Ahora que en estos tiempos Roberto Salcedo sale de su escondite y que dada la apertura de Brillante Navidad muchas voces se suman para manifestar sus quejas respecto a ese entorno, señalando el despilfarro que hace el Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) con la decoración del Parque Iberoamericano, pienso que también es oportuno que se indiquen las carencias que azotan al Distrito Nacional producto de una malísima gestión de parte del alcalde.

El alcalde del Distrito Nacional está en su puesto desde el año 2002 y en catorce años, el Distrito Nacional se ha convertido en una urbe que crece sin control. Catorce años de gestión y todavía la recogida de desechos no es continúa en muchos sectores de la ciudad, los pocos espacios públicos que quedan están en constante deterioro y además persiste la ausencia de basureros en las avenidas y calles principales. Mientras esto pasa durante todo el año, el alcalde se oculta.

Pero lo peor de todo es que caminar en Santo Domingo es toda una aventura (al margen del peligro por la delincuencia común) ya que casi no hay aceras y las que hay están en muy mal estado o apenas puede caminar una persona

Santo Domingo es una ciudad agreste para todos sus habitantes. Sobre todo para los peatones. Caminar por esta ciudad es estresarse por el constante ruido, la suciedad de sus calles y la falta de árboles que den sombra para refugiarse del tremendo sol caribeño que baña a la capital. Pero lo peor de todo es que caminar en Santo Domingo es toda una aventura (al margen del peligro por la delincuencia común) ya que casi no hay aceras y las que hay están en muy mal estado o apenas puede caminar una persona.

Para disfrutar una ciudad, para querer una ciudad hay que caminarla y esto tiene que ser placentero.  ¿Cómo hacerlo en una donde casi no hay aceras, donde muchas veces los peatones se ven obligados a andar al lado de los carros porque las aceras han sido secuestradas?

Las aceras no están para descargar sacos de arena ni para mezclar cemento ni para echar escombros ni para colocar blocks. Las aceras no vienen a ser plataformas para montar negocios ambulantes o peor, fijos como un asadero de carnes. Tampoco son estacionamientos de los comercios ni forman parte de los espacios dedicados al parqueo de estos y de los residenciales.

Parte del desastre de la gestión del alcalde del Distrito Nacional ha sido permitir que Santo Domingo se haya convertido en una ciudad de puro tránsito vehicular. Caminar por Santo Domingo para muchos es impensable, para una gran mayoría es una obligación. Y sin embargo, el desarrollo urbano de la capital se hace solo pensando en aquellos que poseen vehículos de motor cuando no son la mayoría. Esto hace de Santo Domingo una ciudad totalmente excluyente.

Para hacer de Santo Domingo una ciudad disfrutable, una ciudad incluyente, donde caminar sea un gusto y un deseo, aparte de apuntar los contras de focos como Brillante Navidad, tenemos que reclamar una gestión municipal decente que resuelva los problemas de siempre. No basta con acordarnos de Santo Domingo cuando una determinada actividad afecta a los sectores privilegiados de la ciudad; sino que debemos recordarla siempre y en cada momento señalar la mala gestión de la alcaldía del Distrito Nacional.

Si queremos una ciudad que mime a sus ciudadanos, tenemos que empezar recuperando las aceras exigiendo el cumplimiento de las normativas municipales. Santo Domingo es de todos.