Vamos a tratar sobre un tema que me parecía muy poco atractivo para escribir, ya que la ignorancia es lo que marca la tensión en la península coreana. Pero, trataremos este tema porque mis estudiantes universitarios me han hecho la pregunta directa, porque a mi entender no tienen criterios para construir una “hipótesis” sobre la alarma que ha creado la amenaza de una guerra atómica.
Partiendo de la hipótesis de la ignorancia, porque una de las características del “Estado Ermitaño” (como se le llama a Corea del Norte por su indigencia y condiciones cuasi feudales de la monarquía estalinista que representa) es la opacidad, la falta de información sobre la sociedad, la economía y las relaciones sociales.
Para empezar, la crisis en la Península Coreana es una secuela de la Guerra Fría” (aquel periodo que se inició al final de la Segunda Guerra Mundial con la definición del campo socialista como contrincante de los regímenes burgueses-capitalistas y que resultaron en tres puntos de conflicto por la partición de tres naciones: Alemania, Corea y Vietnam). Pero, mis estudiantes, hijos de la Post-Guerra Fría no alcanzan a comprender el conflicto actual.
Una cuantos brochazos de la Guerra de Corea y cómo las Naciones Unidas sirvió de bandera para cobijar la reacción del resto del mundo para oponerse al millón de “voluntarios” chinos que invadieron cruzando el paralelo 38 que marca la división de los Estados de la antigua nación coreana: un norte montañoso con riqueza minera y mucho más industrializado y un sur agrícola y de mucho menor dinámica económica. Cincuenta años después, Corea es una visión diferente: un sur industrializado, puntera en las nuevas tecnologías y con el segundo mejor sistema educativo del mundo, y un norte, hambriento, paupérrimo pero con dientes nucleares.
La Guerra terminó con un “armisticio” pero sin un Tratado de Paz, lo que técnicamente podemos considerar que las dos Coreas siguen en “estado de beligerancia”, que es parte de la situación. Para mantener el “estado de presteza”, los militares realizaban ejercicios “muy realistas” de las condiciones de combate, que fueron suspendidos en tiempos de Clinton y que han sido reanudados ahora con Obama, el detonante de la crisis por el sobrevuelo del territorio norcoreano de aviones norteamericanos.
Las grandes cuestiones geopolíticas que se desprenden de esta crisis son serias:
- ¿Refleja una lucha de poder en Norcorea que lleva a Kim Young-Un a esta demostración de fuerza?
- ¿Será una puesta a prueba a la nueva Presidenta Park, hija del dictador militar que inició el desarrollo económico de Surcorea y que ha resultado un hueso duro de roer porque ha reaccionado alistando las tropas surcoreanas para el combate?
- ¿Consideran los Estados Unidos aprovechar el incidente para reprimir la pretensión norcoreana de su desarrollo nuclear (que había negociado antes el cierre de sus plantas de procesamiento nuclear a cambio de alimentos y que ahora reabre)?
- O, por el contrario, ¿sería una nueva bravuconada para conseguir más alimentos necesarios en una nueva ronda de negociaciones?
- O, con mucho a más largo alcance, ¿la presión a China para que controle a su “pupilo” Corea del Norte y, si hay enfrentamiento, aprovechar para asestar un golpe de gracia al impulso de la economía china?
Las señales es que el juego ha sido retórico y que Estados Unidos ha reducido su tono, para dar paso ¿a unas negociaciones secretas? ¿Con qué Agenda? Aquí, las noticias se convierten en más opacas y el rejuego se ha quedado entre las dos Coreas, aunque las amenazas de un enfrentamiento entre las potencias, actuales, emergentes y pasadas (Estados Unidos, China y Rusia).
Un escenario de la Guerra Fría que nos trae a la realidad del siglo XXI.