Es recomendable fomentar y especialistas en las ciencias sociales, orientadores bien entrenados, pastores y sacerdotes de claridad mental e idoneidad teológica con estudios de Ciencias Psicosociales y experiencia pastoral que pueden ser contactados para aportar auxilio para atender a personas por ansiedad, trastornos del sueño, estrés y conducta suicida.

El Ministerio de Salud Pública, las instituciones de con religiosas, y las organizaciones que velan por la salud física y mental del pueblo, deben habilitar líneas telefónicas y otros medios de comunicación a fin de ofrecer asistencia para orientar, prevenir y desactivar intenciones de suicidios. 

Es de lugar, aunque sensitivo, hacer reflexión y ofrecer orientación pastoral a personas y familiares de tendencia a cometer suicidio. Pensar, escribir, conversar y comunicar sobre este tema es delicado por ser una de las cuestiones “teológicos-pastorales” más inquietantes, perplejas pero debatidas de la religión cristiana, y así también por los profesionales de las ciencias psico-sociales; sin embargo, a pesar de esa incomodidad, es puntual saber y determinar qué cuidado pastoral es provechoso y palpablemente efectivo para mitigar las tendencias y los actos de cometer suicidio.

En el trasfondo del pensamiento y la tradición que impera sobre este asunto del suicidio la expectativa es que la auto destrucción, el quitarse la vida uno mismo, el eliminar por sí mismo su existencia física mortal es descalificarse de ser salvado y de llegar al cielo para participar en la “Comunión Gloriosa” de los santos y ángeles alrededor del trono de Dios.

El suicidio es un dilema teológico-moral-pastoral y por eso debemos tomar tiempo para escuchar, conversar, estudiar y sensibilizarnos para tener sentido racional acerca de esta preocupante inquietud.

Hay creciente interés en dilucidar este asunto sobre el suicidio debido a que con frecuencia nos enteramos de muertes auto autoinfligidas de pastores, sacerdotes, dirigentes espirituales cristianos, personalidades de influencia política, empresarial, científica, artística y de todas las ramas de las actividades en la sociedad. Como es de esperar, nos quedamos pasmados por esas inesperadas informaciones; pues esos hechos, especialmente de devotos religiosos, causan dilema ético-moral, interrogante psico-social, incredulidad, decepción, suspicacia, y notablemente de manera impactante a los creyentes de la fe cristiana. 

Debido a ese influjo de noticias de intentos y/o hechos de inmolaciones se hacen esfuerzos para analizar las doctrinas y conjeturas que dominan la forma de pensar y reaccionar ante las inquietantes posiciones mantenidas hasta ahora.

Las investigaciones de los profesionales de las ciencias psico-sociales señalan la dura realidad de los sacerdotes, pastores, orientadores y profesionales que se envuelven con dedicación de tal manera en sus funciones atendiendo a todos a su alrededor, pero son negligentes con su propia salud física, espiritual y emocional.

Hasta este momento, el suicidio es tenido como acto por el que una persona, de forma deliberada se provoca la muerte. Es uno de los males que más conmueve a los seres humanos de la Civilización Occidental, ya que es considerado bochornoso, que avergüenza a los familiares, muestra deficiencia en la fe, evidencia inestabilidad emocional, ausencia de fortaleza espiritual, y es un problema ético-moral-social que lastima a la comunidad en general.

Son muchos los fieles cristianos que se conmueven y se entristecen, consternados y contraídos por las continuas noticias de muertes auto infligidas de hombres y mujeres que se consideraban almas piadosas de indubitable fe y consagración. Se debe buscar formas para educarnos y prepararnos a fin de alertar, prevenir y ofrecer asistencia, apoyo emocional, orientación y fortaleza espiritual en casos de sospecha de intento o de hecho consumado de auto destrucción. 

Cuando se conoce y hay disponibilidad para actuar pastoralmente en casos de un individuo vulnerable que da apariencias de tener intención de suicidarse, se debe ofrecer orientación a esa persona, a los familiares y allegados. Es menester ofrecer formas para aliviar el peso que causa el mal y estimular esperanza y paciencia. La orientación puede abarcar la búsqueda de tratamientos médicos y otros posibles remedios para establecer la tranquilidad mental y el estado de equilibrio físico-emocional.

Si ha ocurrido el suicidio, es de lugar aliviar las penas, serenar la tristeza y apaciguar la vergüenza que generalmente conturba y amarga los familiares, las amistades y los conocidos.

Es tradicional que los cristianos consideraran que cometer auto inmolación, es por impulso diabólico; pues, quien comete ese vergonzoso acto, va ipso facto al infierno, porque no tenía fe, era farsante, ya que viola el precepto moral de “no matar”; por tanto, el acto de quitar su propia vida es considerado como homicidio e imperdonable pecado.

Los avances de los estudios del comportamiento de los seres humanos, las ciencias sociales, y en particular, la siquiatría/sicología, comenzaron a afirmar que el suicidio es debido a trastornos mentales, tales como síntomas mixtos de: locura transitoria, alteración emocional, extrema ansiedad, depresión, impulsos causados por vergüenza, venganza, desengaño, pérdida de la fe, desgaste de la esperanza, sentimientos de rechazo, o de no ser amado, o saber amar; pero también es de notar que un número considerable de los que se privan de su propia vida, son descendientes de parientes con tendencia suicida.

Para los religiosos de la fe cristiana, la persona que cometía suicidio perdía toda posibilidad de ser parte de la comunión de fieles, y se le negaba el ritual del entierro eclesiástico; y de no morir, la persona por sí mismo, era excomulgada, por la fracasada intención.

El fallecido por suicidio era sepultado en un lugar aparte en el cementerio y de forma diferente a la tradicional. Entre muchos cristianos, aún perdura la consideración de las causas que inciden al suicidio, como satánicos, inmorales y atentatorias a la voluntad de Dios; más, sin embargo, se está poniendo atención a las causas que infligen en el suicidio, y son notables algunos cambios en la mentalidad de observadores, de algunos religiosos cristianos y de estudiosos de esta irritante cuestión.