Mi hermana Mu-Kien Adriana salió con este texto en su muro de Facebook y ella no sabe quién lo escribió. Pero, aún así, su sabiduría rompe con la reflexión occidental de verlo todo en blanco y negro, ya que, cómo he explicado otras veces, existe un pensamiento que en vez de concebir un mundo dicotómico, conciben un mundo más integrado. Es la representación del Ying-Yan que para los orientales significa que la dualidad de la realidad se entremezcla, es sinuosa y está presente en el medio del otro componente: la forma sinuosa de la interacción de las dos partes y, en cada componente hay un punto del color contrastante de ambos, significando ese contínuo y no una contradicción.

Desgranemos el texto “Gratitud” para ver la vida contenida en la experiencia del 2020:

  • “En el año de la muerte, estoy vivo”: celebra tu condición de sobreviviente y sigue el consejo evangélico: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8:22).
  • “En el año de la enfermedad estoy sano”: celebra la prudencia de no actuar con soberbia y ser humilde para evitar el contagio en la pandemia del Covid-19.
  • “En el año de la escasez he sido bendecido con pan en mi mesa”: celebra tu fuerza de carácter para enfrentar la adversidad y cumplir con tu deber, seguir responsablemente con tus deberes y mantener provista la mesa familiar.
  • “En el año de la caída, estoy de pie”: celebra que ante la caída de 8% del Producto Interno Bruto mundial, sacamos esperanza para volver a levantarnos y recomenzar a crecer.
  • “En el año del temor, estoy confiado”: celebra que sacamos fuerzas para vencer a los que produjeron el caos para seguir el latrocinio, y nos preparamos para enmendar entuertos y construir una república de justicia.
  • “En el año de los desastres, estoy seguro”: celebra nuestra conciencia colectiva ya que en medio de la pandemia, enfrentamos a los «fantasmas electorales» y seguiremos haciéndolo.
  • “Este ha sido un gran año”: hemos pasado la prueba, y seguiremos pasando todas aquellas que faltan.
  • “Confío en Dios”: especialmente, en aquel que nos inspira para hacer “milagros”.

El texto termina con la fe del creyente: Ayúdate, que Dios te ayudará. El fondo es la determinación de hacer nuestra parte, porque hemos sido sobrevivientes. Un poco a contrapelo del pesimismo dominicano de que “no hay nada que hacer”. Reflexionemos en estas Navidades para que en el Año Nuevo asumamos nuestras responsabilidades como sobrevivientes de un año pandémico.