“Un buen padre vale por cien maestros.” Jean Jacques Rousseau.

Las sociedades modernas nos han proporcionado tecnologías y herramientas que facilitan la vida del ser humano. Cuanto más desarrollada y moderna es una ciudad, hay mayor crecimiento urbanístico, trayendo consigo la vida agitada, la reducción de tiempo y el menoscabo de las relaciones humanas.

Estos grandes adelantos han revertido el orden de las cosas, siendo el deterioro familiar la consecuencia más trágica. Hoy día los esposos son extraños, no se comunican, los hijos tienen más confianza en el personal de servicio doméstico que en sus propios padres, la televisión, la computadora y los demás dispositivos de comunicación son sus guías; y todo esto sumado a la globalización y el aceleramiento y facilidades de las migraciones; que ha traído consigo el aumento de la conflictividad social y la complejidad para solucionarla.

Todos coinciden y demandan mayor inversión y mejor calidad en la educación; entendemos de la importancia de este reclamo. Pero la verdad es que los más educados en conocimientos de desarrollo profesional son los peores y más siniestros funcionarios y ciudadanos destacados a favor del mal. Pues sin una base sólida de educación de hogar y buenas costumbres, sería insuficiente y quizás hasta imposible formar ciudadanos responsables y honestos con principios éticos y morales. Siendo los hijos los más afectados, es tiempo de que los padres y maestros reflexionemos y trabajemos para revertir el retroceso familiar, reflejado en los problemas sociales, cada vez más complicados. La filosofía cristiana que nos heredara el más grande ser humano entre los grande, Jesucristo, con su principal doctrina, los diez mandamientos, vienen a darnos luz, guía y esperanza frente al deterioro social y a la crisis mundial.

Pues la situación socio política, económica, cultural y ambiental de nuestra República Dominicana exige de forma inmediata la participación y el involucramiento de todos, para la búsqueda de respuestas y soluciones a los conflictos que nos afectan, como son: la crisis de valores que nos están llevando al colapso. La familia está en crisis, la iglesia está en crisis, la moral está en crisis, el patriotismo está en crisis, la civilización está en crisis, la valentía está en crisis, los políticos están en crisis, los partidos están en crisis, el medio ambiente está en crisis, el Estado está en crisis, la migración está en crisis, las instituciones públicas están en crisis, la gente está en crisis y todo lo demás está en crisis. Por todo eso, es urgente ir al rescate de la conciencia en cada familia, de los padres, de los hijos, de los hermanos. La familia es la institución más importante de toda sociedad, es por ello la premura de ir en su auxilio.

Los buenos padres no le enseñan a su hijo a superar siempre a los demás. Le enseñan a superarse a sí mismo

Reflexión, (…) En el siguiente escrito anónimo queremos destacar excelentes consejos y orientaciones que nos pueden ayudar tanto a padres como a los hijos que en el mañana se convertirán en padres: “La percepción que tenemos de nuestros padres: 4 años: Mi papá puede hacer de todo. 5 años: Mi papá sabe un montón. 6 años: Mi papá es más inteligente que el tuyo. 8 años: Mi papá lo sabe exactamente todo. 10 años: En la época en que papá creció las cosas seguramente eran distintas. 12 años: Oh, bueno, claro, mi padre no sabe nada de eso. Es demasiado viejo para recordar su infancia. 14 años: No le hagas caso a mi viejo. Es tan anticuado! 21 años: ¿Él? Por favor, está fuera de onda, sin recuperación posible. 25 años: Papá sabe un poco de eso, pero no puede ser de otra manera puesto que ya tiene sus años. 30 años: Tal vez deberíamos preguntarle a papá qué le parece después de todo, tiene mucha experiencia. 35 años: No voy a hacer nada hasta no hablar con papá. 40 años: Me pregunto cómo habría manejado esto papá. Era muy inteligente y tenía una enorme experiencia. 50 años: Daría cualquier cosa porque papá estuviera aquí para poder hablar esto con él. Lástima que no valoré lo inteligente que era, podría haber aprendido mucho de él.

El profesor brasileño Roberto Candelori hace un interesante análisis comparativo sobre los

Los buenos padres desde la óptica de los hijos: – Los buenos padres no le dan a su hijo todo lo que necesita. Le enseñan que él es capaz de conseguir lo que quiere.

– Los buenos padres no buscan hacer feliz a su hijo. Le enseñan que la felicidad depende de cada uno.

– Los buenos padres no le dan oportunidades a su hijo. Le enseñan a buscarlas, a crearlas y a aprovecharlas.

– Los buenos padres no le dan a su hijo lo mejor para que sea feliz. Le enseñan a disfrutar y a encontrar lo mejor, aún en lo más sencillo.

– Los buenos padres no le enseñan a su hijo a superar siempre a los demás. Le enseñan a superarse a sí mismo.

– Los buenos padres no le enseñan a su hijo a decir todo lo que piensa. Le enseñan que lo que pensamos no es la verdad absoluta y que debemos ser cautelosos al expresar nuestras opiniones, teniendo en cuenta los sentimientos de los demás.

– Los buenos padres no le resuelven los problemas a su hijo. Le enseñan a asumir la responsabilidad y a aprender de sus errores.

– Los buenos padres no le enseñan a sus hijos a evitar los fracasos. Le muestran que el fracaso es parte del camino hacia el éxito.

– Los buenos padres no convencen a su hijo de su importancia en la sociedad. Le enseñan que sirviendo se volverá importante para ella.

– Los buenos padres no le enseñan a su hijo a ser crítico y resentido ante las injusticias.

– Los buenos padres no enseñan a su hijo a contribuir en paz y a construir la justicia.”

El profesor brasileño Roberto Candelori refuerza estas orientaciones con un interesante planteamiento del médico psiquiatra Carlos Hecktheuer, anhelando la dureza de nuestros ascendientes y su forma de crianza, que dio tan buenos resultados, haciendo un llamado de acuerdo a la percepción de los hijos de que hacen falta los padres malos. Los Padres malos desde la apreciación de los hijos, pero que realmente son excelentes padres, pero que solo podrán comprobarlo cuando sean padres también: “Un día, cuando mis hijos estén lo suficientemente crecidos para entender la lógica que motiva a los padres y madres, yo habré de decirles:

  • Los amé lo suficiente como para haberles preguntado a dónde iban, con quién iban y a qué hora regresarían.
  • Los amé lo suficiente para no haberme quedado callado y para hacerles saber, aunque no les gustara, que aquél nuevo amigo no era buena compañía.
  • Los amé lo suficiente para hacerles pagar las golosinas que tomaron del supermercado o las revistas del expendio, y hacerles decir al dueñ Nosotros nos llevamos esto ayer y queremos pagarlo.
  • Los amé lo suficiente como para haber permanecido de pie dos horas, junto a ustedes, mientras limpiaban su cuarto, tarea que yo habría hecho en 15 minutos.
  • Los amé lo suficiente para dejarles ver además del amor que sentía por ustedes, la decepción y también las lágrimas en mis ojos.
  • Los amé lo suficiente para dejarlos asumir la responsabilidad de sus acciones, aún cuando las penalidades eran tan duras que me partían el corazón.
  • Y ante todo, los amé lo suficiente para decirles NO, cuando sabía que ustedes podrían odiarme por eso (y en algunos momentos sé que me odiaron).
  • Ésas eran las batallas más difíciles de todas. Estoy contento, vencí… porque al final ustedes ganaron también!
  • Y cualquiera de estos días, cuando mis nietos hayan crecido lo suficiente para entender la lógica que motiva a los padres y madres, cuando ellos les pregunten si sus padres eran malos, mis hijos les dirán:

Sí, nuestros padres eran malos. Eran los padres más malos del mundo… Los otros chicos comían golosinas en el desayuno y nosotros teníamos que comer cereales, huevos y tostadas.

Los otros chicos bebían gaseosas y comían papas fritas y helados en el almuerzo y nosotros teníamos que comer arroz, carne, verduras y frutas.

Mamá y Papa tenía que saber quiénes eran nuestros amigos y qué hacíamos con ellos. Insistían en que le dijéramos con quién íbamos a salir, aunque demoráramos apenas una hora o menos. Ellos nos insistían siempre para que le dijéramos siempre la verdad y nada más que la verdad.

Y cuando éramos adolescentes, no sé cómo, hasta conseguían leernos el pensamiento.”

¡Nuestra vida sí que era pesada! Que nuestros amigos nos tocaran el claxon para que saliéramos; tenían que bajar, tocar la puerta y entrar para que ella los conociera.

A los 12 años, todos podían volver tarde por la noche, nosotros tuvimos que esperar como hasta los 16 para poder hacerlo, y aquellos pesados se levantaban para saber si la fiesta había estado buena (sólo para ver en qué estado nos encontrábamos al volver).

Por culpa de nuestros padres, nos perdimos inmensas experiencias en la adolescencia. Ninguno de nosotros estuvo envuelto en problema de drogas, robos, actos de vandalismo, violación de propiedad, ni estuvimos presos por ningún crimen.

¡Todo fue culpa de ellos!

Ahora que somos adultos, honestos y educados, estamos haciendo lo mejor para ser “Padres malos”, como fueron nuestros padres. Yo creo que este es uno de los males del mundo de hoy: No hay suficientes padres malos! ¡Aquéllos que ya son padres, que no se culpen, y aquéllos que lo serán, que esto les sirva como una alerta!”

Me siento motivado y comprometido hacer un llamado y recomendar lo tratado a todas las personas en especial a los padres y maestros para que juntos a sus alumnos analicen y reflexionen sobre todas estas crisis citadas y así, los adolescentes puedan comprender mejor a sus padres.

«Tanto entre los individuos, como entre las naciones: el respeto al derecho ajeno es la paz» Benito Juárez

Dios les bendiga siempre Pueblo Dominicana.

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