Si el agua de la CAASD están buena, tan pura entonces qué necesidad tiene de estarla embotellando, poniéndole además una marca bastante desprestigiada. En lugar de crear confianza parece que van a lograr lo contrario.

Hacer tres meses analizamos el agua de la casa en un reconocido laboratorio y los resultados fueron que la que provee la CAASD tenia hermosas y abundantes bacterias fecales, por lo que la recomendación fue que no era potable. ¿A quién le creemos?  Por ahora al laboratorio.

Si es tan rica y saludable el agua de Santo Domingo, por qué no la beben directa de la llave el Presidente, el Vicepresidente, el Alcalde, los Ministros, los Vice Ministros, y todos lo pudientes y emperifollados del país y sus familias, y si lo hacen  que lo demuestren -no que lo digan- una y otra vez.

En este sentido hay unos afamados comunicadores radiales que estaban defendiendo -es su derecho- a capa y espada beber el beber agua de la llave ¿de verdad la toman ellos y sus familias o les siguen llevando botellones a sus domicilios? También tendrían que demostrarlo ciento por ciento.

No todo va a ser malo, qué el agua de la llave no sea confiable múltiples ventajas, promueve empleos y dinamiza el comercio, pues hay que construir cisternas, poner tinacos, instalar filtros, consultar gastroenterólogos, comprar medicinas, comprar botellones…  toda una cadena de negocios rentables.

Esto del agua siempre se ha tratado casi como una anécdota, como si fuera algo natural y gracioso no poder beberla directamente de la llave, cuando en realidad debería ser una cuestión de Estado, tan importante como la delincuencia, la defensa nacional o la corrupción. Sin agua se acaba todo, hasta los corruptos.

Quién es el responsable de las enfermedades y fallecimientos de niños y adultos  -¿pueden decirnos cuántos?- por beber agua contaminada. Desde luego el Estado , por no tomar este asunto como debería ser: de prioridad nacional.

A estas alturas del juego, todavía hay muchísimos lugares de pobreza donde el agua de la CAASD no llega y la población tiene que abastecerse de cualquier lugar y manera, con el peligro sanitario que esto representa. Pero ya se sabe que el pobre no es gente.

Es cierto que la instalación de tinacos , cisternas y aljibes, como intermediarios del agua corriente que llega los hogares, contribuye en muchos casos a que el agua empeore. Pero quién tiene la culpa de que la población se tenga que defender contra la escasez del llamado líquido vital.

Que el subsuelo de Santo Domingo esté contaminado en más de un 80%, que una gran cantidad de viviendas tengan que recurrir a los asquerosos pozos sépticos, indica dos cosas: que al agua no se le está dando la importancia debida, y que estamos viviendo encima de una letrina enorme llamada Santo Domingo.