Ya éramos ciegos en el momento en que perdimos la vista,

el miedo nos cegó, el miedo nos mantendrá ciegos”.

José de Saramago

El título de este artículo evoca a la fabulosa novela de Gabriel García Márquez, El Amor en Tiempos del Cólera.

El domingo 15 de marzo estamos convocados para acudir a elecciones municipales extraordinarias.  No hay que explicar mucho, las ordinarias que debieron ocurrir el 16 de febrero fueron suspendidas a causa de que el voto electrónico no funcionó.

Y mientras nos concentrábamos y nos preparábamos, un personaje no invitado se nos acercaba, el COVID-19, mejor conocido como el “coronavirus”. 

La ciudadanía estuvo bien concentrada en articular sus reclamaciones, en procurar resolver el impasse con más de un diálogo.  Devolver la confianza en la Junta Central Electoral, y en las Juntas Municipales se volvió un imperativo para la ciudadanía, así como para la clase política, para de tal modo apaciguar las preocupaciones sobre el devenir de la democracia en la República Dominicana.

Las más originales expresiones de protesta se reprodujeron rápidamente en todo lugar donde se encuentre más de un dominicano. 

Simultáneamente asistimos a las noticias, el COVID19 ya comenzaba a traspasar las fronteras de China.  Lo primero fue como una película de Orson Wells, el barco de crucero varado en la costa de Japón.

Luego siguiendo tal vez la ruta de Marco Polo, se expandió sin que ninguna aduana o control migratorio, pudiese detenerlo, Irán, Italia, Europa continental, Canadá y Estados Unidos, Brasil, y otros países en América Latina, República Dominicana.  El crecimiento exponencial del número de contagiados se hizo evidente, y la OMS no le quedó más remedio que declarar esta semana pasada que estamos en presencia de una pandemia.

Al momento de escribir este artículo República Dominicana los pocos casos que existen son importados, es decir, que el virus no está circulando ni está en el aire, según declara la vocera de la Organización Panamericana de la Salud.  Medidas de higiene elemental de las manos, y evitar contacto en los saludos, a menos que usted haya estado en contacto con personas infectadas o venga de viaje de un país en situación complicada, no hay necesidad de colapsar los centros de salud del país. 

Si ha estado expuesto a personas infectadas, o viene de un país en donde ya el virus se está contagiando, lo correcto es reportarlo por las vías indicadas por el Ministerio de Salud (https://www.msp.gob.do/web/).  Se trata no solamente de cuidarse uno mismo, sino de cuidar a los otros que nos rodean.  La cuarentena por 15 días, o el aislamiento son medidas tendentes a evitar la propagación.  La cuarentena típicamente se maneja en casa, aunque la vocero de la OPS explicó, que ello se decidirá caso por caso, pues dependerá de la situación de vivienda de cada quien.

Estamos en tiempos de las noticias falsas (“fake news” en inglés), y así tanto sobre las próximas elecciones, como sobre el coronavirus, o una combinación de ambas cuestiones, personas desaprensivas y desocupadas, por paga o por afición, se han dedicado a generar mensajes por todas las vías posibles de contenido falso, pero alarmante.  Las más peligrosas e irresponsables son las relativas al coronavirus. 

No caigamos en la trampa de estas personas, no crea en mensajes de fuentes sin confirmar, o no oficiales.  La JCE y los respectivos partidos, así como el MSP tienen sus redes, y la OPS también, seamos sensatos y no permitamos que nos manipulen.

Si hemos sido capaces de protestar pacíficamente por las elecciones fallidas del 16 de febrero, y lograr que las autoridades atiendan a los reclamos, tenemos que ser capaces de resistir y no caer en pánico por el COVID19.  En muchos países se ha generado un pánico tal que han generado volúmenes de compra irracionales e imprevisibles, que son los que están causando el desabastecimiento, no el coronavirus. 

A mí me ha sorprendido ver las noticias de que las compras por el pánico han arrasado en Europa y Norteamérica, no sólo con los desinfectantes o las mascarillas, sino con el papel de baño.  Eso se llama reacción en masa de una población en pánico.  Se alcanzan niveles de absurdo tales que es difícil de explicar.  Ayer y hoy los supermercados han colapsado.  Lo que no vendieron en Navidad, lo harán este fin de semana.  Las fotos de las góndolas sin artículos son numerosas.  Más que previsión, me luce que es una compensación al pánico.  Estamos frente a comunidades enteras inundadas sin remedio por el verdadero miedo, el miedo a morir.

Y no hay estadística que valga sobre la tasa de mortandad.  Los medios internacionales de comunicación se pasan el día entero proyectando imágenes de multitudes en los comercios, de ciudades desiertas, de cancelaciones de conciertos, hasta Disney ha cerrado.  Y quien actúa por miedo no piensa ni razona.  De poco valen las declaraciones de la OMS, de las autoridades, hasta en la apacible Canadá el pánico se apodera de las personas y saca lo peor de ellas. Empujan, insultan, agreden, para muestra esta noticia que me envió mi hermana en este día en que escribo esta nota de reflexión.  https://www.lapresse.ca/covid-19/202003/13/01-5264485-panique-dans-les-magasins-on-ne-prevoit-aucune-penurie-de-nourriture-assure-legault.php

Aquí el contagio del miedo ha llegado antes que el contagio del virus.  La gente haciendo caso de mensajes de voz anónimos, de memes apócrifos, llamándolos a comprar desde gas, hasta azúcar, anunciando hasta paro general de labores.  El único que ha llamado al paro es el Colegio Médico Dominicano, pero eso es otra historia.

¿Y si hacemos algo diferente?, algo tan diferente como esa marcha pacífica de nuestros jóvenes en las plazas de la bandera del país y el mundo.  ¿Y si sustituimos el egoísmo por un sentir por el otro, y pensar en el otro? .  ¿Y si en vez de enloquecer llenándonos de un tener que no resuelve nada, nos llenamos de un ser distintos, más compasivos, comunicativos, amorosos?

El contagio no se detiene porque usted se proteja solo cubierto de desinfectantes y mascarillas, si todos los que le rodean se contagian, tarde o temprano usted también enfermará.  No importa el poder adquisitivo, ni político, ni religioso, ni cualquier otra fuente de poder que usted crea tener, por su ascendencia, patrimonio o posición en la sociedad.  Varios miembros del gobierno español fueron contagiados, la esposa del primer ministro canadiense fue contagiada, el presidente de los Estados Unidos será sometido a la prueba para determinar si fue contagiado por un oficial del gobierno brasileño, el presidente de Brasil por igual.

El contagio no se va a detener porque usted tenga su despensa repleta de desinfectantes y alimentos.  Quizás nada detenga el contagio.  Y una vez contagiado, conectado a un ventilador, ¿de qué le van a servir todas esas cosas?

¿Y si probamos?04