Cuando la lana de oveja dejo de ser importante para los uniformes de los militares, su lobista en el congreso justificó el mantenimiento de los subsidios recurriendo “a la importancia bíblica de las ovejas”. Al ver los agricultores de Estados Unidos que recibían un precio de sustentación fijo y subsidiado por el total de la cosecha, comenzaron a ser más eficientes para producir más y sacar más dinero de impuestos al gobierno. Se empezó a limitar entonces la cantidad y a otorgar un subsidio adicional por la tierra dejada de producir. Estos son apenas dos de cientos de ejemplos similares que James Bovard presenta en su libro “The Farm Fiasco”, donde muestra la voracidad insaciable del sector privado cuando se abre la llave de guiar inversión con esquemas de transferencias o créditos fiscales.
En el caso de la industria del cine en el país, la ley de incentivos vino a destruir los intentos serios de cineastas y empresarios que arriesgaban su prestigio profesional y capital en dos o tres proyectos por año. Ganar dinero no era seguro, la taquilla tenía que reportar un retorno por lo menos que cubriera costos y la rentabilidad de un certificado financiero. Se hacía de tripa corazones con los pesos que aportaba el capitalista ángel, amigos colaboraban de manera gratuita en alguna parte de la producción y remuneraciones reflejaban hasta descuento sobre su costo de oportunidad en ese momento. En ese contexto era una actividad de genuinos conocedores y románticos del cine, destino ignorado como actividad principal por advenedizos, buscavidas y mediocres, que en algún momento iba a rendir sus frutos y buscar su lugar especial en ese mundo. Esta evolución natural, sin embargo, la abortó una ley de cine que ha venido a corromper la industria de arriba abajo.
Ya no hay empresarios que arriesguen capital, ni productores preocupados si taquilla dará para cubrir sus costos. El 100% de la inversión en la película proviene de fondos que el Estado deja de cobrar por impuesto sobre la renta a las empresas. No hay incertidumbre para el productor, su ganancia es una partida del presupuesto que un Estado generoso le compensa, al igual que para todo el personal que labora en las películas. La ley también eliminó la competencia que otros proyectos culturales representaban para los empresarios. Antes se podía ponderar, o deliberar en una junta, sobre si arriesgar dinero en una película o respaldar funciones de ballet o teatro. Estas últimas no representan crédito fiscal y ahora se apoyan con poca cosa para relaciones públicas. El filete tributario está vinculándose a cualquier esperpento que salga con la etiqueta de película. Mientras más mejor, importa el número, no la calidad. El objetivo es maximizar el tope que puedo exonerar de lo que tengo que pagar a la DGII. ¡Que Armando Almánzar o Rienzi Pared se mueran de un infarto en una sala no es su problema; uno está viviendo horas extras y el joven genio que duplique su dosis hipertensivos o antidepresivos!
La sangría fiscal de DominicanWood ronda los 4,500 millones de pesos, con producciones al vapor principalmente de insustanciales y triviales comedias copypaste, cuyo móvil principal es aprovechar para hacer dinero la apertura de esta brecha impositiva. Tal como sin el menor tapujo declaran comediante y productor que son referentes de esta fase de prostitución cinematográfica. De ahí que no sorprenda ver a un emprembaucador promover sus aspiraciones políticas, en base a una que dice resalta valores con representantes género urbano. El Jackpot: Gobierno me da el dinero, no pongo un peso, hago película con personajes populares en votantes jóvenes que puedo influenciar; cual Alfred el Grande del Suspenso, meto cameo entrevistando estrellas en mi programa, que obviamente lo facturó en el presupuesto, y proyecto publicidad subliminal en escenas que recogen las vallas de mi candidatura alcalde. ¡..oño!
Pero y qué me dicen de ésta. Un “remake” es algo especial que se hace con películas emblemáticas, después de pasar largos años como referentes de buen cine y donde un director reputado le rinde con esto un tributo. Versión criolla gracias a Ley de Cine: Productor anuncia que su película subsidiada hace un par de años tendrá su “remake”, con él mismo como director y también en rol de actor principal. ¿Vas a dejar pasar esa Marichal?
Estas extravangancias de Salón de la Infamia son posibles porque es una ley blindada por la alianza intocable de la farándula, magnates de la opinión pública, empresas grandes y los herederos de fortunas suficientes para financiar sus propios proyectos sin destetar ubre pública. ¿Es posible romperla sin ofender esta alianza de poder fáctico ahora que estamos en campaña electoral y antes que traten de buscar de aliado a la Iglesia con una plagiada de México o España sobre vida de santos? Aquí una idea posible y atractiva con las masas de votantes.
La donación del 100% del presupuesto de las películas es de fondos públicos destinados a cobrarse por impuesto sobre la renta. Al que hace cine debe ser indiferente si el dinero proviene del que tenía que pagar una empresa o del que es retenido a los trabajadores. Lo mismo debe ser para el Estado que pone la totalidad de los recursos. En consecuencia, no debería haber oposición de sacar del esquema de crédito fiscal a las empresas. El dinero lo pasaría a poner el Estado de lo que pagan las personas físicas, ya sea de lo que le retiene empleador o lo que declaran de manera individual. ¿Qué ventaja tiene esto?
En primer lugar, eliminar la hipocresía del mecenazgo con dinero que corresponde al fisco. Lo que usted pasó a película que debió pagar al fisco no es una obra de patrocinio desinteresado suyo. En la Alfombra Roja los únicos que deben desfilar ahora son el Presidente Danilo Medina o Guarocuya Félix, el Director General de Impuestos Internos. Antes sí. Cuando financiaba película con dinero propio ese espacio era para usted solito y sus invitados. Ahora es un usurpador.
Segundo, sacar a las empresas es una forma de evitar que un grupo de vivos termine desacreditando aún más el esquema. La tentación está ahí para abultar presupuestos y recibir pagos por debajo de la mesa. “La película es 50, factura 70 y me retornas 20 en efectivo y en billetes chicos o perlas finas”. También para establecer esquemas de “te apoyo con mi crédito fiscal, pero me compras todo a mí, desde combustible a catering para el “crew”, y a precios que pongo yo.”
Tercero, el proceso de adjudicación de proyectos sería más democrático al eliminar ventajas de productores improvisados que ya tienen vínculos de larga data con empresas que les patrocinan sus medios. Esta es la razón por la que es ahora, con el subsidio de los créditos fiscales al 100% de la inversión, que Huchi Lora ha descubierto el cine “como nueva forma de comunicarse” en su ocupada tercera edad. ¿Por qué no les solicitó antes de la ley de cine participación en sus proyectos de hacer películas como capitalistas ángeles que arriesgan su propio dinero? Esta es también la razón por la que Robertico dice a un periódico financiero de relaciones públicas que “ahora es más fácil convencer a inversionistas que apoyen mis incursiones en el Séptimo Arte”. ¡Fuiquiti!
Cuarto, la DGII tiene la tecnología y personal para realizar un sorteo electrónico que identifique a los hombres y mujeres contribuyentes que serán los patrocinadores del subsidio que consigna el Presupuesto del Año 2016. Marvin Cardosa diseña el programa en hora de almuerzo, mientras chequea nuevos desmanes de los sandinistas en La Prensa de Managua. Entonces aquí viene la belleza de la participación democrática. Cada persona que ahora sería potencial padrino de las películas presentadas a competir por fondos públicos, tiene la opción de decir Si o No en la programación trimestral en que sea llamado a votar. Para cada película se identifica su productor, posibles actores y tema. Así es posible que una vinculada a multimillonario cantante que critica falta de suero por sustracción en los hospitales públicos, pueda ser votada NO por personas que creen él bien puede financiarla con su fortuna.
A cada película se le asigna entonces así sólo los fondos de aquellos contribuyentes que han votado positivamente. “Robertico, esto es lo que hay para ti; Alfonso, con esto te cubre la mitad busca la diferencia; Pinky, no te desanimes te puede ir mejor el próximo trimestre.” ¿Qué pasa con los fondos ya asignados para llevar al cine de aquellos hastiados de más de lo mismo, más de lo mismo, más de lo…? Bien, la encuesta de la DGII le ofrecerá opciones para dedicar esos fondos a las actividades culturales que sean de su preferencia patrocinar. Por ejemplo, las maravillosas funciones de Ballet Concierto que organiza Carlos Veitía o las de la Escuela de Alina Abreu; presentaciones de grupos de teatro alternativo, como Gayumba; apoyo a banda de música para ver conciertos dominicales en la Glorieta del Parque o al batón ballet que siempre divierte en las patronales . ¿Quién sería capaz de oponerse a esto? ¿Luis, Minou, Guillermo, Quique, la madrinita Carolina..? Ahí hay una oportunidad brillante de encarrilar la herencia de ese escarnio legal, y por consenso aunque sea a regañadientes, que tiene a país pobre subsidiando zánganos que producen ocio para clase media, que lo puede disfrutar gratis a borbotones. To be continued…