“Cuántos mares debe surcar una blanca paloma,
antes de dormir en la arena.
Cuántas veces deben volar las balas de cañón,
antes de ser prohibidas para siempre.
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
la respuesta está flotando en el viento”.(1)
Ay Dylan, aquí estoy un 18 de octubre al amanecer, escribiendo este artículo, pensando en tus canciones y reflexionando sobre mi país, en este día en que completo una nueva vuelta al sol. Convencida con certeza absoluta que la intrascendencia de los humanos puede revestirse de mucha irracionalidad.
La clase política no cree en el discurso que pregona, supuestamente optaron por la política porque es la más noble de las profesiones, la que aspira al “bien mayor” y se funda en el deseo de servir; pero la ejercen convirtiéndola en el más vil de los oficios. Solo importa lo que no importa (el engaño ancestral de creerse fuertes, grandes y poderosos por el dinero y el ejercicio del poder por el poder).
En estos días aciagos, se mezclan en mi diversas sensaciones, las que me produce cada cumpleaños, revivir la alegría de nacer, de ser y estar en este mundo que me empeño en asumir desde la hermosura de las flores; la grandilocuencia de las montañas que se funda en cimientos ostensibles; la inmensidad del mar y sus colores, misterio e invitación permanente a que aprendamos que la parsimonia puede encerrar grandes fuerzas y voluntades, por eso su oleaje puede ser acariciante o avasallador; el horizonte, que miras en lontananza y puede sobrecogerte en su manifestación extraordinaria de grandeza; el viento y su presencia eterna. Y al otro lado, la rapiña que permite cuasi paralizar un país.
Me da vergüenza que un país pobre, gaste miles de millones de pesos, en procesos internos de partidos políticos. Y se combina con la profunda tristeza que me produjo visitar mi escuela primaria, en el Imperio de Salcedonia, este 6 de octubre en las Primarias y descubrirla sucia, con la pintura destruida, llena de filtraciones, humedad y muebles rotos.
Busco las lógicas racionales que permitan justificar, que para llegar a cualquier posición electiva haya que pagar y comprar voluntades; y que quien lo hace, es por el deseo de “servir”. Esa realidad que te deja con la sensación atroz de que puede ser cierto que todo está perdido. Pero no, no es verdad, siempre es posible un mundo mejor. Vendrá un día envuelto en la esperanza (2) y tendremos la ocasión de construir, reconstruir, hacer y rehacer la sociedad que merecemos.
No les crean a las personas que desdeñan la función pública, ese es un espacio muy propicio para lograr las transformaciones necesarias. Ahí es que se hace la planeación, organización, dirección coordinación y control de las operaciones del gobierno. Así que es una labor de primer orden, sagrada y que debe estar vinculada al servicio colectivo. Exijamos un ejercicio de la política que opere desde ahí.
No sigamos en este círculo, por favor señores políticos, respiren, cuenten hasta diez, hagan listas de situaciones que son más importantes que la satisfacción individual, decidan cuales aspectos son negociables y cuales insalvables; estos últimos, éntrenlos en el baúl de las reflexiones y sáquenlos en unos meses o años, cuando las emociones estén menos a flor de piel. No permitan que lo puntual, lo circunstancial, lo individual, arrastre el país entero al despeñadero. ¿O es que nada importa? ¿Nos metimos tanto en el personaje que se nos olvidó la obra?
Que la paz nos envuelva. Que obtengamos la tranquilidad, la estabilidad macro y micro, el respeto al presupuesto, a la voluntad popular, que nadie compre la pobreza de nadie, que preservemos la dignidad de quien tiene hambre, que no nos parezca natural lucrar con el dinero del país. Que destruyamos el imaginario que nos hace creer que la importancia de las personas se adquiere con dinero, para que el éxito no se mida por lo económico, no importa cómo se consiga.
Permítanme concluir, trayendo un asunto que si deberían estar organizando los Partidos Políticos, y que el “tejemeneje” ha hecho que no recuerden su obligación de cumplir, la normativa nacional definida en la Ley 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos y la Ley 15-19 Orgánica del Régimen Electoral que establecen un rango de paridad de no menos de un 40% ni más de un 60% de mujeres y hombres en las boletas electorales. Es necesario que se cumpla con este mandato legal.
Notas
- Bob Dylan, Blowin' In The Wind (1962), (traducción libre)
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Expresión usada por el poeta nacional Don Pedro Mir en el poema Hay un país en el mundo.