El Premio Nobel en Economía establecido hace cincuenta años por el Banco Central de Suecia en ocasión de cumplirse su bicentenario (convirtiéndolo en la institución reguladora monetaria más antigua del mundo) ha anunciado a los ganadores de 2018: William D. Nordhaus y Paul Romer.
El primero por integrar el cambio climático en el análisis económico determinando los costes y beneficios de reducir las emisiones contaminantes. Y el segundo por hacer lo mismo pero con las innovaciones tecnológicas, explicando qué hace que una economía innove y, por tanto, crezca más que otras.
"Sus hallazgos han ampliado significativamente el alcance de análisis económico mediante la construcción de modelos que explican cómo la economía de mercado interactúa con la naturaleza y el conocimiento", ha destacado la academia sueca.
La noticia la dio la Fundación Nobel en su página Web, disponible en el siguiente enlace: https://www.nobelprize.org/prizes/economics/2018/summary/ y reproducida en El País, de Madrid, en el siguiente reportaje: https://elpais.com/economia/2018/10/08/actualidad/1538979521_846896.html
¿Qué relevancia tienen estos enfoques para la práctica económica? Es un mentís a la pretendida suposición de que el Estado no tiene “arte ni parte” con la polución o con la innovación, ya que el mercado “resuelve” esos desequilibrios o externalidades mediante la “mano invisible”, según los ideólogos neoliberales.
Nordhaus priorizó como temas de investigación el calentamiento global y el cambio climático, sobre los cuales ha escritos libros entre los que se destacan Managing the Global Commons: The Economics of Climate Change (1994), Warming the World: Economic Models of Global Warming (2000, con Joseph Boyer) y A Question of Balance: Weighing the Options on Global Warming Policies (2008).
William Nordhaus considera que "la humanidad está jugando a los dados con el medio ambiente natural a través de una multitud de intervenciones" En los modelos de cambio climático ha analizado el impacto sobre los sectores económicos que como la pesca o la agricultura dependen en alto grado de los ecosistemas no gestionados. Ha tomado en serio los efectos potencialmente catastróficos del calentamiento global. Ha criticado a quienes tratan de sembrar dudas sobre los peligros del cambio climático y los ha comparado con quienes en el siglo pasado cuestionaron las pruebas de los daños causados a la salud por el consumo de tabaco.
Una de las líneas de investigación más importante de Paul Romer es el crecimiento económico, tema que los economistas han estudiado extensamente entre las décadas de 1950 y 1960. El modelo de crecimiento Solow-Swan consideró el progreso tecnológico como aspecto más importante del aumento sostenido en la productividad por trabajador. La tesis de Romer, leída en 1983 y supervisada por José Scheinkman y Robert Lucas Jr., mostró representaciones matemáticas de modelos económicos en los que el cambio tecnológico es consecuencia de una acción promovida y coordinada tanto en el campo de la investigación como del desarrollo. Romer publicó dos artículos, en 1986 "Increasing Returns and Long Run Growth" y "Endogenous Technological Change" ambos 1990, en la Revista de Economía Política (Journal of Political Economy) que iniciaron las investigaciones en el campo de la teoría del crecimiento endógeno. Al plantear por primera vez los aumentos de la productividad por trabajador como el resultado de la acción intencionada de los agentes, a través de las actividades de investigación y desarrollo –perfeccionando así el concepto más inespecífico de progreso tecnológico desarrollado en el modelo de crecimiento de Solow y Swann–.
Hoy Romer no está en la Universidad de Stanford, en California, sino en la Escuela de Negocios Stern, de la Universidad de Nueva York, no muy lejos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, según sus siglas en inglés), en la que da clase quien fuera ayudante de investigación de Nordhaus y, posteriormente, admirador tanto de él como de Romer: Paul Krugman, posiblemente el Nobel más controvertido de la Historia.
También en la misma ciudad está, en Columbia, otro enfant terrible del club del Nobel, Joseph Stiglitz. Los tres formarían un buen trío de polemistas, aunque Romer es mucho más propenso a la discusión seria que Krugman, a quien lo que de verdad le va es criticar a los republicanos de EEUU; y que Stiglitz, que ha asesorado a Podemos y tiende a poner de vuelta y media a sus ex colegas del Banco Mundial, y, en general, a quien se le cruce por el frente.
La comprensión de estos acercamientos heterodoxos y críticos tiene un gran impacto para revisar la pretensión de los ultras que creen que el capitalismo no requiere de la regulación o el aporte del Estado para mejorar los resultados de las empresas. ¡A estudiarlos!