¿Igualdad rima con democracia moderna?
Veamos, si es fruto de la experiencia del liberalismo político del siglo 17, una de las grandes contribuciones para reflexionar sobre la naturaleza de esa democracia moderna, curiosamente viene del francés Tocqueville hablando de USA como el gran experimento democrático moderno. En su libro Democracia en América (Estados Unidos) analizaba el alma, el espíritu que vendría a montar buena parte de la experiencia de las sociedades occidentales, señalándole como el camino a seguir.
Uno de los elementos de la democracia moderna que está completamente ausente de la experiencia de los antiguos, es el hecho de que ahora la simple mayoría directa no puede reunirse para decidir en democracia plebiscitaria directa e inmediatista sobre cuestiones relevantes de la nación y son mucho más complejas que aquellas vividas en una ciudad-estado griega para nosotros tener una comparación. Con todo, el ímpetus igualitario de la sociedad democrática en la cual las aristocracias, los lazos de sangre, las noblezas antiguas, ya no tienen papel relevante, este sentimiento nivelador de la igualad de la democracia, sumando a su manifestación como lo es el voto, es obvio que traería una nueva inestabilidad para el experimento político de la democracia. Es decir, mayorías pueden ser formadas de tal forma, de tal modo que la tiranía podría ser ejercida no más por un individuo o tirano sino por la mayoría, precisamente.
Las mayorías no apenas formadas artificialmente para controlar el poder momentáneamente, pudiendo ser manipuladas, como también podrían ejercer una presión terrible individuos, sobre minorías, sobre personas que llevaran sus vidas de un modo distinto de aquel que era el patrón de la gran masa que compone a la sociedad democrática.
En ese sentido, una preocupación fundamental de la democracia moderna fue el desarrollo de los llamados Frenos y Contrapesos, los Checks and Balances, instituciones que servirían para filtrar no apenas la voluntad de la mayoría sino también las posibles manipulaciones y las posibles interferencias que eventualmente podrían llegar a la “tiranía de la mayoría”.
Vivimos algo semejante en nuestro contexto moderno, en nuestro contexto contemporáneo. ¿No tenemos el riesgo de una formación de minorías de mayorías arbitrarias de una manipulación? claro que tenemos, pero hay algo nuevo en nuestro escenario. Nuestros Checks and Balances, nuestras instituciones como el voto, el sistema de separación de poderes, aunque débiles, funcionan para bien o para mal como estabilizadores del sistema democrático.
Lo nuevo por encima de todo eso es la fuerza que ejerce la gente mediante las redes sociales. Su poder viene del modo en cómo funcionan como grandes recámaras de eco de repercusión de las ideas de los individuos y así mismo funcionan como una especie de masa que presiona a los individuos a cohibirse, a ajustarse a las opiniones de la mayoría. Pero ese mismo acceso a internet y a las redes sociales que puede ser liberador para todos, puede también ser objeto de opresión, objeto de linchamientos digitales. Cuando alguien emite una opinión muy disonante que va muy fuera del tono que reglamenta un diálogo público, nosotros vemos cómo las turbas digitales atacan en sus muros, en sus cuentas, en sus páginas personales, de manera que estos linchamientos digitales es muy parecido a lo que Tocqueville previo al escribir su libro Democracia en América.
¿Y la sociedad de mercado? Esa es una idea creada por el filósofo escocés del siglo 18 llamado Adam Smith. La sociedad de mercado está basada en la idea de que si tú eres bueno mereces más. Es lo que llaman como meritocracia. Eso no ha pegado mucho porque la gente persigue la igualdad, algo que criticaba Tocqueville quien decía que la igualdad ama a la mediocridad, tal como se refleja hoy en las redes sociales.