El rechazo de las observaciones del Presidente Medina al Código Penal  con respecto a la despenalización del aborto en 3 causales, a saber, en caso de que la vida de la madre se encuentre en peligro, en caso de violación o incesto, y en caso de malformaciones del feto incompatibles con la vida, solo pone de manifiesto la deficiencia de nuestros representantes legislativos en cuanto a la toma de decisiones básicas para salvaguardar los derechos de los diferentes sectores de la sociedad. Se confirma con esta decisión la incompetencia de nuestra legislación para proteger a las mujeres, permitiendo introducir leyes misóginas. De igual modo, tal decisión también puede sobreentenderse de dos maneras en el contexto actual: 1. Para distraer a la sociedad del tema de ODEBRECHT. 2. También puede entenderse como una respuesta o un desafío al Poder Ejecutivo por parte de los legisladores, por motivo de los funcionarios implicados en el caso ODEBRECHT.

¿Cómo es posible que en pleno Siglo XXI los derechos de la mujer en nuestro país sigan siendo objeto de debates, y sean tratados como “temas de agenda para ver si se toman en cuenta o no”? Lo que más me impacta es ver cómo las mujeres que supuestamente deben “representar” a nuestro género dentro del Congreso, son las primeras que no solo permiten esta aberración, sino que también pisotean los derechos reproductivos de las mujeres, dejando todas las opciones de las mujeres en los momentos más difíciles, en manos de un Congreso de hombres.

Una vez más nuestro Congreso nos demuestra lo retrógrados que se encuentran nuestros legisladores para afrontar los desafíos actuales. Qué vergüenza siento, como ciudadana y como mujer, de esta decisión arcaica. La estupidez le ha ganado a la lógica. La religión intimida a la legislación “secular”. Seguimos lisonjeando a los representantes religiosos misóginos, sin importar el daño que les cause a nuestras mujeres. ¿Qué sigue? ¿Que se apruebe la pedofilia para que los “pobres” representantes religiosos no pequen cada vez que VIOLEN a nuestros niños?

¿Es que no se dan cuenta de lo enfermo y nauseabundo que resulta obligar a una mujer a tener la criatura de su violador? no cabe en la mentalidad de ninguna persona racional tal atrocidad. No les importa el estigma que causa una violación sexual en la mujer. Pero claro, ¿cómo les va a importar eso, si son los representantes de organizaciones misóginas que solo ven a la mujer como objeto de reproducción y perpetuación de la especie? Esos que se autodenominan “Pro-vida” son los mismos que ignoran a esos niños cuando están en la calle pidiendo comida.

La mayoría de esos representantes religiosos son los mismos que abusan de nuestros niños cuando se los confiamos en sus iglesias; los mismos que no ayudan ni contribuyen económicamente con esas mujeres, la mayoría de las veces niñas y adolescentes pobres, a las que les obligaron a arriesgar sus vidas teniendo una criatura con malformaciones incompatibles con la vida y de poca esperanza de supervivencia. Pero claro, así es que funciona la hipocresía: presionar para que las criaturas nazcan sin importar las condiciones, después de que nacen, ya no importan, ya nacieron, no son fetos. Nada más les interesa dejar a las mujeres sin libertad de decisión, sin opciones, no aceptan el aborto, pero tampoco los métodos anticonceptivos.

Con este rechazo a las observaciones estamos ignorando el derecho de las mujeres a decidir y a tener opciones sobre asuntos que repercuten directamente en su bienestar físico y psicológico, y se quebranta el derecho a conservar su dignidad como persona, la cual el Estado tiene el deber de garantizarle, según el Artículo 38 de nuestra Constitución sobre Dignidad Humana.

Esta decisión también quebranta el Artículo 39 numeral 3 y 4 sobre Derecho a la Igualdad, debido a que se debe promover las medidas necesarias para garantizar la erradicación de la discriminación de género; el Artículo 42 sobre el Derecho a la Integridad Personal, numeral 2, donde el Estado garantiza prevenir la violencia contra la mujer; el Artículo 44 sobre Derecho a la Intimidad y el Honor Personal, y el Artículo 61 sobre Derecho a la Salud, negándole la libertad de decisión de proteger su vida en caso de un embarazo que la ponga en peligro de muerte. Los “pro-vida” alegan lo estipulado en el Artículo 37 sobre el Derecho a la Vida, para manipular y condenar la salud de las mujeres, pasando por alto con alevosía por su acostumbrada misoginia, que este artículo aplica también principalmente para ellas.

Es admirable la mujer que después de una violación decide tener la criatura, sin embargo no se puede castigar ni humillar a la que decida levantarse y seguir con sus sueños, sus planes, su vida, y no tener a la criatura que le recordaría día tras día tal nefasto acto. Con esta decisión estamos volviendo a la época del oscurantismo, el fanatismo religioso se ha introducido en nuestra legislación. ¿Es que a los cristianos (católicos y protestantes) no les da vergüenza no poder controlar a sus feligreses dentro de sus iglesias usando la influencia del “Espíritu Santo”, tomando en cuenta que representan más del 90% de la población, que tienen que acudir a imponer sus preceptos en nuestras la legislación secular a través del chantaje? Como diría Jesucristo: “¡hombres de poca fe!”.