Este año está terminando y lo que ha acontecido desde el mes de marzo en términos sanitarios y económicos,  no se puede calificar más que como catastrófico;  quisiera que el 2020 se esfumara y olvidar lo sucedido pero no es posible, mucha gente ha muerto entre ellos personas muy queridas que siempre estarán en nuestros corazones.

Creo que a los seres humanos se les fue la mano en su afán desmedido de lucro, sólo querían tener en una loca carrera sin sentido para hacerse cada vez más ricos, creyéndose todopoderosos comenzaron a destruir su hábitat y el de todos nosotros, con la complicidad del poder político. Las fortunas se hacían cada vez más grandes, pero los bosques más pequeños, el calentamiento global aumentaba, los glaciares se derretían, las especies desaparecían, los ríos se contaminaban, los océanos se llenaban de desechos plásticos, la atmósfera se enrarecía y el aire se hacía irrespirable.

Entonces la naturaleza comenzó a protestar de las más diversas maneras: terremotos, huracanes, inundaciones, sequías, incendios, etc.;  pero no fue escuchada y todo continuó igual o peor.  Cansada de tanta insensatez y ambición, decidió mandarnos una respuesta que no pudiéramos ignorar y envió el Covid 19.  Ese microscópico virus paralizó al planeta tierra y muchos se dieron cuenta que los bienes materiales que poseían de poco le servían en ese momento;  casas, carros y  cuentas bancarias,   eran lujos superfluos que nada resolvían.  De repente entendimos que cosas que creíamos importantes en realidad no lo eran y comenzamos a valorar todo aquello que no se compra con dinero,  pero termina siendo lo más valioso del mundo como: la cercanía de la familia y los amigos, el valor de un beso y un abrazo, la calidez de un apretón de manos, el amor, la amistad, la alegría de una reunión y la libertad de hacer tu vida sin prohibiciones.

También, esta situación ha servido para apreciar la generosidad y la solidaridad humana, pues de manera cruel y trágica, ha puesto en evidencia lo que todos sabíamos pero no le poníamos atención, que existe una gran cantidad de personas en la pobreza, que sobreviven hoy sin saber cómo lo harán mañana.

No podemos seguir siendo indiferentes a esta situación;  creo que tanto sector público como privado debemos ser propiciadores de un proceso que cambie la vida de esa gente.  Es necesario un mundo más justo con menos desigualdades.

Con el inicio  del proceso de vacunación en algunos países, se ve una luz al final del túnel y en algún momento este aterrador episodio de la existencia humana terminará.

Soy de los que cree, que lo sucedido cambiará la visión de la vida de unos pocos;  tengo la esperanza de que se conviertan en mejores personas, menos apegados a los bienes materiales y más solidarios.   Aunque la historia nos enseña, que después de haber superado eventos similares ocurridos en otros tiempos, el hombre vuelve a lo mismo y el egoísmo y la ambición imperan.

Parece que la humanidad es incorregible.