1.- El 17 de marzo de 1975, fue asesinado el periodista Orlando Martínez, con quien mantenía estrechas relaciones de amistad y afinidad política e ideológica. El crimen me causó mucho pesar.
2.- El hecho de ser amigo de Orlando, mantener relaciones con los compañeros de su partido y permanente comunicación con sus padres, hermanos y demás familiares, hizo que para mí su caso permaneciera siempre vigente. El 8 de marzo de 1985, con la finalidad de interrumpir la prescripción del crimen, el doctor Abel Rodríguez del Orbe y yo, en representación del padre de Orlando, don Luis Mariano Martínez, depositamos una querella con constitución en parte civil, con las precisiones que hizo el padre querellante y quien las expuso así:
3.- “Que en fecha 23 del mes septiembre del año mil novecientos cuarenta y cuatro (1944), en Las Matas de Farfán, le nació un hijo al cual puso el nombre de Luis Orlando, fruto de su matrimonio con la señora Adriana Howley. Mi hijo Luis Orlando, luego de hacer sus estudios primarios en su ciudad natal, terminó su bachillerato en Filosofía y Letras e inició sus estudios de Sociología en esta ciudad de Santo Domingo y, desde a muy temprana edad, mostró su inclinación por las actividades políticas y literarias a las que se dedicó con amoroso desinterés y a través de las cuales sirvió a las causas más justas del pueblo dominicano. La pluma valiente e insobornable de mi hijo le conquistó un nombre imperecedero en el periodismo y, al propio tiempo, como era lógico y natural, la enemistad de los que temen a la luz de la verdad, porque solo en las sombras pueden colmar sus instintos primitivos”.
4.- “El veinticinco (25) del mes de febrero del año mil novecientos setenta y cinco (1975), en un artículo titulado “Por qué no, doctor Balaguer?”, Luis Orlando, indignado por el impedimento de entrada al país que existía en contra del artista dominicano Silvano Lora, explicaba que las personas a las que se debía sacar de este país eran todos los corruptos, a los delincuentes uniformados y sin uniformar, a los traficantes de influencias, a los que dan palos, apresan y torturan campesinos que luchan por sus derechos, a los calieses, a los vagos que cobran sin trabajar, y a los funcionarios irresponsables. Este artículo terminaba recomendándole al doctor Balaguer: «Si es inevitable que esta situación continué, si es imposible evitar actos indignantes y miserables como el que presencié el domingo en el aeropuerto, ¿por qué, doctor Balaguer, no se decide usted a subirse en el avión o en el barco y a desaparecer definitivamente de este país junto con todos los que anteriormente he mencionado?”
5.- “El diecisiete (17) de marzo del año mil novecientos setenta y cinco (1975), a eso de las siete de la tarde, en la calle José Contreras, cerca de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, mi hijo Luis Orlando apareció dentro de su carro, herido de varios balazos. Fue recogido por el señor Ángel Gómez Polanco, capitán de la Policía Nacional, quien llegó en esos momentos en un carro patrulla, y trasladó al Hospital Militar Enrique Lithgow Ceara, lugar donde expiró a consecuencia de las heridas que había recibido. Orlando, que no tuvo enemigos personales, fue abatido por los enemigos de las ideas que él sustentaba y de los sectores que, como los campesinos, con su pluma defendía. En esta ocasión, tal vez como una forma de esconder a los verdaderos culpables, se persiguió y encarceló a personas inocentes que nada tenían que ver con este crimen y quienes luego fueron puestas en libertad. En ese entonces era jefe de la Policía el general Guzmán Acosta, y, como cosa extraña, es necesario señalar que el resultado de las investigaciones realizadas, si es que se realizó alguna, no fue remitido al Magistrado Procurador Fiscal del Distrito Nacional”.
6.- “Para el mes de julio del año 1975, se presentó varias veces a mi residencia el señor Ramón Font Bernard, quien trabajaba en un cargo administrativo en la Presidencia, y me manifestó que el presidente Balaguer había accedido a una reunión conmigo y mi esposa para tratar el caso del asesinato de mi hijo. Fuimos juntos con el señor Font Bernard a la entrevista, la que duró más de dos horas. En esta entrevista mi hijo, Edmundo Adriano Martínez Howley, luego también vilmente asesinado, suministró al doctor Joaquín Balaguer, por escrito, los nombres de las personas que habían participado en el asesinato de Luis Orlando Martínez Howley. El presidente Balaguer me prometió que ordenaría al general Nivar Seijas, para ese entonces jefe de la Policía Nacional, realizar una investigación del caso y que los culpables serían puestos a disposición de la justicia. El general Nivar Seijas le manifestó a uno de mis hijos que las investigaciones habían estado a cargo del coronel Caonabo Reynoso Rosario y que se grabaron varias cintas magnetofónicas en las que quedaron plasmados los interrogatorios practicados a todas las personas que fueron detenidas. El expediente, que nunca fue enviado a la Procuraduría Fiscal, se encuentra, según informes, en los archivos de la Policía Nacional. Las cintas magnetofónicas, según informó el general Nivar Seijas, fueron entregadas a varias personas, entre ellas al periodista don Rafael Herrera Cabral. El general Nivar Seijas, dijo además, que para asegurar que esa grabación no desapareciera, tomó una copia de la misma y la hizo guardar en la ciudad de Miami”.
7.- “El próximo día diecisiete (17) del mes en curso, se cumplen diez (10) años del vil asesinato de mi hijo Luis Orlando Martínez Howley, y hasta hoy la justicia dominicana no ha ejecutado ningún acto que sirva para interrumpir la prescripción de la acción pública. Por las razones antes expuestas, Honorable Magistrado, en mi indicada calidad de padre del finado Luis Orlando Martínez Howley, os solicito: Primero: Recibirme formal querella con constitución en parte civil, contra cualquier persona que resulte culpable del crimen en que perdió la vida mi hijo Luis Orlando Martínez Howley. Segundo: Disponer que sean requeridos, para ser oídos como testigos, los ciudadanos, doctor Joaquín Balaguer, domiciliado y residente en la casa No.25 de la Ave. Máximo Gómez, de esta ciudad; don Rafael Herrera Cabral, director general de la Editora Listín Diario, C. por A., el periodista Ramón A. Font Bernard, domiciliado y residente en esta ciudad; y el Ing. José Israel Cuello, domiciliado y residente en la casa No. 208 de la calle Billini, de esta ciudad. Tercero: Para la presente querella y constitución en parte civil, constituyo como mis abogados apoderados especiales a los doctores Ramón Antonio Veras y Abel Rodríguez del Orbe, y hago elección de domicilio en el apartamento No. 406 del edificio No. 203, ubicado en la calle El Conde de esta ciudad. Es justicia que se os pide y espera merecer, en Santo Domingo, Distrito Nacional, Capital de la República Dominicana, a los ocho (8) días del mes de marzo del año mil novecientos ochenta y cinco (1985)”.
8.- Posteriormente se depositaron otras instancias ratificando esa primera querella e indicando en las mismas los nombres de otras personas las cuales requeríamos ser investigadas con relación al crimen en la persona de Luis Orlando Martínez Howley, de cuyo hecho se cumplen hoy 45 años.
9.- Después de duras batallas ante los tribunales, y principalmente por la denuncia constante de camaradas de Orlando, como Narciso Isa Conde, y por la presencia en la Procuraduría General de la República del Doctor Abel Rodríguez del Orbe, una parte de los autores materiales del crimen fueron detenidos y parcialmente sancionados. Los autores intelectuales del crimen han quedado, hasta ahora, cubiertos con el manto de la impunidad.