo el Ministro de Industria y Comercio. Su labor debe estar más dirigida a identificar nichos de producción exportable, además de su tradicional rol.
Los diferentes incentivos y facilidades que otorga PRO-INDUSTRIA deben ser extendidos por un plazo adicional de cinco años, porque según el artículo 50, de la ley 542-14, se vencen en el 2017. Es necesario continuar con los incentivos fiscales por otros cinco años, reembolsos de exportación y el régimen de internación temporal que brinda esta ley, hasta que más industrias se diversifiquen y produzcan para exportar.
De acuerdo a los datos del estudio de PROINDUSTRIA, de las 914 industrias en el país, solamente 272 industrias o el 29 %, están acogidas a la ley les otorga incentivos fiscales, facilidades aduaneras, reembolso de impuestos a los exportadores y otras medidas. Una meta sería elevar el monto de las industrias calificadas y registradas a 500 industrias en un período de cuatro años. Es decir, duplicar la cantidad de empresas exportadoras.
Las exportaciones se han mantenido casi estancadas. En el año 2012 las exportaciones nacionales ascendieron a US$ 4,016 millones y para el 2015 solo aumentaron a US$ 4,039 millones, y las exportaciones de zonas francas alcanzaron US$ 4,919 millones en el 2012 y a US$ 5,633 en el 2015, según informe del Banco Central.
Para el sector industrial las exportaciones han disminuido en US$ 817 millones, al decaer de US$ 2,926 exportado en el 2012 a US$ 2,109 en el 2015. Un cuadro desalentador que requiere de un urgente cambio de políticas públicas y privadas. Cabe preguntarse qué sucede y cuáles medidas y políticas públicas se requieren para reactivar el sector industrial y crear una cultura y sesgo competitivo, tributario y cambiario al exportador.
En resumen, las exportaciones globales del país, solo han aumentado de US$ 8,935 millones en el 2012 a US$ 9,672 millones en el 2015, solo un 1 %, que incluye las exportaciones de oro y plata de US$ 1,187 millones. Sin la Barrick Gold, las exportaciones hubieran decrecido, negativo en US$ 450 millones, algo inaudito y preocupante. Esta situación merece una radical reforma de la política industrial.
Creo que al país no le faltan buenos mercados, tiene el de Estados Unidos, Centroamérica, Europa, el Caribe, Canadá, México y los nuevos mercados asiáticos. Tenemos suficientes tratados de libres comercio disponibles con casi todas estas naciones y regiones. Lo que faltan es tener mayor producción de oferta exportable industrial, agroindustrial, minera, de invernaderos agrícolas y producción de azúcar en las tierras del CEA. Sin producción alta y confiable no se puede incrementar las exportaciones.
Existen algunos problemas puntuales y limitaciones para el industrial y el exportador. Uno vital, es la falta de programas de créditos, pues el sector industrial solo recibe el 6 % del total del financiamiento bancario. Peor no hay créditos a mediano y largo plazo para emprender un nuevo proyecto, ni préstamos para compra maquinarias nuevas con tecnología de puntas y hay graves limitaciones por el exceso de normas prudenciales y un exagerando énfasis en el flujo de caja de repago. Estas normas deben flexibilizarse.
La única esperanza es que cambien la ley del BANDEX y lo conviertan en banco de segundo piso, de capital mixto y administración despolitizada, llevada por profesionales banqueros. He escrito varios artículos de este tema, y de las necesarias políticas de captación y de créditos de pre y post embarque, y financiamiento de largo plazo con períodos de gracia del principal para adquirir equipos e instalar proyectos exportables.
El sector tiene problemas de altos costos de transporte de mercancías, por los nefastos monopolios de un sindicalismo empresarial politizado, que hacen muy costoso el transporte y hasta limitan la libre contratación. Estos tienen que ser reformados, utilizando las leyes anti monopolios y de prácticas desleales. Igual, hay problemas con la tasa de cambio anclada, pues tiene un sesgo a favor de las importaciones, sobre las exportaciones y los sectores generadores de divisas. Este es un tema que hay que abordar.
Todos estos tópicos merecen una amplia discusión profesional, porque ha llegado la hora de definir una real política de fomento de la industria nacional y sus exportaciones.