En este tercer jueves del mes de noviembre, declarado por la UNESCO como Día Mundial de la Filosofía, me encuentro en la Universidad de Aguascalientes, México, donde el pasado lunes 12 de noviembre el filósofo Enrique Dussel inauguró el 19 Congreso Internacional de Filosofía retomando una idea básica de su pensamiento: debemos trascender la concepción eurocéntrica de la filosofía y recuperar nuestro sentido de pertenencia geográfica, cultural e intelectual a Latinoamérica.
Dussel formula una pregunta crucial para quienes se dedican al ejercicio del filosofar: ¿tiene la filosofía alguna responsabilidad para contribuir con la transformación que exige la sociedad?
La respuesta a esta pregunta depende de la concepción que tengamos de la filosofía. Podemos tener una concepción académica de la misma. De acuerdo con esta imagen los filósofos son expertos que al igual que los físicos, los biólogos o demás científicos, se deben a su línea de investigación, solo responsables de abordar problemas muy específicos que comparten con sus colegas de especialidad.
Esta tesis es difícil de defender al observar que la filosofía no es un quehacer caracterizado por la resolución de problemas, sino una actividad problematizadora que formula preguntas muy generales sobre el conocimiento, la realidad, o cualquier aspecto de la experiencia humana.
La vocación por la comprensión de la referida experiencia impulsa la reflexión filosófica hacia los problemas sociales. Cada sociedad y cada región del mundo tiene sus especificidades. Por tanto, a pesar de su vocación universal, la filosofía está condicionada por su geografía y su época. Siendo esto así, ninguna empresa filosófica puede llegar a realizar su cometido de comprender su situación sin conoce el entorno desde donde se realiza el acto de pensar.
En otras palabras, los filósofos europeos, orientales y anglosajones tienen sus propios problemas y los abordan desde sus respectivas tradiciones. En Latinoamérica es común abordar los nuestros de espaldas a nuestra tradición intelectual o permanecer indiferentes para lidiar con asuntos ajenos a nuestra realidad.
“Tenemos una formación eurocéntrica que nos oculta a nosotros mismos”, afirmó Dussel. En este Día Mundial de la Filosofía, que muchos filósofos latinoamericanos celebramos desde México, es oportuno replantearnos si los filósofos latinoamericanos no debemos contribuir a la transformación de nuestras tierras. Si la respuesta es afirmativa, debemos girar nuestra mirada hacia este continente e interpretarlo desde sus raíces.