Hace unos días, el 8 del presente mes, se cumplieron nueve años de la ida a destiempo de un gran y buen amigo, una persona seria, honesta, capacitada y llena de planes para su país.

Hace nueve años se nos fue Jacinto Bienvenido Peynado Garrigosa.

Con Don Jacinto compartí durante muchos años una amistad basada en el respeto mutuo y la admiración que, por sus convicciones, aún le profeso. Un hombre sin necesidades de ningún tipo que se involucró en política para servir de verdad, no de palabras.

Durante muchísimos años mantuvo un programa de asistencia a los sectores pobres de la capital, tenía a su servicio camiones de agua y ambulancias, las cuales facilitaba sin miramientos ni banderías políticas. Por eso la capital le respaldo en dos oportunidades para que le representara en la bancada correspondiente en el Senado de la República.

Electo Vicepresidente de la República en 1994, no pudo disfrutar su triunfo político por una desgracia personal y por la crisis electoral que recortó el mandato constitucional a dos años. Recuerdo muy bien cuando la Asamblea Nacional sesionaba para modificar la Constitución a fin de dar salida a la crisis política, y en su teléfono celular se recibió una llamada de la entonces embajadora de Estados Unidos, Donna Hrinak, quien de manera poco diplomática intentaba intervenir en los asuntos internos dominicanos, siendo increpada por el entonces Senador Peynado, quien llegó a cerrarle el teléfono. Tiempo después llegaron a hacerse amigos.

Don Jacinto aspiró y logró la candidatura presidencial de su Partido Reformista ante la imposibilidad de que su líder, Joaquín Balaguer, pudiera presentarse de nuevo.

Don Jacinto elaboró uno de los mejores programas de gobierno que yo haya visto, acabado a partir de su experiencia personal al intercambiar ideas con todos los sectores de la vida nacional, en almuerzos de trabajo productivos celebrados cada miércoles en la tercera planta del Palacio Nacional.

Siendo candidato presidencial y ante una pregunta de un periodista admitió que de ganar las elecciones restablecería relaciones con Cuba, demostrando con ello su independencia política. Cabe destacar que sus rivales, José Francisco Peña Gómez y Leonel Fernández negaron tal posibilidad, y este ultimo, luego de ser electo, y a pesar de haber dicho que no estaba en sus planes, restableció las relaciones diplomáticas con Cuba.

Lamentablemente para nuestro país Don Jacinto no ganó la presidencia, porque hubiera sido un gran presidente. Las maldades se impusieron para evitarlo. No me caben dudas que si Don Jacinto estuviera vivo el Partido Reformista no estuviera en la situación de descalabro en que se encuentra.

Como su amigo, hoy quiero recordarlo, descanse en paz Don Jacinto Peynado, un hombre bueno.