“Una persona responsable tiene una actitud de estima y respeto para con su propia persona y aporta esos mismos valores a las tareas en que participa. No puedes escapar a la responsabilidad de mañana evitándola hoy”-Abraham Lincoln.
Resumen de las palabras pronunciadas por el autor en el acto de puesta en circulación del libro Reflexiones sobre la Industria Extractiva Responsable, compendio de artículos publicados en esta columna en el período 2017-18.
Nuestra principal motivación al escribir los artículos que el libro contiene fue la de aportar a la comprensión del concepto de minería responsable y sostenible en un medio aparentemente hostil al aprovechamiento de las sustancias minerales.
Por un lado, entendemos que el hecho de que en innumerables ocasiones la actividad no haya impactado positivamente los indicadores del desarrollo humano, o que sus beneficios estatales no pongan en evidencia el compromiso con aquello de sembrar la minería, o que, finalmente, luego del cierre de los depósitos se puedan verificar daños al ambiente y a la salud humana, realmente no es culpa que debemos cargar unilateralmente a las empresas mineras.
Por otro, sería absurdo pretender que las malas prácticas y los accidentes lamentables asociados a la minería, son inherentes a una cierta atribuida malignidad intrínseca de la industria y que, por tanto, son fatalmente inevitables.
Es en este contexto que en el libro se hace énfasis en el tema de la responsabilidad, planteando que ella concierne en primer lugar a las autoridades, sin menoscabo de la significativa parte que corresponde a las empresas.
En realidad, si tenemos autoridades capaces de tomar decisiones morales y rendir cuentas, bajo la condición de ser pasibles de revisión legal y penalidades, seguramente que cambiaríamos drásticamente el balance actual de confianza de la gente en las decisiones de las autoridades.
Debemos saber que no es lo mismo la llegada de las empresas a un país donde las autoridades anfitrionas tienen una larga historia de irrespeto a su propia legalidad, que a otro donde prevalece la confianza legítima, las reglas de juego claras y precisas y una Administración liderada por funcionarios que gozan de la confianza de los ciudadanos.
En el primer caso, posiblemente prevalecerían las empresas inclinadas a pensar que lo pueden todo, hasta permitirse desafortunadas desidias capaces de producir calamidades como la de la presa Brumadinho en Brasil. Dicho sea de paso, esta tragedia, siendo altamente costosa para la sociedad receptora, ha sido también una catástrofe altamente dispendiosa para la empresa involucrada. Ella debe cubrir ahora gastos e inversiones en iniciativas de salvamento de imagen, aplicación de medidas correctivas urgentes, pago de cuantiosas multas al Estado, reducción de suministros e inversiones en nuevas tecnologías (unos 1,727 millones de dólares, sin incluir las multas y disminución de suministros por 70 millones de toneladas).
En el segundo caso, allí donde las decisiones morales predominan y la eficiencia, eficacia y transparencia de la institucionalidad no puede ponerse en duda, con toda seguridad tendríamos empresas cumplidoras y socialmente responsables que no se atreverían a comprometer su imagen y sus ganancias.
La genuina responsabilidad estatal impulsa a las empresas a mostrar voluntariamente con qué grado de efectividad abordan los riesgos de los relaves y las filtraciones, las prácticas de gestión corporativa ética, la atención oportuna y permanente de los riesgos informando oportunamente sobre su evaluación y neutralización oportuna, la protección del medio ambiente y el cuidado de la salud y seguridad de los trabajadores y comunidades cercanas.
Una conclusión que puede extraerse del libro que hoy presentamos es la debida justificación de la necesidad de contar con autoridades responsables, lo cual, a nuestro juicio, tiene dos grandes méritos: primero, la ganancia de más confianza en las decisiones de política y, como consecuencia, en la minería; segundo, ante gobiernos responsables y reglas de juego competitivas, las empresas estarían más obligadas a la ejecución transparente de sus políticas y buenas prácticas en una diversa y compleja gama de temas económicos, ambientales, sociales y de gobernanza.
No obstante, la actitud responsable del Estado y la conducta social y ambientalmente comprometida de las empresas no determina la sostenibilidad de la minería, aunque son elementos indispensables de la misma. Este tema será abordado sucintamente en la próxima entrega.